Polic¨ªas bajo sospecha
La juez investiga a dos agentes del cuerpo nacional por el homicidio de un compa?ero, presentado como suicidio, tras un robo de armas en la comisar¨ªa de Ourense
Ourense es un lugar apacible. Funcionarios y comerciantes marcan el paso de un municipio envejecido que lanza a sus j¨®venes a poblar el resto del mundo mediante un perfecto sistema de propulsi¨®n a chorro. La delincuencia es escasa. La ciudad sestea en los gr¨¢ficos que miden la criminalidad: es una de las de Espa?a en las que hay menos delitos. ¡°Un chollo para los mandos policiales porque, a parte de alg¨²n trapicheo o de unos robos, no tienen gran cosa que hacer¡±, sentencia un investigador con a?os de oficio. La placidez salt¨® por los aires a finales de 2015 cuando un an¨®nimo alert¨® a Asuntos Internos y a varios medios de comunicaci¨®n de que la comisar¨ªa era un nido de corrupci¨®n: denunciaba la desaparici¨®n, ocultada, de seis armas de su b¨²nker y la relacionaba con una supuesta mafia del grupo de estupefacientes. Aireado el caso se activ¨® la Operaci¨®n Zamburi?a y Asuntos Internos acab¨® descabezando a la brigada de drogas. Meses despu¨¦s, el agente Celso Blanco aparec¨ªa muerto en su despacho de un tiro en la sien. Dejaba enviados varios mensajes de correo y WhatsApp inculp¨¢ndose pr¨¢cticamente de todo. De no haber sido una chapuza, su supuesto suicidio habr¨ªa cerrado la espita por la que supuraba el tranquilo cuerpo policial.
El s¨¢bado 9 de abril de 2016 Celso Blanco, de 48 a?os, responsable de prensa y participaci¨®n ciudadana en la comisar¨ªa de Ourense, instructor de tiro y entrenador policial de defensa personal, sali¨® de la casa en la que viv¨ªa con su madre en las afueras de Ourense. ¡°Voy a comprar algo de marisco y me paso un rato por la comisar¨ªa¡±, le dijo. Las c¨¢maras recogieron su imagen accediendo en moto, poco antes de las cuatro de la tarde, al edificio policial del que ya no saldr¨ªa vivo.
Esa misma noche se encontr¨® su cuerpo en su despacho. Hab¨ªa muerto de un tiro en la cabeza realizado con una de las seis armas robadas del b¨²nker. Otra estaba sobre la mesa y una tercera, en un caj¨®n de su escritorio. La puerta del despacho, cerrada. El ordenador y su m¨®vil mostraban la supuesta confesi¨®n. Se inform¨® del suicidio.
Durante el funeral, sus compa?eros, consternados, destacaron el car¨¢cter afable de Blanco, su cordialidad y buen talante. Bernardo de Prado, exjefe del difunto y prejubilado por problemas psicol¨®gicos, se acerc¨® a dar el p¨¦same a la familia. Desde el pasado d¨ªa 19 est¨¢ imputado, junto con su hermano gemelo Roi (ahora instructor de tiro en la academia de polic¨ªa de ?vila) por el supuesto homicidio de Blanco. La juez Eva Armesto que instruye la causa por la muerte del agente cree casi al 100% que fue un homicidio e investiga a los hermanos De Prado.
La magistrada comenz¨® tirando del primer hilo: los mensajes del fallecido beneficiaban a Bernardo, a quien Blanco exculpaba expl¨ªcitamente del robo de las armas. Adem¨¢s, al analizar el revolver desde el que se descerraj¨® el tiro mortal, se hallaron huellas que no coincid¨ªan con las del difunto. La hip¨®tesis del suicidio se hac¨ªa tambi¨¦n improbable a la vista del ¨¢ngulo trazado por la bala, por m¨¢s que el agente fuese zurdo y la trayectoria del proyectil fuese de izquierda a derecha. ¡°Esta claro que quien lo haya hecho es peligroso y ha evitado por todos los medios que lo pillen, se?ala el letrado de Blanco, Arturo Mosquera.
Los De Prado son dos tipos singulares, a la vista de las descripciones de vecinos y conocidos recogidas por este diario que definen a los gemelos (id¨¦nticos) como dos hombres poco sociables, especialmente vinculados entre s¨ª y a su familia y que pese a su edad, en la cincuentena, visten exactamente igual. Apenas sal¨ªan del domicilio familiar de To¨¦n (municipio pr¨®ximo a la ciudad). Y apenas se relacionaban.
El d¨ªa de su detenci¨®n comparecieron ante la juez con la misma ropa, pese a que Roi hab¨ªa sido detenido en ?vila. Era imposible distinguirlos. Su lenguaje corporal fue, no obstante, distinto. ¡°Uno de ellos mantuvo el rostro impasible cuando la magistrada les imput¨® los ocho delitos, entre ellos la sustracci¨®n de las armas y el homicidio de su compa?ero, mientras que el otro negaba con su cabeza, mostrando emoci¨®n¡±, sostiene Mosquera.
La juez los dej¨® en libertad bajo fianza de 60.000 euros a cada uno (pusieron sus viviendas como fianza) valorando su arraigo familiar y la imposibilidad de destrucci¨®n de pruebas y orden¨® el registro de sus propiedades. Encontr¨® sangre en el coche de Bernardo. Los gemelos, cuyo abogado ha impedido de momento la toma de muestras de ADN, atribuyeron los restos sangu¨ªneos que ahora se est¨¢n analizando al transporte de carne de una matanza de cerdo. Se declaran inocentes.
Mosquera asegura que la madre del fallecido jam¨¢s dio credibilidad al suicidio. ¡°Viv¨ªan los dos juntos, ¨¦l era su apoyo y ella insiste en que no la habr¨ªa abandonado sin despedirse y, adem¨¢s, Celso no estaba deprimido , no ten¨ªa ninguna enfermedad , no ten¨ªa problemas econ¨®micos y hab¨ªa hecho planes¡±, se?ala. El abogado reconoce que pese al dolor, y a expensas de lo que destape la investigaci¨®n respecto a la autor¨ªa de la muerte, la familia ¡°siente un cierto alivio al confirmarse que no se suicid¨®¡±.
La pl¨¢cida ciudad de Ourense tiene ahora abiertas dos causas judiciales en relaci¨®n con la comisar¨ªa: el supuesto homicidio del agente responsable de prensa y el robo de las armas que destap¨®, con la Zamburi?a, un dato revelador: se decomisaron 4,7 kilos de coca¨ªna, 1,5 de hach¨ªs y 1,7 de hero¨ªna. Tres de las armas sustra¨ªdas del b¨²nker siguen sin aparecer.
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