El abuelo que conserv¨® en su bolsillo la lista de sus amigos fusilados
El extreme?o Francisco Rodr¨ªguez guard¨® el papel durante m¨¢s de 30 a?os para que la memoria de sus compa?eros no cayese en el olvido
O la muerte o el ej¨¦rcito golpista. Al extreme?o Francisco Rodr¨ªguez le plantearon esta tesitura cuando ten¨ªa 17 a?os, durante los primeros meses de la Guerra Civil. Ocurri¨® en el pueblo pacense de Almendral, Extremadura. De los 3.500 vecinos, 158 fueron asesinados durante la contienda. Sus cuerpos quedaron repartidos por cunetas y fincas del municipio. ?Qui¨¦nes eran? Francisco lo sab¨ªa. Conserv¨® durante m¨¢s de 30 a?os en su bolsillo una lista cuidadosamente doblada con los nombres y motes mecanografiados de muchos de los fusilados: ¡°Antonio P¨¦rez Perdig¨®n, Felipe Gim¨¦nez Garc¨ªa Colilla, Jos¨¦ L¨®pez G¨®mez Veneno¡¡±. Francisco sobrevivi¨®. Muri¨® en 2013. Le llamaban El Hombrecino.
¡°A mi abuelo le pusieron ese apodo porque dec¨ªan que con 14 a?os hac¨ªa el trabajo de un hombre¡±, dice Susana Caba?ero. ¡°Desde que tengo memoria le recuerdo con ese papel en la cartera. Hasta que empiezas a tener uso de raz¨®n y comprendes que no es normal y empiezas a preguntar. Yo nac¨ª en el 74 y alucinaba cuando me contaba estas cosas porque a m¨ª no me lo ense?aron en el colegio¡±. Para contar esta historia, un d¨ªa Susana decidi¨® grabarle en v¨ªdeo junto a su abuela Cecilia, que no era muy partidaria:
¡ª??Francisco, no hables! Como hables de eso me pones mala.
-¡ª?Susana tiene que enterarse.
¡ª?Hemos dicho antes que est¨¢ prohibido hablar de la guerra.
¡ª??No me da la gana! Eso era cuando Franco, pero ese se muri¨® ya. Estas cosas la juventud no las sabe.
A los v¨ªdeos ¡ª m¨¢s de tres horas de grabaci¨®n¡ª le sigui¨® un proyecto fotogr¨¢fico que ha terminado en un fotolibro con la historia de su abuelo: el hombre que decidi¨® marcharse a Madrid con su mujer en 1963 para darle un futuro a sus tres hijos. Aterrizaron en el Puente de Vallecas, donde tambi¨¦n acudieron cientos de emigrantes extreme?os. De d¨ªa, guardia de seguridad en una gasolinera de Campsa; de noche, con su familia en casa de unos primos compartiendo naranjas. Hasta que se compraron una casa. A la que acud¨ªa su nieta, que ahora tiene 43 a?os, para conversar: ¡°Est¨¢bamos muy unidos¡±.
Aqu¨ª le cont¨® algunos de sus pasajes de la guerra. Que los golpistas entraron a Almendral y a varios pueblos de la zona. Que cientos de vecinos huyeron r¨¢pidamente a la sierra de Monsalud. Que entre agosto y diciembre de 1936, de madrugada, baj¨® de la monta?a para buscar algo de comida. Que le capturaron y le dijeron: ¡°Al frente o al pared¨®n¡±. Y se march¨® con los golpistas. Que, con 17 a?os y sin ninguna afinidad pol¨ªtica m¨¢s all¨¢ de la agricultura, combati¨® en Pamplona, Burgos y Teruel. Que pas¨® mucho frio. ¡°Nunca le pregunt¨¦ si lleg¨® a matar a gente. No me sent¨ªa preparada¡±. Que una vez un capit¨¢n les dijo: ¡°Los de aqu¨ª para ac¨¢ que se vengan conmigo¡±. Y a ¨¦l no lo escogieron. Que, cuando sus compa?eros regresaron, observ¨® sus rostros destrozados porque hab¨ªan tenido que fusilar a 12, 13 o 14. Que, tras apretar el gatillo, los generales miraban los cerrojos de los soldados para cerciorarse. Y que si algunos no lo hab¨ªan hecho, les disparaban.
Otro d¨ªa El Hombrecino volvi¨® a sacar de su bolsillo la lista y le cont¨® a su nieta la historia de Rufino el Zapatero: ¡°Lo llevaban a fusilar y el hijo, uno o dos a?os m¨¢s joven que yo, iba detr¨¢s, llorando. Lo mataron antes de llegar al cementerio. All¨ª, donde unos olivos¡±. Otra tarde le dijo que cuando la guerra termin¨®, regres¨® a su pueblo y durante un baile conoci¨® a Cecilia Gonz¨¢lez, su esposa, que muri¨® en 2011. Un a?o despu¨¦s, cuando El Hombrecino ten¨ªa 93, la que habl¨® fue su nieta: ¡°Abuelo, ?y si volvemos al pueblo?¡±. Su hija ¡ª la madre de Susana¡ª, no era muy partidaria por los achaques que padec¨ªa y porque ya viv¨ªa en una residencia, pero se montaron en el coche y all¨ª que se fueron Francisco, su hija, su nieta y el novio de esta para continuar con el proyecto fotogr¨¢fico.
El viaje dur¨® tres d¨ªas. Hac¨ªa m¨¢s de 20 a?os que Francisco no pisaba las calles de Almendral. ¡°Mi abuelo rejuveneci¨® 10 de golpe. Fue maravilloso. Fuimos a reencontrarnos con las personas de la lista¡±. All¨ª, como atestiguan sus fotos, se emocionaba continuamente. ¡°Le abrazamos y le recibimos con mucha alegr¨ªa¡±, cuenta por tel¨¦fono Francisco Cebri¨¢n, testigo del encuentro y alcalde del pueblo por el PSOE desde 1991 a 1999. ¡°Cuando mi padre lo vio, le regal¨® su boina-hoy la conserva su nieta-. Le llev¨¦ donde estaban las fosas, al cementerio, le ense?¨¦ im¨¢genes de algunos de los nombres que aparec¨ªan en su lista y le cont¨¦ lo que hicimos en 1991¡±.
Aquel a?o Francisco Cebri¨¢n ten¨ªa 23¡ªhoy 61¡ª y orden¨® exhumar los cuerpos de sus vecinos. ¡°Pedimos permiso a los due?os de las fincas y sacamos los restos¡±. No se identificaron los huesos. ¡°Hab¨ªa tres f¨¦retros repletos¡±. Se les hizo una misa y al funeral acudi¨® todo el pueblo.
¡ª??Conoc¨ªa la lista de El Hombrecino?
¡ª?Hab¨ªa muchas listas. Yo conservo una. Se repart¨ªan a escondidas.
¡ª??Qui¨¦n la hizo?
¡ª?Se dice que fue un comisario de guerra, pero no se sabe con certeza.
Al volver a Madrid El Hombrecino regres¨® a la residencia donde pas¨® sus ¨²ltimos d¨ªas con demencia. Una tarde, como tantas otras, su nieta¡ªque necesita financiaci¨®n para terminar el fotolibro¡ª se acerc¨® a verle y le pregunt¨® por su lista. ¡°?Qu¨¦ lista?¡±, respondi¨®. No se acordaba. Susana pens¨® que estar¨ªa donde siempre: escondida y doblada en el monedero de su bolsillo. Y all¨ª no hab¨ªa nada. Desapareci¨®.
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