Sin acusados de la violaci¨®n en grupo en un cuartel
M¨¢s de tres meses despu¨¦s de que una soldado denunciara la m¨¢s grave agresi¨®n sexual en las Fuerzas Armadas todav¨ªa no hay ning¨²n imputado, detenido o arrestado
La disciplina militar exige inmediatez y ejemplaridad. Por eso, los militares (y tambi¨¦n los guardias civiles) son el ¨²nico colectivo que puede ser privado de libertad sin que lo ordene un juez. Sin embargo, m¨¢s de tres meses despu¨¦s de que una soldado del cuartel del Ej¨¦rcito del Aire en Bobadilla (M¨¢laga) denunciara haber sido v¨ªctima de una violaci¨®n en grupo, nadie ha sido a¨²n imputado, detenido o arrestado. La ¨²nica que falta en la unidad es la presunta v¨ªctima, de baja sicol¨®gica desde entonces. Dos juzgados, uno civil en Antequera y otro militar en Sevilla, investigan hasta ahora sin resultado la m¨¢s grave agresi¨®n sexual conocida en el seno de las Fuerzas Armadas, bautizada como la manada militar por su similitud con el caso que convulsion¨® los sanfermines de 2016.
La soldado, natural de M¨¢laga, de 35 a?os, denunci¨® el pasado 12 de diciembre que sospechaba haber sido drogada dos noches antes, mientras tomaba copas con otros militares para celebrar la Virgen de Loreto, patrona de la Aviaci¨®n (¡°recuerdo que la cerveza ten¨ªa un sabor amargo¡±, explic¨® a la polic¨ªa). A la ma?ana siguiente, se despert¨® en el cuartel, en un cuarto del pabell¨®n de tropa que sirve a las cocineras para cambiarse de ropa. La llave estaba puesta por fuera de la puerta. Sufr¨ªa un fuerte dolor de cabeza y no recordaba nada de lo sucedido a partir de la medianoche.
En sucesivas declaraciones ante la polic¨ªa, la soldado fue completando las lagunas de su memoria. Explic¨® que, mientras estaba en el pub con sus compa?eros, un sargento ¡°se acerc¨® m¨¢s de lo debido, empezando a acariciarle la pierna, lo que la dej¨® sorprendida¡±, al tiempo que ¡°not¨® c¨®mo otra mano le tocaba el muslo por la parte de atr¨¢s, dando un manotazo para que se la quitasen de encima. Otros dos [militares] se acercaron a ella y empezaron a decirle al o¨ªdo: 'Es que no veas c¨®mo vienes¡±. La soldado admiti¨® que se trataba de ¡°recuerdos confusos¡± y que no pod¨ªa identificar a los protagonistas, por lo que pensaba ¡°que ya deb¨ªa estar drogada¡± en esos momentos.
En su ¨²ltima declaraci¨®n policial, tras explicar que ¡°poco a poco¡± le afloraban las im¨¢genes de lo sucedido esa noche, la soldado describi¨® c¨®mo, estando ya en la habitaci¨®n del cuartel y presumiblemente drogada, ¡°un hombre de tez morena la mov¨ªa mientras la cog¨ªa del brazo y le dec¨ªa cosas¡± y tambi¨¦n record¨® a otro ¡°con una respiraci¨®n muy profunda¡±, del que notaba el contacto ¡°en su costado y su cara, muy desagradable¡±.
Al d¨ªa siguiente de la celebraci¨®n, aconsejada por dos compa?eros, la soldado se hizo un test de drogas que di¨® positivo en barbit¨²ricos (burundanga). Pero estaba caducado y el posterior an¨¢lisis de orina no aval¨® su resultado. Tampoco parece que pueda hacerlo la prueba de cabello a la que se someti¨® pasadas ya unas semanas.
"?Y qu¨¦ voy a hacer si son mis jefes!"
Del acoso que sinti¨® la soldado en el pub donde tomaba copas con sus compa?eros fue testigo un cabo amigo suyo. Seg¨²n declar¨® este, al volver a entrar al local tras fumar un cigarro en la calle la vio rodeada de militares y la not¨® rara. Se acerc¨® a ella y le pregunt¨® qu¨¦ le pasaba. ¡°Es que me han sobado todos, me han tocado todos¡±, le confes¨®. Cuando ¨¦l le recrimin¨® por qu¨¦ dejaba que lo hicieran, le contest¨®: ?Y qu¨¦ voy a hacer si son mis jefes!¡±
La soldado reconoce que el intento de violaci¨®n que sufri¨® en agosto pasado empez¨® como una relaci¨®n consentida. Un cabo la cogi¨® por el pasillo y la empuj¨® al interior de una habitaci¨®n, empezando a besarla. ¡°Este hecho no la desagrad¨®, por lo que continu¨® bes¨¢ndose¡±, admite en su declaraci¨®n. Pero en un momento determinado, ella se neg¨® a continuar. Entr¨® otro militar y aprovech¨® para quit¨¢rselo de encima. Pero el compa?ero se fue y el cabo insisti¨®, pese a sus repetidas negativas. Para disuadirlo, le dijo que ten¨ªa el periodo. ?l le baj¨® los pantalones e intent¨® penetrarla analmente. Finalmente desisti¨®. Ella no dijo nada ¡°porque le daba verguenza lo que pudiesen pensar sus compa?eros¡±.
Lo que s¨ª hall¨® la polic¨ªa cient¨ªfica son dos manchas de semen en unos panties color beige que estren¨® esa noche. Diez militares del acuartelamiento de Bobadilla accedieron a que se les tomaran muestras de ADN para cotejarlas con los restos biol¨®gicos.
El 23 de febrero, en su primera declaraci¨®n ante la juez de Antequera, la soldado identific¨® ¡°sin ning¨²n g¨¦nero de dudas y con total contundencia¡± a dos de sus agresores y ¡°con menor certeza¡± a otros dos, seg¨²n sus abogados. Se trata de dos cabos, un soldado y un cabo primero.
Uno es el que, a la ma?ana siguiente, cuando la soldado le traslad¨® su temor a haber sido drogada, brome¨® dici¨¦ndole que la pr¨®xima vez vigilase mejor su vaso. Otro es el cabo al que ella acusa de haberla intentado violar ya en agosto pasado; por esa primera denuncia la polic¨ªa le detuvo en diciembre, dej¨¢ndole en libertad con cargos.
La versi¨®n que ofrece este cabo de lo sucedido en el pub difiere notablemnte de la de ella. Asegura que pregunt¨® a la soldado si se hab¨ªa echado novio, a lo que esta le respondi¨® que no, pues ¡°aqu¨ª ya se conoc¨ªa a todos y no sab¨ªa si ten¨ªa que hacerse lesbiana¡±. Seg¨²n el cabo, la soldado aludi¨® al supuesto intento de violaci¨®n de agosto, sugiri¨¦ndole que ¡°le ten¨ªa que coger [de nuevo] para hac¨¦rselo bien¡±.
El cabo declar¨® a la polic¨ªa que cuando lleg¨® al cuartel ¡°fue al ba?o y se acost¨® directamente, no encontr¨¢ndose a nadie en los pasillos¡±. Pero otra cabo ha relatado c¨®mo, al volver del pub con un compa?ero, le vio salir del ba?o dando aullidos, a los que respondi¨® su acompa?ante, por lo que tuvo que pedir a ambos que callasen para no despertar a los que dorm¨ªan.
Dos de los se?alados como agresores pernoctaron juntos en un cuarto, mientras que los otros dos ocuparon cada uno en una habitaci¨®n, por lo que no hay testigos de lo que hicieron esa noche.
La acusaci¨®n ha pedido que declaren como imputados ante la juez militar, pero la fiscal se ha opuesto, alegando que hay que esperar a los resultados de las pruebas de ADN antes de decidir si se les cita y en qu¨¦ condici¨®n. No se sabe cu¨¢nto tardar¨¢n las pruebas de ADN, pendientes desde hace ya dos meses y medio, pero acudir a declarar conocidendo de antemano si hay pruebas en su contra es una ventaja que envidiar¨ªan muchos sospechosos.
¡°No citarlos inmediatamente ralentiza de modo innecesario la investigaci¨®n¡±, alega Manuel Rinc¨®n, del bufete Rinber abogados penalistas. ¡°Con todo respeto a lo que decida la juez, creemos que la Justicia hay que aplicarla con la mayor celeridad¡±.
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