El 155 no es un art¨ªculo, sino dos
Herramienta para convocar las elecciones del 21-D o primer paso de una contrarreforma auton¨®mica
O dicho de otra forma, puede leerse de dos formas distintas e incluso contrapuestas. Para unos, mero instrumento, pr¨¢ctico y sencillo, en manos del Gobierno para desactivar la proclamaci¨®n de la rep¨²blica catalana el 27 de octubre. Para otros, una intervenci¨®n inicial del autogobierno catal¨¢n y primer paso en la contrarreforma del Estado de las autonom¨ªas.
Se lea como se lea, desde hace un mes est¨¢n suspendidos los dos poderes, ejecutivo y legislativo de la Catalu?a autogobernada, pero ninguna competencia se ha visto afectada y la Administraci¨®n central del Estado apenas ha intervenido en el funcionamiento de la Administraci¨®n auton¨®mica. Una vez se haya obtenido el efecto que se buscaba con la aplicaci¨®n, es decir, celebradas las elecciones el 21-D y constituido el Parlament, el 155 dejar¨¢ de tener efecto.
Es cierto que, aplicado una vez, puede aplicarse tantas como haga falta. El mecanismo de salvaguarda constitucional ante actuaciones inconstitucionales de las autonom¨ªas ha quedado desprecintado y su mera existencia como herramienta experimentada es en s¨ª misma disuasoria respecto a futuras vulneraciones de la carta magna. Desde este punto de vista no hay nada que temer del resultado electoral: sea cual sea el color del gobierno que se forme deber¨¢ atenerse al respeto del marco constitucional, 155 incluido.
Esta es una versi¨®n ef¨ªmera y suave del 155 que contrasta con la versi¨®n dura y larga en la que muchos se hab¨ªan instalado en sus deseos o en sus temores. Aunque deb¨ªa terminar con unas elecciones sin fecha, la fuerza del 155 largo estaba en la intervenci¨®n de la autonom¨ªa, para destituir el Gobierno, cerrar o neutralizar el parlamento y purgar la administraci¨®n, especialmente las finanzas, el sistema escolar y los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos.
Si los deseos recentralizadores no se han visto cumplidos, la propaganda independentista se ha encargado de amplificar los temores. De momento los esfuerzos para ofrecer un balance catastr¨®fico, con una administraci¨®n paralizada y las inversiones congeladas han resultado escasamente cre¨ªbles. Hay que entrar en detalles, con frecuencia menores, para fundamentar la idea de que el 155 est¨¢ produciendo desperfectos irreparables. O hay que empaquetar, como si fuera todo lo mismo, el conjunto de las medidas tomadas frente al proyecto independentismo, como fue la previa intervenci¨®n de las finanzas de la Generalitat, las actuaciones de la judicatura y de la fiscal¨ªa o ahora las decisiones de la junta electoral ante las demandas de neutralidad de las instituciones y los medios p¨²blicos.
El objetivo de la intervenci¨®n aprobada por el Senado a propuesta del Gobierno era terminar con el proceso independentista y hacerlo mediante unas elecciones, de forma que todo lo que contribuyera a ambas cosas entraba dentro de lo previsible e incluso razonable. No lo es, en cambio, aprovechar la circunstancia para devolver a instancias de un juez de primera instancia
las piezas del Museo de Lleida a Sijena. No tan solo no sirve para terminar con el proceso sino que contribuye a alimentarlo y si tiene algo que ver con las elecciones ser¨¢ con las generales, no con las catalanas, en lo que afecta a las expectativas de voto del PP en Arag¨®n.
Las dos versiones del 155 tienen que ver tambi¨¦n con las elecciones y los programas, al menos tantos como partidos. En el radicalismo independentista encontramos a quienes rechazan la aplicaci¨®n del art¨ªculo y quieren seguir con la rep¨²blica nonata como si en realidad hubiera nacido. En una cierta prudencia tambi¨¦n indepe est¨¢n los que lo aceptan, ya sea por imperativo legal, como es el caso de los imputados, ya sea por imperativo de realismo pol¨ªtico, y aspiran incluso a ganar unas elecciones del 155 aunque las califiquen de ileg¨ªtimas.
Ambos grupos exigen el levantamiento del 155 como si alguien hubiera propuesto su aplicaci¨®n perpetua, pero en realidad lo que hacen es convertirlo en un fetiche, que les sirve para seguir dividiendo el campo de juego seg¨²n la regla populista al uso. El bloque del 155 o el tripartito del 155 es el espantajo que sirve para mantener la polarizaci¨®n y convertir el 21-D en un nuevo plebiscito: presos o 155, hacer rep¨²blica (que no se sabe que quiere decir) o status quo, Puigdemont o Rajoy.
En el hemisferio no independentista encontramos tambi¨¦n matices. En primer lugar, est¨¢n los comunes, siempre equidistantes entre la DUI y el 155, de los que abominan por igual. Su posici¨®n ilumina en realidad el 155, cuya aplicaci¨®n es resultado directo, casi autom¨¢tico, de la DUI, como la ley de la gravedad con los objetos. ?Qu¨¦ otra alternativa mejor, m¨¢s minimalista e indolora le quedaba a Rajoy? ?O no deb¨ªa hacer estrictamente nada una vez proclamada la rep¨²blica?
Hay pocos matices entre PP y C¡¯s, si bien en favor de Arrimadas hay que decir que pidi¨® y obtuvo un 155 breve para convocar elecciones. Iceta no quer¨ªa el 155, breg¨® para que Puigdemont convocara elecciones por s¨ª mismo y una vez no fue posible busc¨® un 155 lo m¨¢s breve y eficaz posible. PP y C¡¯s est¨¢n en distintos grados por un 155 que prolongue sus efectos en el tiempo o que produzca una acotaci¨®n de competencias auton¨®micas para evitar que vuelva a repetirse una intentona como la que hemos vivido. No hay bloque del 155 pero PP y C¡¯s, con su presi¨®n electoral sobre el PSC, tambi¨¦n trabajan para que exista, bajo la mirada complaciente e interesada del bloque aut¨¦ntico, que es el independentista.
El mes de aplicaci¨®n del 155 nos permite observar c¨®mo la convocatoria electoral ha tenido el efecto de un calmante sobre el agitado clima pol¨ªtico que viv¨ªa Catalu?a. Ha cambiado la agenda pol¨ªtica, controlada hasta su aplicaci¨®n por el Govern independentista, al que ha quitado la iniciativa el Gobierno de Rajoy. La din¨¢mica pre electoral ha obligado al independentismo a compaginar la defensa judicial y pol¨ªtica con la preparaci¨®n de la campa?a, dividiendo sus energ¨ªas y sus fuerzas. Le ha dejado, adem¨¢s, a la intemperie, con la hoja de ruta agotada e invalidada, su programa vaciado y sin propuesta alguna de Gobierno para el futuro. No es todav¨ªa el regreso a la normalidad, pero es a lo que m¨¢s se parece.
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