La guerra secreta de los esp¨ªas espa?oles
El secesionismo y el primer atentando yihadista en 13 a?os ponen a prueba al Centro Nacional de Inteligencia (CNI)
Un mes antes de su detenci¨®n en una carretera del Estado alem¨¢n de Schleswig Holstein, uno de los mossos que acompa?aban al expresident Carles Puigdemont en su dorado exilio belga descubri¨® una baliza oculta en los bajos de su Renault Space. Del tama?o de una lata de refresco, con unas bater¨ªas adosadas, emit¨ªa se?ales con su geolocalizaci¨®n. Era una chicharra (en el argot policial) poco sofisticada, f¨¢cil de obtener en circuitos comerciales. Del tipo de las que usar¨ªa un esp¨ªa si tuviera que operar sin autorizaci¨®n en un pa¨ªs extranjero sabiendo que, de ser descubierto, su gobierno no se har¨ªa cargo de ¨¦l.
Tradicionalmente, el secesionismo catal¨¢n no formaba parte de los llamados ¡°objetivos informativos¡± del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el servicio secreto espa?ol nacido con el cambio de siglo a partir de la metamorfosis del viejo y desacreditado Cesid. Su director, el general F¨¦lix Sanz, no se cansa de repetir que no puede espiar a qui¨¦n quiera. Se ci?e a lo que le manda el Gobierno. Una lista tasada de tareas reflejada en la directiva anual de inteligencia, de la que da cuenta a la Comisi¨®n de Secretos Oficiales del Congreso.
El separatismo (antes limitado a Esquerra Republicana y las asociaciones independentistas) es legal, por lo que solo colateralmente pod¨ªa el CNI investigarlo. Por ejemplo, cuando Josep Lluis Carod-Rovira se reuni¨® en 2004 en Perpi?¨¢n con el etarra Mikel Antza lo supo el servicio secreto antes de que el entonces n¨²mero dos de la Generalitat conociera la identidad de su interlocutor.
La situaci¨®n cambi¨® en 2015. El Concepto Estrat¨¦gico del CNI, que marca los objetivos a medio plazo, m¨¢s all¨¢ de las directivas anuales, consagr¨® la existencia de la Unidad de Defensa de los Principios Constitucionales, cuyo nombre se inspira en la alemana Oficina Federal para la Protecci¨®n de la Constituci¨®n. Como en un caj¨®n de sastre, all¨ª recalaron operaciones que, con dudosa cobertura, llevaba a?os asumiendo el centro, como la protecci¨®n de la Monarqu¨ªa frente a las amistades peligrosas del rey Juan Carlos, caldo de cultivo para chantajes y esc¨¢ndalos.
Frente al escepticismo del Ministerio del Interior, el servicio secreto diagnostic¨® de inmediato que el cese de la actividad armada de ETA, en 2011, era su acta de defunci¨®n. Y obr¨® en consecuencia. El Departamento de Terrorismo se qued¨® con el yihadismo, mientras que la responsabilidad de vigilar al entorno de ETA pas¨® a la nueva unidad proconstitucional, que se ocup¨® tambi¨¦n del seguimiento del cada vez m¨¢s preocupante proc¨¦s.
El CNI reforz¨® su presencia en Catalu?a (actualmente tiene unos 160 agentes, a las ¨®rdenes de un coronel) y dio prioridad a la b¨²squeda de ¡°informaci¨®n estrat¨¦gica¡±: puso en la mesa del Gobierno los sucesivos borradores de las leyes de desconexi¨®n, que dise?aban el plan de ruptura con la legalidad; o una minuciosa radiograf¨ªa de los 17.000 Mossos d'Esquadra, con un pron¨®stico sobre su actitud ante un eventual conflicto de lealtades.
Pero no oli¨® las urnas del 1 de octubre. El Gobierno iba sobrado de confianza. Se hab¨ªa cre¨ªdo su discurso de que no habr¨ªa refer¨¦ndum porque faltar¨ªa el censo, las papeletas y las urnas. La llegada de estas ¨²ltimas a los colegios, de madrugada y en los maleteros de coches privados, fue vivida como una humillaci¨®n. Las 10.000 urnas se compraron en Guangzhou (China) a finales de junio y desembarcaron en Marsella (Francia) un mes despu¨¦s. Pasaron por ocho almacenes y 40 locales, antes de repartirse en casas particulares tres d¨ªas antes de la votaci¨®n, seg¨²n cuentan Laia Vicens y Xavi Ted¨®, en su libro Operaci¨®n Urnas. Fueron cientos los implicados en un gigantesco dispositivo log¨ªstico. ¡°Tuvieron suerte de que ninguno sufriera un incidente de tr¨¢fico¡±, lamenta un agente del CNI.
Otros se excusan alegando que el Gobierno no orden¨® buscar las urnas al CNI. O, al menos, no solo al CNI. Todas las fuerzas de seguridad ten¨ªan el mismo encargo. Y todas fallaron.
¡°Tambi¨¦n perdimos batallas frente a ETA y al final ganamos la guerra. No es hora de lamentarse, sino de aprender la lecci¨®n¡±, dijo aquel d¨ªa el general Sanz a sus subordinados, seg¨²n recuerda alguno de ellos.
El veh¨ªculo de Puigdemont no llevaba ninguna chicharra cuando fue interceptado por la polic¨ªa alemana el pasado 25 de marzo, tras cruzar la frontera danesa. Hubiera sido muy arriesgado. Para captar la se?al, un coche deber¨ªa haberle seguido m¨¢s de 2.500 kil¨®metros, en un viaje que desde Helsinki le llev¨® a bordear las fr¨ªas aguas del Golfo de Botnia, cerca del C¨ªrculo Polar ?rtico, para evitar aviones y ferrys donde un control policial podr¨ªa haber comprobado la euroorden dictada contra ¨¦l.
Tampoco hac¨ªa falta. El viaje fue monitorizado minuto a minuto, probablemente gracias al GPS del m¨®vil de un acompa?ante del expresident. Aunque el sistema no es infalible: la dirigente de ERC Marta Rovira envi¨® su tel¨¦fono a Madrid, donde estaba citada por el Supremo, mientras ella tomaba el avi¨®n a Suiza.
Telecos, hackers, arabistas y un odont¨®logo
¡°Compa?eros, ?jur¨¢is o promet¨¦is por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones como miembros del CNI con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constituci¨®n como norma fundamental del Estado?¡± Esta f¨®rmula la repetir¨¢n, en los pr¨®ximos a?os, los 500 nuevos agentes que se incorporar¨¢n al servicio secreto, engrosando hasta 4.000 su plantilla. Es una cifra relativamente modesta. Los dos servicios franceses que en Espa?a engloba el CNI (DGSI y DGSE) llegar¨¢n en 2019 a 9.500 miembros y los tres brit¨¢nicos (MI5, MI6 y GCHQ) a casi 15.000 en 2020.
Dispuesto a pasar ¡°del CNI anal¨®gico al digital¡±, el general Sanz busca reclutar ingenieros en telecomunicaciones e inform¨¢tica, matem¨¢ticos, f¨ªsicos y arabistas. Se valoran los idiomas, pues el Centro tiene traductores en m¨¢s de 30 lenguas. Las prioridades son el ciberespacio (con el reto que supone manejar herramientas avanzadas de miner¨ªa de datos) y el yihadismo, pero caben todas las especialidades: de un experto en literatura comparada a un odont¨®logo. Pasando por el teniente coronel de Caballer¨ªa al frente del gabinete de matem¨¢ticas que descifr¨® las cartas encriptadas entre el Gran Capit¨¢n y Fernando el Cat¨®lico.
Las mujeres suponen ya un tercio de la plantilla y los civiles, el 66%. Hay dos analistas por cada agente operativo. El 72% del personal est¨¢ destinado en Madrid y el 94%, en Espa?a. El 6% restante, en m¨¢s de 70 delegaciones en unos 50 pa¨ªses (Washington, Nueva York y Miami en EE?UU). Adem¨¢s, hay equipos desplegados temporalmente en zonas de crisis o conflicto. El CNI incluye al Centro Criptol¨®gico Nacional (CCN), con 115 t¨¦cnicos, que protege las redes de informaci¨®n de las administraciones.
El Gobierno, conocedor del periplo de Puigdemont, tuvo tiempo para decidir qu¨¦ pa¨ªs era mejor para capturarlo: Alemania. Los posteriores avatares judiciales han cuestionado lo acertado de la apuesta, pero esa responsabilidad ya no corresponde al CNI, que aquel domingo pudo sacarse la espina que ten¨ªa clavada desde medio a?o antes.
En la naturaleza de los servicios secretos est¨¢ su penitencia: sus aciertos no deben conocerse y sus fallos no pueden ocultarse.
Ataque en Las Ramblas
El m¨¢s dram¨¢tico de estos fallos se evidenci¨® el pasado 17 de agosto en Las Ramblas de Barcelona, cuando una furgoneta arroll¨® a los despreocupados paseantes. Los ataques yihadistas de la capital catalana y Cambrils dejaron 16 v¨ªctimas mortales.
Lo m¨¢s grave: no fueron obra de un lobo solitario sino de una docena de terroristas que recopilaron cientos de bombonas de butano sin que nadie se percatase. Su l¨ªder, Abdelbaki Es Satty, el im¨¢n de Ripoll, fue investigado en 2006 por su relaci¨®n con el carnicero de Vilanova, que enviaba combatientes a Irak, sin hallar pruebas contra ¨¦l. En 2010 fue condenado por tr¨¢fico de hach¨ªs. Durante los cuatro a?os que pas¨® encarcelado en Castell¨®n, dos agentes del CNI, uno psic¨®logo, mantuvieron contacto regular con ¨¦l, pero acabaron por desistir convencidos de que carec¨ªa de inter¨¦s como fuente. A¨²n lo lamentan.
Cuando compareci¨® a puerta cerrada ante los diputados, el general Sanz explic¨® que la c¨¦lula de Ripoll romp¨ªa con todos los esquemas de los expertos en yihadismo: eran personas integradas socialmente, inclu¨ªa a menores de edad y su radicalizaci¨®n parec¨ªa haber sido extremadamente r¨¢pida. Puso en duda que el im¨¢n fuera el l¨ªder de la c¨¦lula y sugiri¨® que este podr¨ªa estar fuera de Espa?a. Todo ello no es excusa, a?adi¨®, pero obliga a revisar par¨¢metros y ampl¨ªa el foco de vigilancia. Una tarea ingente, pues en Espa?a hay 1.500 mezquitas, un tercio ilegales.
A diferencia de algunos responsables de Interior, Sanz evit¨® criticar a la polic¨ªa catalana. No en vano, el CNI cooper¨® con los Mossos, pese a los reparos de la Polic¨ªa Nacional, en la Operaci¨®n Caronte: la detenci¨®n en abril de 2015 de una c¨¦lula que planeaba atacar en lugares emblem¨¢ticos de Barcelona. En 2008, tambi¨¦n en la capital catalana, el Centro estuvo detr¨¢s de la Operaci¨®n Cantata, en la que fueron detenidos 10 paquistan¨ªes y un indio que preparaban atentados suicidas en el metro.
El CNI forma parte del Grupo Contraterrorista (CGT), integrado por las agencias de espionaje de los 28 pa¨ªses de la UE, m¨¢s Noruega y Suiza. Desde finales de 2016, el CGT cuenta en Holanda con una plataforma de intercambio de datos sobre sospechosos de yihadismo. Es la primera vez que los servicios secretos, y no solo las polic¨ªas, disponen de una herramienta de este tipo.
Tras el 11-M, el presidente Rodr¨ªguez Zapatero le dio una orden al entonces director del CNI, Alberto Saiz: ¡°Evita que se repita¡±. El servicio secreto, codo con codo con las fuerzas de seguridad, lo logr¨® durante 13 a?os.
La bomba de la T-4 "puso a cada uno en su sitio"
Colaboraci¨®n
"Una bomba pone a cada uno en su sitio". Con estas palabras explic¨® un experto del CNI el atentado contra la T-4 del aeropuerto de Barajas el 30 de diciembre de 2006. La explosi¨®n no solo mat¨® a dos ecuatorianos, sino que dinamit¨® la negociaci¨®n que el Gobierno Zapatero manten¨ªa con los emisarios de la banda. El jefe del aparato militar de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, recelaba de unas conversaciones que escapaban a su control y con su lenguaje brutal quiso dejar claro qui¨¦n ten¨ªa la ¨²ltima palabra.
Al CNI tambi¨¦n le puso en su sitio. Hasta entonces, funcionaba un t¨¢cito reparto de papeles: Polic¨ªa y Guardia Civil se encargaban de la organizaci¨®n armada (la segunda, tambi¨¦n en Francia) y el servicio secreto, de su entorno pol¨ªtico. Tras la T-4, el CNI ¡ªque solo ten¨ªa una oficina de enlace en Francia y hac¨ªa despliegues temporales para operaciones concretas¡ª desembarc¨® en Francia.
La irrupci¨®n de los esp¨ªas fue recibida con recelo por la Guardia Civil y gener¨® roces con las autoridades francesas, pero se impuso la colaboraci¨®n. El primer fruto de ese trabajo conjunto fue la detenci¨®n, en febrero de 2008 en San Juan de Luz (Francia), de los dos ¨²nicos miembros en libertad del comando Elurra, autor de la voladura de la T-4.
La importancia de la operaci¨®n era, en realidad, mucho mayor: el CNI hab¨ªa logrado hacerse con el hilo que le conducir¨ªa, uno tras otro, a los m¨¢ximos dirigentes de la banda. En noviembre de 2008, gracias a su informaci¨®n, era capturado el propio Txeroki; y menos de un mes despu¨¦s, Aitzol Iriondo Yarza, Gurbitz, su sucesor al frente del aparato militar. La rapidez con que ca¨ªan los sucesivos gerifaltes demostraba que la banda estaba infiltrada, lo que provoc¨® el desconcierto en sus filas, acelerando su descomposici¨®n.
La labor del CNI llev¨® en octubre de 2009 a la captura de Aitor Elizarar¨¢n Aguilar, jefe del aparato pol¨ªtico; y en abril de 2010, de Arantza Zulueta Amuchastegui, jefa del aparato de apoyo a los presos. Un mes despu¨¦s ca¨ªa Mikel Carrera Sarobe, Ata, ¨²ltimo jefe militar de ETA digno de tal nombre.
Tras el fin de los atentados, en 2011, el CNI cambi¨° de objetivo y se centr¨® en las prisiones, donde estaban la mayor¨ªa de los etarras. En enero de 2014 son detenidos los abogados Arantza Zulueta y Jon Emparantza, junto a otros miembros del Frente de C¨¢rceles, que controlaba f¨¦rreamente a los presos. ETA a¨²n tardar¨ªa a?os en anunciar su disoluci¨®n formal, pero el camnino hab¨ªa quedado expedito.
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