Espa?a se prepara para una nueva adicci¨®n
Gobiernos y entidades crean programas para atender el creciente n¨²mero de casos de abuso de las nuevas tecnolog¨ªas, sobre todo entre j¨®venes

Una madre sube al metro en Barcelona con un cochecito en el que monta su hijo de 3 a?os. El cr¨ªo llora desesperado, grita que quiere el m¨®vil. El ni?o no para hasta que la madre le da el tel¨¦fono. La paz vuelve de inmediato al vag¨®n pero Gemma Garcia, que ha estado observando la escena, asegura que ah¨ª puede estar la ra¨ªz de un problema mayor, un joven enganchado, el abuso de las nuevas tecnolog¨ªas. "Lo veo a menudo, padres que dan el m¨®vil al ni?o para que se calme, y eso no es nada saludable", explica Garcia, jefa de SPOTT, el centro de atenci¨®n a drogodependencias para j¨®venes de la Diputaci¨®n de Barcelona.
El Ministerio de Sanidad ha incluido por primera vez en 2018 las adicciones a las nuevas tecnolog¨ªas en el Plan Nacional de Adicciones. El Ministerio destaca que adolescentes y j¨®venes son el principal grupo de riesgo, y que no debe confundirse el uso inadecuado con una adicci¨®n. El 18% de la poblaci¨®n entre los 14 y los 18 a?os realiza un uso abusivo de las nuevas tecnolog¨ªas, seg¨²n datos del Gobierno. La Organizaci¨®n Mundial de la Salud no reconoce la adicci¨®n a las nuevas tecnolog¨ªas aunque a partir de 2018 s¨ª admitir¨¢ que existe la adicci¨®n a los videojuegos. Vega Gonz¨¢lez, directora del centro de Atenci¨®n e Investigaci¨®n de Socioadicciones (AIS), corrobora que "todav¨ªa falta mucha investigaci¨®n para que la OMS se plantee reconocer adicciones a redes sociales o similares. Pero que acepten la adicci¨®n a los videojuegos es una se?al de hacia d¨®nde vamos. Han abierto el mel¨®n". Gonz¨¢lez estima que solo un 1,4% de la poblaci¨®n usuaria a las nuevas tecnolog¨ªas puede ser adicta, y que la edad de riesgo es entre los 11 y los 25 a?os. La organizaci¨®n contra drogodependencias Proyecto Hombre inici¨® hace cuatro a?os su programa para las adicciones a las Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n y Comunicaci¨®n (TIC). En 2013 atendieron a 3 personas y en 2016 ya eran 51, y ninguna de ellas adulta, seg¨²n Luis Bononato, presidente de Proyecto Hombre. En SPOTT han atendido una veintena de casos en dos a?os de especializaci¨®n: al principio acud¨ªan sobre todo j¨®venes de entre 18 y 19 a?os adictos a las apuestas online, pero la edad ha ido disminuyendo y la problem¨¢tica diversific¨¢ndose, seg¨²n Garcia. Bononato explica que este a?o, por primera vez, todos los colegios que colaboran con Proyecto Hombre han pedido organizar sesiones informativas sobre abuso de las TIC.
Los expertos advierten que es necesario distinguir entre un uso irresponsable y una "adicci¨®n comportamental". Esta responde a los mismos par¨¢metros que las adicciones a sustancias: necesidad cada vez de m¨¢s consumo para obtener satisfacci¨®n, agresividad en abstinencia, alteraci¨®n de los h¨¢bitos del sue?o y de la alimentaci¨®n, aislamiento y p¨¦rdida de la vida familiar, profesional y educativa. Garcia establece en por lo menos un a?o el tiempo para considerar que un h¨¢bito presenta muestras de enfermedad, y a?ade que es indicativo de haber adicci¨®n si la persona "es consciente de que tiene un problema pero no puede hacer nada para solucionarlo". Los m¨¦dicos consultados para este reportaje avisan de que en muchos casos las adicciones a las TIC son s¨ªntomas de otros problemas, de malos h¨¢bitos o de trastornos mentales. "Estamos estudiando si la adicci¨®n a las TIC est¨¢ causada por otras patolog¨ªas, como ansiedad o una depresi¨®n, o si es la adicci¨®n la que lo genera", a?ade Gonz¨¢lez.
Testimonio de una madre
C. es una madre de Andaluc¨ªa que recurri¨® al programa Proyecto Joven de Bononato para su hijo de 13 a?os. Prefiere preservar su identidad para no afectar la reputaci¨®n. Su hijo era adicto a pantallas, tanto a videojuegos como al ordenador y al m¨®vil. La madre destaca que se refugiaba en internet porque es un chico con dificultad para relacionarse. La situaci¨®n se hizo insoportable cuando C. interven¨ªa y la reacci¨®n del menor era violenta: "Asist¨ªamos dos veces por semana a las sesiones. Al principio ¨¦l no quer¨ªa pero finalmente se sinti¨® a gusto porque hab¨ªa otros chavales como ¨¦l", explica C. La terapia dur¨® un a?o y est¨¢ dise?ada para padres e hijos. ¡°Yo trabajaba mi posici¨®n de adulto y c¨®mo mantener la calma. Los ejercicios eran para los dos, nos ense?aron herramientas de confrontaci¨®n. En vez de decirle ?por qu¨¦ no has hecho hoy la cama? o ?no me insultes?, deb¨ªa preguntarle ??qu¨¦ ha pasado hoy que no has hecho la cama?? o decirle que me siento mal porque me ha insultado¡±. Tambi¨¦n es importante, seg¨²n lo aprendido por C., alabar las cosas que su hijo hace bien. Ahora el joven tiene 15 a?os, la mejor¨ªa es evidente y cumple con las rutinas establecidas: una hora diaria de internet a cambio de hacer los deberes, tareas del hogar y no dormir con el m¨®vil en la habitaci¨®n.

Garcia destaca que hay casos extremos que requieren internamiento en un centro sanitario, como el de un joven que llevaba dos a?os sin salir de casa, que se negaba a ser atendido y que sus horarios de dormir y h¨¢bitos de alimentaci¨®n estaban totalmente alterados. Eduardo Cueto es terapeuta de Proyecto Hombre en Madrid y apunta que estas situaciones son excepcionales. ¡°Poner a un adolescente la etiqueta de adicto es una cuesti¨®n muy delicada. Hay que analizar caso por caso¡±, relata Cueto, que considera que ¡°adicto es una persona que no duerme, que no se levanta para comer, que se alimenta de sobres, consume bebidas energ¨¦ticas, no sale de casa en mucho tiempo y desarrolla fotofobia. El resto es un mal uso de unos instrumentos que se han convertido en extensiones nuestras¡±.
Bononato subraya que el abuso existe entre adultos pero este tiende a normalizarse y no se pide ayuda hasta que la situaci¨®n es extrema. Gonz¨¢lez recuerda el caso reciente de un hombre de 42 a?os, adicto a los videojuegos, que acept¨® ser tratado por el AIS porque su mujer le amenaz¨® con la separaci¨®n. ¡°Hab¨ªa dejado en m¨¢s de una ocasi¨®n de ir a recoger a los ni?os al colegio y su respuesta era ?pero c¨®mo voy a parar, si un ej¨¦rcito depende de m¨ª?. Se a¨ªslan en otro mundo en el que ganan autoestima¡±. La misma descripci¨®n utiliza Garcia para detallar a otro joven cuidado en SPOTT que interrumpi¨® sus estudios porque estaba enganchado a Instagram: ¡°Me dec¨ªa que c¨®mo pod¨ªa dejarlo si aquel d¨ªa hab¨ªa conseguido 400 likes¡±. En casos as¨ª, insiste Garcia, es clave dar formaci¨®n a los padres.
Restringir el m¨®vil a menores
Marc Masip, director del Instituto Psicol¨®gico Desconecta, lleva seis a?os volcado en tratar el abuso de las TIC. En 2017 dobl¨® el n¨²mero de j¨®venes atendidos por Desconecta ¨Cm¨¢s de 1.400 asistidos¨C y este 2018 va camino del mismo salto. Los casos extremos representan entre un 5% y un 10%, y estos son desviados para tratamiento en la cl¨ªnica privada Cita, en Dosrius (Barcelona). Masip y el director psiquiatra de Cita, Josep Maria F¨¤bregas, reciben a EL PA?S en este enclave natural privilegiado del Mediterr¨¢neo. Masip calcula que solo el 5% de las personas que pasan por Desconecta son adultos. F¨¤bregas cuenta que en Cita solo han atendido a adultos con trastornos vinculados a las apuestas online. Su explicaci¨®n al menor riesgo entre los adultos es la madurez y la presi¨®n de tener mayores responsabilidades. El n¨²mero de j¨®venes en riesgo solo hace que crecer y se preparan para abrir una cl¨ªnica destinada ¨²nicamente a adolescentes adictos a las TIC. Masip es partidario de restringir por ley el uso del m¨®vil a los menores de 16 a?os porque asegura que, aunque en los colegios se establezcan l¨ªmites, la tecnolog¨ªa y los j¨®venes siempre ir¨¢n por delante de padres y profesores. F¨¤bregas lo secunda con un ejemplo: ¡°La ley no permite conducir a un menor de 14 a?os, aunque sepa llevar el coche, porque consideramos que no tiene suficiente madurez para hacerlo. Podemos plantear lo mismo con el m¨®vil¡±.
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