Las mujeres rurales tambi¨¦n hacen huelga este 8 de marzo
Este jueves habr¨¢ concentraciones y manifestaciones en pueblos de todo el pa¨ªs
En la Casa de la Cultura de Ahigal (C¨¢ceres) se respiraba ambiente de huelga el s¨¢bado 3 de marzo. Se pintaron pocas pancartas pero se hicieron decenas de delantales con retales. No hubo sindicalistas para alentar la protesta sino agentes de igualdad que recordaron las razones para plantarse este 8 de marzo a agricultoras, cuidadoras, profesoras, sanitarias, alguna ingeniera, una alcaldesa y muchas paradas, amas de casa y jubiladas. Tampoco hac¨ªa demasiada falta invocar la retah¨ªla de motivos porque todas conocen el machismo de cerca. Aunque el t¨¦rmino feminismo se resiste a entrar en el ¨¢mbito rural, donde viven 4.863.800 mujeres, este jueves habr¨¢ concentraciones y manifestaciones en pueblos de todo el pa¨ªs.
Rebeca Gonz¨¢lez, agente de Igualdad de la mancomunidad de Valle de Ambroz, una de las tres que convocaron el encuentro, junto al Movimiento Extreme?o por la Paz, reconoce que al t¨¦rmino se le tiene miedo, porque ¡°el sistema se ha encargado de ponerle la cruz¡±, hasta el punto de unirle "nazi" como prefijo. Los carteles que repartieron por los pueblos de Las Hurdes, el Valle de Ambroz y Trasierra-Granadilla anunciaban una ¡°asamblea informativa sobre la huelga del 8 de marzo¡±, sin el adjetivo que la define. En la reuni¨®n, el feminismo lo ocupaba todo, incluidos los mandiles en los que se imprimieron el s¨ªmbolo del movimiento y el lema?Huelga feminista.
¡°Siempre hablamos de feminismo aunque al promocionar los talleres que organizamos intentamos camuflar el nombre y hablamos de igualdad¡±, cuenta tambi¨¦n la agricultora almeriense Inmaculada Ad¨¢?ez, responsable del Andaluc¨ªa el ?rea de Igualdad y Mujer de la Uni¨®n de Agricultores y Ganaderos (COAG) y presidenta de la Confederaci¨®n de Mujeres del Mundo Rural (CERES). Hacen pedagog¨ªa siempre con pies de plomo para no asustar a quien desconoce que "el feminismo busca un avance en la sociedad a trav¨¦s de la igualdad" y para que algunos hombres no le vean como una agresi¨®n. CERES ha organizado encuentros como el de Ahigal por toda la comunidad aut¨®noma ¡°para llevar la huelga de 24 horas a todas las mujeres¡±, igual que la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), que se ha decantado sin embargo por los paros de dos horas convocados por los sindicatos.
Cristina Cancho, consultora en Igualdad en Almagro, que lleva a?os intentando explicar en asociaciones de mujeres de la provincia de Ciudad Real qu¨¦ es el feminismo, se niega a renunciar al t¨¦rmino para no traicionar una lucha de 200 a?os. ¡°Cuando sale la palabra feminista se produce un rechazo absoluto¡±, reconoce, ¡°con t¨®picos e ideas preconcebidas que son un muro, como que el machismo es lo mismo que el feminismo¡±. Armada de datos y paciencia, ¡°vas quit¨¢ndole el rabo y los cuernos al feminismo¡±, dice.
La violencia machista en soledad
"No es cierto que haya m¨¢s casos de violencia de g¨¦nero en el ¨¢mbito rural, pero la soledad es mayor y es m¨¢s dif¨ªcil buscar ayuda donde todo el mundo se conoce", se?ala Sampedro. "La poblaci¨®n est¨¢ m¨¢s envejecida y hay mujeres v¨ªctimas que lo consideran normal y son reticentes a denunciar e incluso, a criticar", explica Cristina Cacho.
En los pueblos, muchos de los cuales perdieron los servicios de atenci¨®n a las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero que ten¨ªan los Ayuntamientos -y que el Pacto de Estado en la materia prev¨¦ recuperar-, las mujeres no tienen acceso f¨¢cil a la informaci¨®n sobre las opciones que tienen a su disposici¨®n. Muchas tampoco pueden buscar esos recursos en internet, porque como se?ala L¨®pez, el acceso a la web de banda ancha es m¨¢s limitado en los municipios rurales.
Luis Camarero recuerda adem¨¢s el "doble castigo" que pueden sufrir las mujeres cuando al final denuncian: "Se suele decretar el alejamiento y en el medio rural eso significa que va a ser desalojada la v¨ªctima; y no hay espacios para alojarlas con seguridad como en ¨¢reas urbanas".
?Es el campo m¨¢s machista?
Las te¨®ricas est¨¢n divididas sobre si hay m¨¢s machismo en los pueblos que en las ciudades, pero Cancho s¨ª cree que los n¨²cleos rurales son ¡°menos permeables a los cambios, las tradiciones est¨¢n m¨¢s arraigadas, la religi¨®n tambi¨¦n¡±. Ad¨¢?ez coincide y pone ejemplos: ¡°Si ven una mujer en tractor pasando por el pueblo, es una machorra¡±. Te se?alan si est¨¢s divorciada, si eres madre soltera, o si est¨¢s de fiesta a las seis de la ma?ana, porque ¡°las mujeres solas no tienen ning¨²n valor¡±, dice.
Julia Castellano, jubilada de 71 a?os, ha vuelto a su pueblo del norte de C¨¢ceres, Abad¨ªa, despu¨¦s de vivir y trabajar de cocinera en Madrid durante 42 a?os. En su opini¨®n, ¡°diferencias entre hombres y mujeres la hay en todas partes¡±, pero el envejecimiento de la poblaci¨®n rural -del 25,2% en las mujeres, frente al 19% de las ciudades, seg¨²n un estudio de 2011 del Ministerio de Agricultura, a?o en el que se realiz¨® el ¨²ltimo censo- pone m¨¢s en evidencia, en proporci¨®n, actitudes del pasado. Le dan la raz¨®n los soci¨®logos Luis Camarero, de la UNED, y Rosario Sampedro, de la Universidad de Valladolid. ¡°La dominaci¨®n patriarcal es hist¨®rica y universal, pero el medio rural la amplifica porque impone una carga mayor de cuidados en la mujer por la dispersi¨®n de los servicios, y eso lo convierte en un medio m¨¢s hostil¡±, explica Camarero. A Sampedro le molesta "el estereotipo de lo rural machista". ¡°Pensamos en gente muy poco educada, muy burda, pero hay de todo en ambos espacios. Las mujeres rurales son muy diversas, m¨¢s all¨¢ de los estereotipos¡±.
En Las Hurdes hay feministas como Cristina Gaspar, una mujer de 33 a?os que se pasa el d¨ªa ¡°machacando¡± a su entorno en Caminomorisco para que identifiquen los micromachismos (y no tan micros) y dejen de aceptar comportamientos que perpet¨²an la desigualdad y los estereotipos de g¨¦nero. Siempre hab¨ªa sido ¡°muy defensora de la mujer¡± pero fue en el Ej¨¦rcito, donde estuvo nueve a?os, cuando el choque le empuj¨® a abrazar el feminismo de manera consciente. Elena Arenas, de 50 a?os, doctora por la Universidad de Castilla-La Mancha y profesora de Lengua y Literatura en un instituto en Almagro, lleva un a?o ¡°soliviantada, leyendo y leyendo¡±. Empez¨® con el libro Feminismo para principiantes, de N¨²ria Valera, pero fue Neoliberalismo sexual, de Ana de Miguel, el que le abri¨® los ojos. ¡°Estoy en fase de transformaci¨®n y me siento estafada. ?C¨®mo puede ser que en toda mi vida acad¨¦mica no me haya encontrado con la monta?a de bibliograf¨ªa feminista?¡±.
Los problemas de las mujeres del ¨¢mbito rural son los mismos que en el medio urbano, "pero amplificados¡±, seg¨²n la especialista Rosario Sampedro. El envejecimiento recae sobre ellas, que son quienes soportan la carga dom¨¦stica de cuidados de ni?os y ancianos. Los servicios p¨²blicos como los centros de d¨ªa para mayores, los centros de salud y las guarder¨ªas de cero a tres a?os son m¨¢s escasos y la movilidad es muy reducida, con transporte p¨²blico escaso y a un precio poco accesible. ¡°Sin coche no eres nadie¡±, dice la soci¨®loga y profesora.
Otra de las grandes dificultades para las mujeres en el mundo rural es la masculinizaci¨®n del entorno: por cada 100 varones de 30 a 49 a?os hay 84,7 mujeres, seg¨²n el INE. Ellas, m¨¢s formadas, han emigrado en mayor medida hacia n¨²cleos m¨¢s urbanos porque las opciones de futuro son m¨¢s escasas y el mercado laboral, m¨¢s restringido. Un estudio del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) y del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) de 2011 se?al¨® que el 63,2% de las mujeres entre 16 y 59 a?os cree que no hay futuro y que terminar¨¢ march¨¢ndose, en contra de su voluntad.
¡°En el ¨¢mbito rural se cumplen todos los par¨¢metros: m¨¢s tasa de paro y menos de actividad y la brecha salarial es mayor¡±, se?ala la presidenta de la Federaci¨®n de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), Teresa L¨®pez. "La divisi¨®n sexual cl¨¢sica del trabajo (ellas con trabajos con mayor esfuerzo y repetitivos, ellos en puestos m¨¢s c¨®modos y de control) en el campo est¨¢ casi blindada", explica Luis Camarero. Hasta extremos como el de las explotaciones de br¨®coli, donde seg¨²n cuenta, las mujeres pasan sesiones agotadoras trabajando tumbadas y los hombres son los ¨²nicos que manejan los toros mec¨¢nicos y los camiones. En el norte, algunos proyectos de pastoras j¨®venes y con formaci¨®n, que tambi¨¦n trabajan en queser¨ªas, se?ala el camino para revertir la situaci¨®n.
Como en las ciudades, cuando termina la jornada laboral, las mujeres siguen trabajando en casa. Seg¨²n el estudio del Agricultura (el m¨¢s reciente en la materia), en 2010 las mujeres dedicaban 5 horas y 39 minutos al cuidado familiar al d¨ªa, frente a las 3 horas y 40 minutos de ellos. ¡°El hombre va a trabajar, viene a casa y no se preocupa de nada. Yo he trabajado tambi¨¦n fuera y al llegar he tenido que hacer todo. Ellos no lo ven como obligaci¨®n suya¡±, se queja en Ahigal Inmaculada Crego, 56 a?os, de Zarza de Granadilla. Le cuesta definirse como feminista y reconoce que ella tampoco ¡°ha peleado mucho¡± para repartir las tareas dom¨¦sticas. Del encuentro se marcha corriendo porque en casa le esperan con hambre su marido, su hijo, su nieto y un hermano que cuida y la duda de si podr¨¢ hacer huelga, pero se lleva su mandil, que este jueves colgar¨¢ de su ventana, como en pueblos y ciudadades de toda Espa?a. No le di¨® tiempo a cantar junto a las otras participantes el himno de la huelga ni a emocionarse con el estribillo que dice: "Este mundo no nos gusta y lo vamos a cambiar".
Las agricultoras invisibles
Despu¨¦s de trabajar una vida junto a sus esposos en el campo, muchas mujeres se quedaron sin pensi¨®n porque las explotaciones estaban a nombre de ellos, porque eso "no se discute", como explica Teresa L¨®pez. La Ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias que entr¨® en vigor en 2011 pretend¨ªa corregir esa invisibilizaci¨®n de la mujer, para que ellas tuviesen los mismos derechos e ingresos que sus c¨®nyuges. Siete a?os despu¨¦s, la presidenta de FADEMUR denuncia "dejadez en el reconocimiento" y "trabas burocr¨¢ticas" por desconocimiento de qui¨¦nes deben aplicarla. Solo se han registrado 351 explotaciones desde 2011, ninguna en algunas comunidades aut¨®nomas como Andaluc¨ªa y Pa¨ªs Vasco, aunque L¨®pez advierte que los datos en algunas comunidades aut¨®nomas no est¨¢n actualizados.
La norma, seg¨²n Luis Camarero, tiene "una intencionalidad recaudadora y es poco favorecedora". Este soci¨®logo considera sin embargo que la agricultura ha cambiado, las explotaciones ya no son tan familiares, sino que funcionan como empresas con asalariados, y "no vamos a encontrar muchas agricultoras". El principal sector en el que se emplean las mujeres en el ¨¢mbito rural son los servicios, seguidos de la hosteler¨ªa y los cuidados, a?ade. Tambi¨¦n hay un alto porcentaje de empleadas en servicios cualificados como la ense?anza y la sanidad, y en trabajos m¨¢s manuales.
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