¡°Un maltratador jam¨¢s ser¨¢ un buen padre¡±
Patricia Fern¨¢ndez sufri¨® las consecuencias de las agresiones machistas contra su madre durante 16 a?os. Desde 2013, 23 menores han sido asesinados y 186 se han quedado hu¨¦rfanos
Patricia Fern¨¢ndez responde sin atisbo de duda: ¡°Un maltratador jam¨¢s ser¨¢ un buen padre¡±. Para ella el 20 de febrero de 2005 es una fecha grabada a fuego en su memoria. Ten¨ªa seis a?os y aquel d¨ªa su ¡°progenitor biol¨®gico¡±, como ella lo llama, casi mata a su madre por asfixia. No era la primera agresi¨®n. Su infancia estuvo marcada por el miedo, la ansiedad y la angustia. Tambi¨¦n la de Jos¨¦ Antonio Barea y Rub¨¦n Mart¨ªnez. Todos ellos fueron durante a?os, junto con sus madres, v¨ªctimas de la violencia machista, que en los ¨²ltimos cinco a?os ha dejado 23 menores asesinados y 186 hu¨¦rfanos, seg¨²n datos del Ministerio de Sanidad.
¡°Me acostumbr¨¦ a actitudes de supervivencia que un ni?o normal, en una situaci¨®n normal, no tendr¨ªa. Detectaba cu¨¢ndo se pon¨ªa agresivo con solo una mirada¡±, explica Fern¨¢ndez, quien, con cinco a?os, se escond¨ªa debajo de la mesa cuando llegaba su padre. Su edad no le permit¨ªa entonces poner nombre a sus emociones. Hoy tiene 19 a?os y es capaz de descifrar qui¨¦n era el malo que aparec¨ªa en sus sue?os. ¡°Yo siempre ten¨ªa pesadillas con que entraba un ladr¨®n en casa y hac¨ªa da?o a mi madre y a mi hermano. El ladr¨®n era ¨¦l¡±, dice.
Por suerte, su madre, Sonia, pudo escapar de aquella brutal paliza y denunciar. Aunque aquel ¡°basta¡± no fue el final del sufrimiento de Fern¨¢ndez y su hermano. Ambos fueron obligados a seguir viendo a su progenitor en un punto de encuentro. ¡°Cuando me enter¨¦ de que ten¨ªa que ir a verle, intent¨¦ saltar del coche y empec¨¦ con ataques de ansiedad¡±, cuenta la joven, que a¨²n se pregunta por qu¨¦ si ¨¦l era peligroso para su madre no lo era para ellos. La situaci¨®n se prolong¨® hasta que cumpli¨® los 16. Ahora, adem¨¢s de estudiar Comunicaci¨®n, trabaja con menores v¨ªctimas de violencia machista en la organizaci¨®n Avanza sin Miedo.
Indefensos
Estas historias son habituales para Mar¨ªa Teresa P¨¦rez-Caballero, psicopedagoga y presidenta de la Asociaci¨®n D¨¦meter, que ofrece atenci¨®n a ni?as y ni?os que han pasado por experiencias similares. ¡°Se sienten indefensos. Tienen miedo de ir con el padre, son obligados a seguir haci¨¦ndolo y en ocasiones, echan en cara a la madre que ella no tenga que ir a verlo y ellos s¨ª¡±, explica sobre los casos en los que el progenitor tiene derecho a un r¨¦gimen de visitas.
Los menores expuestos a la violencia de g¨¦nero son considerados v¨ªctimas, seg¨²n la Ley de Infancia y Adolescencia de 2015, que contempla la ¡°obligaci¨®n de los jueces de pronunciarse sobre las medidas cautelares¡±. Pero el porcentaje de casos en los que se aplican sigue siendo bajo. En el tercer trimestre de 2017 ¡ªlos ¨²ltimos datos disponibles¡ª la suspensi¨®n del r¨¦gimen de visitas se produjo en el 2,3% de los supuestos, seg¨²n cifras del Consejo General del Poder Judicial. ¡°La decisi¨®n queda a la discrecionalidad del juez¡±, critica Catalina Perazzo, de Save the Children. El Pacto de Estado contra la Violencia de G¨¦nero de 2017 contempla esta medida, pero su aplicaci¨®n requiere cambios legislativos.
Rub¨¦n Mart¨ªnez ¡ªnombre ficticio¡ª no fue obligado a seguir viendo a su padre, pero se top¨® con la incomprensi¨®n de una sociedad que no entend¨ªa el rechazo hacia su progenitor. ¡°Cuando quer¨ªa contar lo que me hac¨ªa, la gente me mandaba callar y me dec¨ªa que era mi padre¡±, relata con tono indignado. Una actitud que Mart¨ªnez califica de ¡°hipocres¨ªa social¡±. ¡°El bien del menor no es que vea a sus padres, es que se sienta bien y seguro¡±, sentencia.
Mart¨ªnez, de 35 a?os, soport¨® durante 20 el maltrato f¨ªsico y verbal de su padre a su madre. Y a ¨¦l mismo. ¡°Nos pegaba, nos gritaba, nos ninguneaba. Mi padre no me ha querido nunca, me ha utilizado para hacer da?o a mi madre¡±, dice con seguridad. Igual que Mart¨ªnez, el 64% de los hijos de mujeres maltratadas ha sufrido la violencia de forma directa, de acuerdo con datos del Ministerio de Sanidad de 2015. Pese al miedo y la angustia, de puertas para afuera Mart¨ªnez era un ¡°ni?o mod¨¦lico¡±, seg¨²n sus palabras. De puertas para adentro, depresi¨®n, sumisi¨®n, ideas suicidas, acoso escolar y silencio. ¡°Cuando un monstruo te pega una paliza y tienes cinco o seis a?os, aprendes a callarte¡±, reflexiona, al tiempo que recuerda c¨®mo, a veces, el temor le imped¨ªa entrar en su casa cuando llegaba del colegio.
Para P¨¦rez-Caballero, la discreci¨®n y los problemas para relacionarse son algunos de los efectos de la convivencia con la violencia machista en aquellos menores con un car¨¢cter m¨¢s inhibido. Por el contrario, la psicopedagoga se?ala c¨®mo los ni?os con m¨¢s temperamento tienden a aliarse en el colegio con el m¨¢s fuerte para evitar el maltrato. ¡°Pero eso no significa que no sufran¡±, puntualiza.
En algunas ocasiones, los ni?os v¨ªctimas de violencia machista dejan de ser los protegidos para convertirse en protectores. Es el rol que asumi¨® Jos¨¦ Antonio Barea con siete a?os la noche en que llam¨® a la polic¨ªa. Su madre estaba inconsciente en el suelo despu¨¦s de que su padre la golpeara contra la pared. El joven, que ahora tiene 21 a?os, vivi¨® durante su infancia con un miedo constante. ¡°Quer¨ªa estar delante por si pod¨ªa evitar algo. Nunca me ha gustado dejar sola a mi madre¡±, confiesa. Barea nunca fue maltratado por su padre, pero las agresiones hacia su madre fueron suficientes como para acabar odi¨¢ndole. ¡°Si insulta a tu madre es como si te hiciera da?o a ti¡±.
El riesgo del aprendizaje de la violencia
La exposici¨®n en la infancia a la violencia machista como la que sufrieron Fern¨¢ndez, Mart¨ªnez y Barea es tambi¨¦n un factor de riesgo para que los menores incorporen esa conducta. As¨ª lo se?alan la psicopedagoda Mar¨ªa Teresa P¨¦rez Caballero y la psic¨®loga cl¨ªnica y forense Timanfaya Hern¨¢ndez.
"Tanto en el ¨¢mbito cl¨ªnico como en el forense es frecuente encontrar que personas que ejercen violencia han sido v¨ªctimas de ella durante la infancia", afirma Hern¨¢ndez. Sin embargo, como matiza, esta relaci¨®n no significa "que todas las personas que sufren violencia la emplear¨¢n en la edad adulta".
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