Cuatro salidas a un laberinto letal
El PP quiere retratar la ambig¨¹edad de Ciudadanos, pero lo necesita para salvar Madrid
La encina que Mariano Rajoy ha plantado en Sevilla como alegor¨ªa de la primavera del PP bien podr¨ªa ser un madro?o a cuenta del protagonismo que han adquirido Cristina Cifuentes y su m¨¢ster en escapismo. La Convenci¨®n empieza y termina en ella. E implica un ejercicio de contorsi¨®n teatral. Porque sus colegas la defienden p¨²blicamente pero todos la consideran carbonizada en privado, de tal manera que el PP necesita remediar la crisis con arreglo a los menores da?os posibles: no es admisible perder Madrid, ni viable que Cifuentes se revista de candidata en 2019.
El deterioro de la imagen p¨²blica de Cifuentes la descarrila como lideresa del proyecto de ejemplaridad que ella misma encabezaba. ¡°No se puede mentir con m¨¢s sinceridad¡±, condescend¨ªa un delegado del PP en alusi¨®n la precaria credibilidad de la presidenta.
Tiene derecho a defender su honorabilidad, pero la propia excitaci¨®n medi¨¢tica del caso, el descreimiento total de sus compa?eros -N¨²?ez Feij¨®o fue m¨¢s lejos que nadie- y la consternaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica contradicen su idoneidad como candidata. Madrid necesita un aspirante no ya mod¨¦lico, sino adem¨¢s un revulsivo, de forma que en los corrillos del b¨²nker hotelero donde se celebra la depresiva Convenci¨®n empieza a consensuarse el nombre de Pablo Casado, antagonista perfecto de???igo Errej¨®n en lo pol¨ªtico, en lo ideol¨®gico, en lo psicol¨®gico y en lo est¨¦tico. ?Qu¨¦ salidas tiene el PP como remedio a su ¨²ltima epidemia?
?1.- Contemporizar.- Es el principio marianista de la pasividad creativa. No hacer nada, narcotizar el problema, aniquilarlo con el paso del tiempo y la expectativa de las aclaraciones. Cifuentes acreditar¨ªa sus tesis, en sentido real y figurado. Y el problema que ahora resulta tan desolador -m¨¢s por el encubrimiento que por el m¨¢ster mismo- se ir¨ªa desgastando hasta desdibujarse como un vago recuerdo en las elecciones de 2019. Es el escenario ideal para el PP. Y el m¨¢s remoto de todos ellos a la vista de las contradicciones que est¨¢n multiplicando. La esperanza de los populares consiste en consolidar que el verdadero problema no es Cifuentes sino la Universidad Rey Juan Carlos. Y que es la instituci¨®n acad¨¦mica la que ha amontonado el caos, la desinformaci¨®n y la negligencia, de forma que la presidenta de la Comunidad de Madrid ser¨ªa la v¨ªctima y no la culpable del esc¨¢ndalo que ha removido y hasta convulsionado la pol¨ªtica nacional.
?2.- La moci¨®n de censura.- Producirse se va a producir. La cuesti¨®n consiste en conocer el papel de Ciudadanos. El PP presionar¨ªa a Rivera hasta conducirlo a una posici¨®n de desgaste elija la opci¨®n que elija: suscribir un gobierno de izquierdas o condescender con la continuidad de Cifuentes y, por tanto, desdecirse de los compromisos de regeneraci¨®n que tanto se atribuye el partido naranja. La moci¨®n no puede prosperar sin el voto de Cs. Y en ciertos sectores del PP se valora hasta positivamente la posibilidad de que Rivera decida apoyar la iniciativa socialista-podemista. Ser¨ªa la factura y el lastre con que Ciudadanos luego se presentar¨ªa a los comicios de 2019: haber roto un pacto de Gobierno estable y para encumbrar el matrimonio del PSOE y Podemos.
?3.- La apertura murciana.- Parece una maniobra de ajedrez. Y en cierto sentido lo es, porque se trata de reproducir en Madrid el procedimiento que hizo caer a Pedro Antonio S¨¢nchez -imputado y luego procesado- sin necesidad de que se resintiera el acuerdo de investidura. PP y Cs acordaron cambiar de presidente, L¨®pez Miras, como remedio a una moci¨®n de censura que PSOE y Podemos ya hab¨ªan organizado para recuperar el gobierno de la Comunidad. La m¨ªmesis murciana conviene a Ciudadanos porque cae la cabeza de Cifuentes y conviene al PP porque se salva el Gobierno.? Es una operaci¨®n de conveniencia que requiere un candidato de transici¨®n. Y que bien podr¨ªa desempe?ar ?ngel Garrido, cuyas actuales responsabilidades -consejero de Presidencia y de Justicia, adem¨¢s de portavoz- se a?aden a una reputaci¨®n de pol¨ªtico honesto y a la plena confianza de la propia Cifuentes. No parece el candidato de relumbr¨®n a unos comicios cruciales, pero s¨ª el fusible de una crisis cuyo desenlace puede precipitarse en cuesti¨®n de d¨ªas.
4.- La dimisi¨®n.- Cifuentes ha repetido en Madrid y en Sevilla que no tiene intenci¨®n de dimitir. Hacerlo ser¨ªa la manera de facilitar el anterior escenario. Y de responsabilizarse del sacrificio. Es el mensaje telep¨¢tico con que le est¨¢n abrumando sus compa?eros. Y el camino al que podr¨ªa conducirla Mariano Rajoy, no ya como soluci¨®n inmediata a la crisis, sino como frustraci¨®n definitiva a su candidatura a los comicios de 2019.?
El apoyo funcionarial, de oficio, que le ha concedido el presidente del PP no debe interpretarse como un compromiso duradero. Rajoy ha demostrado muchas veces que la solidaridad a un compa?ero es la antesala de su decapitaci¨®n, aunque parece cierto al mismo tiempo que Cifuentes ha obtenido expl¨ªcita y rotundamente el respaldo de Mar¨ªa Dolores de Cospedal, cuyos galones en el partido -secretaria general- y responsabilidades en el Ejecutivo -ministra de Defensa- cobijan a Cifuentes del fuego amigo y establecen una peligrosa vinculaci¨®n para ambas. Cospedal est¨¢ comprometiendo su palabra a la de la presidenta madrile?a, de forma que su gran antagonista en la casa com¨²n, S¨¢enz de Santamar¨ªa, se relame de un desenlace abrupto a la crisis.
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