Irresponsable y fr¨ªvolo Puigdemont
El presidente huido es un lastre y una verg¨¹enza para los catalanes, independentistas incluidos. Su oportunista terquedad s¨®lo puede llevar a la par¨¢lisis pol¨ªtica y a la continuaci¨®n de la ruina econ¨®mica
El independentismo tiene derecho a hacer gobierno. Las tres formaciones que votaron en favor de la rep¨²blica catalana el 27-O tienen suficientes diputados para gobernar y no hay ning¨²n otro bloque de partidos que tenga suficientes diputados para oponerse. JXC, ERC y CUP tienen pues todo el derecho a investir a un presidente de su gusto y luego la obligaci¨®n de gobernar, con una ¨²nica y muy importante limitaci¨®n: deben respetar el marco legal estatutario y constitucional que los ha llevado a presentarse a las urnas y a obtener el mandato de gesti¨®n de sus electores.
No hay mandato en cambio para proclamar ninguna rep¨²blica ni para restituir al presidente destituido Puigdemont en la presidencia. El hecho de que estas tres fuerzas lo hayan puesto en su programa electoral y que este programa haya obtenido los votos suficientes para tener la mayor¨ªa absoluta de diputados no constituye ning¨²n tipo de plebiscito ni por la rep¨²blica ni por Puigdemont. Si se cuentan los votos, como el independentismo ha intentado en otras ocasiones, tienen m¨¢s los que no quisieron votar ni por la rep¨²blica ni por Puigdemont. Hasta tal punto que Ciudadanos, la primera fuerza pol¨ªtica, es la m¨¢s radicalmente contraria a ambas cosas.
El independentismo tiene pues los diputados para hacer gobierno y para ello es necesario que se presente en el Parlamento un candidato dispuesto a presidirlo. Puigdemont huy¨® y dej¨® en la estacada a su gente, al vicepresidente Junqueras y a buena parte del PDCat, y ahora pretende que una votaci¨®n tan compleja como la del 21-D se convierta en el mandato para recuperar el despacho que abandon¨® antes de que nadie emitiera ninguna orden de arresto contra ¨¦l.
El presidente destituido es un caso muy caracter¨ªstico de la irresponsabilidad y la frivolidad de la que han hecho gala una buena parte de los dirigentes independentistas. Quiere repicar e ir a la procesi¨®n, o como dicen los franceses, quiere la mantequilla y el dinero de la mantequilla. Pocos pol¨ªticos han conseguido llegar tan lejos en su inconsecuencia. Ahora mismo, un pol¨ªtico coherente, en lugar de seguir emitiendo mensajes desde Bruselas, hubiera ya vuelto a Barcelona y se hubiera preparado a enfrentarse con todas las consecuencias a sus responsabilidades ante la justicia. Desde la nueva situaci¨®n hubiera tenido mucha m¨¢s autoridad para pedir el voto de investidura a la presidencia de la que tiene ahora, cuando no se sabe d¨®nde comienza su defensa jur¨ªdica y donde terminan su propuesta pol¨ªtica, o su rivalidad y su juego sucio con un Junqueras que, por contraste, se est¨¢ convirtiendo en ejemplo de coherencia y de dignidad.
Carles Puigdemont, al contrario de lo que ¨¦l predica, es el aut¨¦ntico presidente del art¨ªculo 155. La aplicaci¨®n de este art¨ªculo de la Constituci¨®n, que ¨¦l provoc¨®, es lo que le ha dado una nueva vida pol¨ªtica, despu¨¦s de haber fallado estrepitosamente a todos, a los que quer¨ªan que convocara elecciones y los que quer¨ªan que se hubiera comportado como una persona decente y moral tras protagonizar un hecho tan grave como proclamar la rep¨²blica, para luego abandonar inmediatamente el Palau y el Gobierno. Su astucia rocambolesca no deja de ser una mascarada para huir de las acusaciones de traici¨®n y de cobard¨ªa.
El presidente huido es ahora un lastre y una verg¨¹enza para los catalanes, independentistas incluidos. Su persistente y oportunista terquedad s¨®lo puede llevar a la par¨¢lisis pol¨ªtica y a la continuaci¨®n de la ruina econ¨®mica iniciada este oto?o, tras las nefastas jornadas parlamentarias del 6 y 7 de septiembre. La restituci¨®n absurda que pide en el cargo que abandon¨® con nocturnidad y alevos¨ªa es el peor servicio que puede hacer a Catalu?a, porque conducir¨ªa al mantenimiento del 155 e impedir¨ªa por tanto la plena recuperaci¨®n de la autonom¨ªa. El mandato en forma de conminaci¨®n para restituirlo en la presidencia es tan inexistente como el de las elecciones supuestamente plebiscitarias del 27-S de 2015 y despu¨¦s del falso plebiscito del 1-O respecto a la declaraci¨®n unilateral de independencia que se hizo el 27-O.
La propuesta de Puigdemont consiste en seguir en la agon¨ªa interminable del proceso prorrogado infinitamente en nombre de un proyecto que ya no tiene ni rumbo ni fisonom¨ªa y vive s¨®lo de su oposici¨®n cada vez m¨¢s irracional al sistema constitucional espa?ol y al Gobierno de Rajoy. Lo mejor que podr¨ªa hacer Puigdemont es dejar de martirizar a los catalanes con sus ocurrencias y propuestas rid¨ªculas de rep¨²blicas virtuales gobernadas desde las redes, que contribuyen al desprestigio de Catalu?a y de sus instituciones, y en nada hacen avanzar, al contrario, la causa que dice defender.
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