Jo soc gu¨¤rdia civil
Barcelona es la provincia de origen menos habitual entre los guardias civiles, mientras que Ourense es la m¨¢s frecuente
Es una rareza ser guardia civil y catal¨¢n. Alfredo Miras es ambas cosas. ¡°En la academia ¨¦ramos 6 o 7 de unos 3.000¡±, comenta al cruzar la cancela de su cuartel. Lleva destinado cinco a?os en Vilanova i la Geltr¨² (Barcelona), en un edificio encalado y r¨²stico, clon de tantos otros levantados por doquier de Espa?a. El servicio fuera del recinto de este exmilitar de 39 a?os, hijo y hermano de tres guardias urbanos, ha quedado en m¨ªnimos desde finales de septiembre. Labores propias de la Guardia Civil en Catalu?a (la seguridad ciudadana recae en los Mossos), como la verificaci¨®n de que los coches no usan gas¨®leo modificado, la inspecci¨®n tributaria de tragaperras o de productos en los bazares chinos, se han reducido desde entonces. El contacto con la gente tambi¨¦n se ha aletargado conforme escalaba la tensi¨®n que gener¨® el 1 de octubre.
La presencia de los agentes choca en ciertos puntos de Catalu?a, reconoce el guardia Miras: ¡°Hay gente que se extra?a al verte, al ver un coche de la Guardia Civil, sobre todo cuando vamos a hacer inspecciones a pueblos del interior¡±. Recuerda el d¨ªa que tuvo que identificar junto a su compa?ero a quienes colgaban carteles para el refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre en un pueblo del Pened¨¨s. Al aprehenderle la propaganda, un hombre les replic¨® de malos modos. ¡°Me dijo que no ¨¦ramos catalanes. Bueno, el compa?ero no, pero yo le contest¨¦ en catal¨¢n. Su cara era un poema¡±. El salto de un idioma a otro resulta cosa habitual en su trabajo: ¡°Si se me dirigen en catal¨¢n, respondo en catal¨¢n¡±.
Las salidas del cuartel de Vilanova ya se frenaron tras el 20 de septiembre con las detenciones de 14 personas, en su mayor¨ªa altos cargos del Govern, por la organizaci¨®n del refer¨¦ndum ilegal. Aquel d¨ªa sectores independentistas jalearon las redes sociales para ¡°detener a la Guardia Civil¡± y se convocaron manifestaciones ante las sedes de cuatro departamentos de la Generalitat. Otra marcha multitudinaria recorri¨® Vilanova el 3 de octubre para protestar por la actuaci¨®n policial dos d¨ªas antes en los colegios electorales. Cuando pas¨® por delante de las instalaciones del instituto armado, los Mossos se parapetaron a la entrada.
Unos 76.500 guardias civiles est¨¢n en activo en Espa?a. Barcelona es la provincia de nacimiento menos habitual entre ellos en relaci¨®n a su poblaci¨®n, seguida de Tarragona, Castell¨®n, Lleida y Bizkaia (as¨ª se han realizado los c¨¢lculos). De cada 2.000 barceloneses nacidos, solo uno se ha hecho guardia civil, cuando la media espa?ola es de unos seis, seg¨²n datos conseguidos por EL PA?S al amparo de la Ley de Transparencia. En el extremo contrario se encuentra Ourense, con una tasa 15 veces superior (14,7 por cada 2.000), seguida de Zamora, Le¨®n, Salamanca y Lugo. Este a?o, Barcelona tambi¨¦n ha presentado una de las menores tasas de aspirantes a entrar en el cuerpo de toda Espa?a.
Pero hay un lugar en Catalu?a donde cruzarse con un guardia civil por la calle es mucho m¨¢s habitual que en el resto del territorio. En Sant Andreu de la Barca viven 200 familias de guardias acuarteladas en la comandancia de la provincia de Barcelona. El d¨ªa despu¨¦s del refer¨¦ndum del pasado octubre, varios hijos de agentes, alumnos de un instituto cercano, dejaron las clases tras recibir reproches de profesores por la actuaci¨®n policial durante las votaciones.
"Pasar¨¢. El odio no se sostiene de manera natural"
Dentro del recinto de la comandancia vive y ejerce la sargento Marta Fresnedoso. A juzgar por sus palabras y la expresi¨®n de su cara, muy feliz. ¡°Esto es una especie de oasis¡±, comenta. Naci¨® en la cercana Martorell hace 36 a?os de madre de Tarragona y padre de C¨¢ceres. Despu¨¦s de licenciarse en la universidad y trabajar en un banco en Barcelona, decidi¨® convertirse en guardia civil. ¡°Es verdad que est¨¢s en esa burbuja tanto a nivel laboral como personal, porque, [en la comandancia] podr¨¢s tener mayor o menor afinidad, pero todos vamos en la l¨ªnea, todos hacemos equipo. Cuando sales a la calle puede que personas que no te conocen tengan prejuicios¡±.
Para esta suboficial, ser guardia civil y catalana no supone problema (¡°conozco a mucha gente, tengo amigos de todo el espectro pol¨ªtico¡±, comenta enseguida), pero s¨ª ha percibido un cambio a peor en los ¨²ltimos meses. ¡°Cuando lo he notado personalmente ha sido a ra¨ªz de los ¨²ltimos acontecimientos. Ha habido un repunte de esa confrontaci¨®n, de ese rechazo sistem¨¢tico por ser lo que eres, pero pienso que antes no¡±. Habla de una cierta ¡°locura¡± que ¡°ha movido a todo el mundo a posicionarse de manera muy radical y, ya de entrada, a no ver la persona, sino a una figura¡±. Y le ha costado: ¡°Ese rechazo repentino duele, claro que s¨ª¡±. El empeoramiento de la situaci¨®n social le ha llevado a cambiar en parte de h¨¢bitos, aunque ¡°no de manera dram¨¢tica, ni por seguridad¡±.
El mayor enemigo en la Oficina Econ¨®mica de la comandancia, que ella dirige, son los montones de justificantes de dietas, de facturas, de expedientes. Pero, a su manera, aqu¨ª tambi¨¦n se ha notado el despliegue especial de guardias civiles en Catalu?a: el volumen de trabajo casi se ha doblado con el papeleo de las comisiones de servicio de los agentes venidos de fuera.
En p¨²blico y hasta que coge confianza, la sargento Fresnedoso suele mostrarse discreta sobre su profesi¨®n. Tiene presente que su perfil no es habitual, pero no solo por ejercer su profesi¨®n habiendo nacido en Catalu?a. ¡°Caras de sorpresa¡± es lo que recibe cuando dice que es sargento de la Guardia Civil. ¡°Es lo ¨²ltimo que me esperaba de ti", le responden a menudo. Cree que se lo dicen por su imagen y tambi¨¦n ¡°por ser chica, por ser joven¡±. ¡°Todav¨ªa la gente identifica ser guardia civil con ese se?or mayor con bigote¡±, comenta riendo.
La guardia Mireia explica en otro despacho cercano que cuenta con m¨¢s amigos fuera que dentro del acuartelamiento. Reside en la comandancia desde el pasado verano con su mujer y su hijo. Naci¨® tambi¨¦n en la provincia de Barcelona, en Vilanova, hace 37 a?os, y de la brigada paracaidista pas¨® al cuerpo en el 2006. ¡°?D¨®nde vas, loca?¡±, comenta que le contest¨® su pareja al explicarle que su admiraci¨®n por la Guardia Civil la llevaba a opositar. ¡°Nunca me encontr¨¦ a nadie que me dijese nada por mi condici¨®n sexual¡±, explica. ¡°Jam¨¢s tuve un problema por ser guardia civil en Barcelona. Hago mi trabajo, y luego soy una ciudadana m¨¢s¡±. Con su pareja, tambi¨¦n catalana, habla en catal¨¢n. En el trabajo, con gente de tantos lugares, todos se comunican en castellano.
En la austera oficina de la comandancia de Sant Andreu, plagada de banderas de Espa?a, nada dice que el edificio se ubica, en concreto, en Catalu?a, salvo peque?os detalles: la sargento Fresnedoso ha reservado el pie de su monitor para colocar un peque?o escudo con la senyera.
En la otra punta del mapa, otro escudo, con la bandera gallega, prende en la manga del uniforme de Rodrigo Hermilla, 42 a?os, guardia civil desde 1993 y actualmente del Seprona en Ourense. La provincia es la antagonista estad¨ªstica de Barcelona. La situaci¨®n de los agentes en el interior de Galicia difiere, con mucho, de la de los catalanes.
El gallego se usa como lengua de comunicaci¨®n corriente entre los guardias de Lobios, un pueblo orensano en el l¨ªmite con Portugal, famoso por sus aguas termales. ¡°La [Polic¨ªa] Nacional habla m¨¢s castellano, la Guardia Civil habla m¨¢s gallego¡±, apunta el guardia Hermilla. Con ¨¦l van el cabo primero Antonio Dom¨ªnguez y el cabo ?lex Moreira, de 35 y 36 a?os. Todos son de Ourense. Hacerse guardia civil en esta provincia es una buena manera de vivir donde se naci¨®.
¡°Aqu¨ª, la gente del pueblo nos quiere¡±, comenta uno de ellos al resto. Unos vecinos les saludan por la calle de camino a un bar y su due?o les abraza al cruzar la puerta. Un alcalde les llama directamente al m¨®vil por unos vertidos fecales. Mientras, el guardia Hermilla l¨ªa un cigarrillo, y reflexiona: ¡°En nuestro trabajo aqu¨ª tienes que ser psic¨®logo, solucionarlo todo hablando, sopesar si es mejor sancionar o no. Cuando en Galicia hay un problema, se piensa en la Guardia Civil¡±. Hablan y comen un pulpo a feira que acaba de cocerse a la entrada del establecimiento cuando una discusi¨®n entre dos hermanos explota. El cabo Moreira, destinado en el cuartel del pueblo, para la entrevista y salta de la silla. Los agentes los separan y hablan con ellos. Llevan tiempo peleados. Hoy ha muerto su madre. La pelea comenz¨® en el bar Cubano y ha acabado en el Lusitano. Los guardias calman los ¨¢nimos, los escuchan y median con voz parsimoniosa.
Salida profesional o vocaci¨®n
Una ¡°fort¨ªsima endogamia¡± caracteriza a los miembros del instituto armado, algo com¨²n en otros cuerpos militares y funcionariales, y as¨ª lo acusaba ya en 1987 el libro El aparato policial en Espa?a, un an¨¢lisis prolijo de la historia de la Polic¨ªa y la Guardia Civil. Su autor, el exdiputado Diego L¨®pez Garrido, ve una explicaci¨®n a?adida al origen mayoritariamente rural de sus miembros: la econ¨®mica. ¡°En los estratos de regiones m¨¢s pobres se daba un claro predominio por la Guardia Civil, [la polic¨ªa] con la que hab¨ªa, en definitiva, contacto¡±, ilustra.
"La [Polic¨ªa] Nacional habla m¨¢s castellano, la Guardia Civil habla m¨¢s gallego¡±
Los tres guardias gallegos responden que optaron por la Guardia Civil como ¡°salida profesional¡±. Los catalanes, que lo hicieron por ¡°admiraci¨®n¡±. No extra?a que un guardia civil orensano tenga otros familiares en el cuerpo; en Catalu?a eso no es tan frecuente. A Dom¨ªnguez y su hermano, ambos guardias civiles, su padre, tambi¨¦n agente del cuerpo, les recomend¨® que tuvieran precauci¨®n con la gente que quisiera hacerse amigo de ellos. Quiz¨¢ fuera por inter¨¦s. De la pandilla de Rodrigo Hermilla, el primer tercio son guardias y el segundo, funcionarios de otro tipo.
Ninguno de los tres agentes catalanes entrevistados cuenta con un familiar cercano que sea o fuera guardia. Reconocen que en Catalu?a, la posibilidad de hacerse mosso d¡¯esquadra, un trabajo con mejor sueldo, resulta m¨¢s habitual. ¡°Lo m¨ªo fue casi un enamoramiento¡±, reconoce la sargento Fresnedoso, en quien despert¨® la vocaci¨®n tras conocer a unas chicas guardias civiles. Un d¨ªa alguien la confundi¨® a su paso por la comandancia y se cuadr¨® a su paso. Todav¨ªa recuerda el cosquilleo. Pero al comentarlo en casa hubo disgusto: ¡°Un shock. Mi madre me dijo: 'pero si t¨² tienes trabajo, tienes salida profesional'. No la pude convencer, lo tuvo que aceptar y ahora est¨¢ orgullosa¡±.
Ni ¡®vaquillas¡¯ ni ¡®lutes¡¯
La frontera de Espa?a con Portugal, antigua senda de contrabandistas, qued¨® borrada con Schengen. Con el tratado se esfum¨® tambi¨¦n el grueso del trabajo de los guardias en los antiguos tres pasos fronterizos pr¨®ximos a Lobios. En uno de ellos pasan la ma?ana sin pena ni gloria dos guardias civiles. Solo aumenta algo el tr¨¢nsito de coches cuando hay mercadillo al otro lado. ¡°Aqu¨ª no tenemos ning¨²n vaquilla ni ning¨²n lute¡±, comenta con sorna el cabo Moreira, que reconoce la necesidad de mantenerse en forma en un entorno tranquilo: ¡°Tenemos protocolos para reaccionar igual que si estuvi¨¦ramos en un destino m¨¢s complicado¡±. Es el ¨²nico que ha disparado alguna vez su arma de quienes aparecen en este reportaje, y lo hizo al aire. Detuvo a un sujeto que reten¨ªa a una peregrina como ¨²ltima esperanza de una fuga, derivada de que le pillasen intentando robar un cajero con una retroexcavadora. Lobios es una balsa de aceite en la que a veces saltan chispazos: a lo sumo, reciben un aviso de atraco al mes.
El entorno de trabajo del pueblo orensano no podr¨ªa ser m¨¢s diferente al de Sant Andreu de la Barca. La sargento Fresnedoso se muestra optimista con respecto al futuro de la situaci¨®n en Catalu?a. ¡°Pasar¨¢. El odio no se sostiene de manera natural y todo volver¨¢ a ser como era¡±. En la compa?¨ªa de los guardias gallegos del Seprona se ofrecieron nueve plazas de voluntarios para formar parte del despliegue especial en tierras catalanas. Se present¨® medio centenar, y eso que al principio se rumoreaba que la dieta diaria no llegar¨ªa a 30 euros, antes de saber que pagaban en torno a 70. ¡°En Galicia los guardias civiles somos parte de la sociedad. En Catalu?a son parte del Estado¡±, sentencia el guardia gallego Hermilla. ?De qu¨¦ se siente m¨¢s parte el guardia catal¨¢n Miras? ¡°De ambas. Somos parte de la sociedad catalana. Minoritaria, una parte peque?a, pero somos¡±.
Cuando la Guardia Civil era ¡°apreciada¡± en Catalu?a
Hasta despu¨¦s de la Guerra Civil, la Guardia Civil fue "apreciada" en Catalu?a, en opini¨®n de Miguel L¨®pez Corral, historiador especializado en el instituto armado. Formar parte de su cuerpo de oficiales, seg¨²n este investigador, fue motivo de prestigio hasta despu¨¦s de la contienda en toda Espa?a, Catalu?a incluida. "Hasta 1936 la recluta de la oficialidad se nutr¨ªa pr¨¢cticamente por igual de todas partes, pero especialmente de las zonas industriales, urbanas. No hay m¨¢s que ver las escalillas de 1936 y los grandes apellidos vascos y tambi¨¦n catalanes que figuran en ellas, se?al inequ¨ªvoca de que hab¨ªa un componente importante de militares profesionales". El cuerpo de tropa, en cambio, siempre se nutri¨® de la Espa?a rural, y de manera heterog¨¦nea.
Hay dos grandes momentos vinculados a las dos rep¨²blicas y que, seg¨²n L¨®pez Corral, "el pueblo catal¨¢n supo agradecer" a la Guardia Civil. Durante la tercera guerra carlista, en 1873, el teniente coronel Prior fren¨® la intentona de un coronel, Freixas, para que los 5.000 hombres de la dotaci¨®n de la Guardia Civil en Catalu?a se uniesen a los carlistas contra el gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica. Ya en la Segunda Rep¨²blica, tras el golpe de Estado de 1936, la Guardia Civil se mantuvo leal al gobierno de la Generalitat. El general Aranguren se puso a las ¨®rdenes del president Companys y, con las tropas al mando de los coroneles Brotons y Escobar, acaba con toda la resistencia de los sublevados en Catalu?a y con la intentona golpista del general Goded.
METODOLOG?A
En Espa?a hab¨ªa unos 76.500 guardias civiles el pasado abril, mes en el que se extrajo la base de datos que desgrana el municipio y la fecha de nacimiento de todos los agentes de la Guardia Civil en activo. EL PA?S ha tenido acceso a esos datos por medio de una petici¨®n de informaci¨®n amparada en la Ley de Transparencia.
Barcelona es la provincia de nacimiento menos habitual entre los guardias, cuando se relaciona el n¨²mero de agentes nacidos en cada provincia con el total de nacimientos entre 1952 y 1998 (a?o de nacimiento de los miembros m¨¢s veteranos y de los m¨¢s j¨®venes del cuerpo). La tasa por cada 1.000 nacidos en la provincia entre esos a?os apenas supera los 0,5. En el extremo contrario aparece Ourense, con una tasa de 7,35 guardias civiles por cada 1.000 nacidos en la provincia entre 1952 y 1998.
Por municipios, el mayor de 20.000 habitantes con mayor tasa de guardias civiles en relaci¨®n a su poblaci¨®n actual de toda Espa?a es Quart de Poblet, y se encuentra, curiosamente, en una comunidad con poca tradici¨®n en el cuerpo, la Valenciana. El motivo es que en el municipio se ubicaba un hospital militar al que iban a dar a luz mujeres de guardias de toda la provincia. El municipio con m¨¢s de 1.000 habitantes y menor de 20.000 que presenta una mayor tasa de guardias es Molv¨ªzar, en Granada.
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