La penosa vida de la ¡®asesina¡¯ del vud¨²
"Estuve en una secta en la que se invocaban esp¨ªritus y se hac¨ªan org¨ªas sexuales", cuenta la acusada de asestar 23 cuchilladas a otra mujer
J. Q. (36 a?os) y S. O. (29) supieron durante una cena en un conocido restaurante de Madrid, en junio de 2011, que compart¨ªan "director espiritual" y una misma devoci¨®n: la magia negra, el vud¨². Las dos eran brasile?as y atractivas; S. ten¨ªa su propio BMW, un d¨²plex en Alcorc¨®n (Madrid) con todo tipo de lujos y cuatro perros a los que paseaba todos los d¨ªas por el barrio. Una hermana de S. compa?era de club de J, las hab¨ªa presentado. Las dos se gustaron y decidieron tener sexo. Sabrina estaba casada desde 2006, pero su marido se hallaba en la c¨¢rcel por tr¨¢fico de drogas.
La noche de la cena bebieron con profusi¨®n hasta las 2.45 en un restaurante cercano al Senado. Hab¨ªan planeado alojarse en un hotel de la capital, pero terminaron la noche en el d¨²plex de Alcorc¨®n, donde S. dijo tener un santuario para rituales. El domicilio, al que llegaron en el coche de S., estaba repleto de estampitas y velas. All¨ª, al alcohol ingerido durante la cena sumaron dos potentes drogas: coca¨ªna y ketamina.
S., inmersa en una vida de lujos, era conocida en el barrio por sus largos paseos en compa?¨ªa de sus mascotas y por frecuentar el gimnasio para mantenerse en forma. J., nacida en Bel¨¦m (Brasil), aborrec¨ªa a los hombres, la hab¨ªan "humillado y vejado". "Acab¨¦ haci¨¦ndome lesbiana", confesar¨ªa m¨¢s tarde a los psic¨®logos oficiales de los juzgados de Madrid que han tratado de escudri?ar qu¨¦ extra?os pensamientos turbaron su mente aquella noche en el d¨²plex. ?Qu¨¦ pas¨® y por qu¨¦? Tras o durante el encuentro sexual, S. recibi¨® 23 cuchilladas la madrugada del 11 de junio de 2011. Tuvo una terrible agon¨ªa, seg¨²n revel¨® la autopsia: seis minutos recibiendo cuchilladas, despu¨¦s de que alguien le rompiera una botella de tequila en la cabeza. El impacto inicial la dej¨® casi inconsciente y merm¨® su capacidad de defensa. Aparentemente, la ¨²nica persona que estuvo en casa de S. esa noche fue J., pero ella asegura que no sabe con certeza lo que sucedi¨® ni el motivo.
"Vete de mi casa, est¨¢s loca, vete de mi casa...". El tel¨¦fono qued¨® descolgado y ya no volvi¨® a o¨ªr la voz de la v¨ªctima
J. ha contado esta semana al jurado popular que la enjuicia por asesinato en la Audiencia Provincial de Madrid que, tras la ¨²ltima raya de coca¨ªna en casa de S. se mare¨®. Que, cuando recobr¨® la conciencia, tumbada bocarriba y semidesnuda, vio a Sabrina encima de ella, con sangre en las manos y blandiendo un enorme cuchillo mientras le hac¨ªa vud¨². Y que los cortes en sus manos fueron fruto de sus intentos de defensa ante las embestidas de S. Solo recuerda que cuando pudo auparse y arrebatarle el arma a S., recibi¨® un botellazo en la cabeza que le hizo perder la conciencia de nuevo. Al despertar por segunda vez, asegura que vio a S. en medio de un charco de sangre en el pasillo que conduce a la puerta de salida. Hab¨ªa manchas de sangre en las paredes.
Solo J. y quiz¨¢s ni ella, sabe lo que ocurri¨® en ese d¨²plex. A la ma?ana siguiente fue la empleada del hogar quien hall¨® sin vida a la propietaria de la vivienda. Baj¨® corriendo y avis¨® al conserje, que alert¨® a la Polic¨ªa Nacional. Cuando los agentes llegaron al d¨²plex, la cama estaba deshecha y el cuerpo sin vida de Sabrina se encontraba tendido bocarriba en el pasillo, rodeado de sangre. Vest¨ªa un pantal¨®n vaquero desabrochado y una camiseta blanca. La agresi¨®n debi¨® comenzar en el sal¨®n, donde se hall¨® la botella rota, y continu¨® en el pasillo.
Hay una pista de lo que pudo suceder esa noche que apunta a la autor¨ªa de J. Hacia las 2.45 de la madrugada, S. telefone¨® a un santero de Madrid al que sol¨ªa acudir. Este se?al¨® en el juicio que estaba charlando con S. y que de pronto oy¨® a esta gritar: "Vete de mi casa, est¨¢s loca, vete de mi casa...". Le siguieron unos insultos en portugu¨¦s. El tel¨¦fono qued¨® descolgado y ya no volvi¨® a o¨ªrla.
J. ha contado al tribunal que no sabe lo que sucedi¨®, aunque la tesis inicial de su abogada es que, al despertar y ver a S. encima de ella, logr¨® quitarle el cuchillo y se defendi¨® acuchill¨¢ndola a ella. Solo recuerda que, al verla tendida en el pasillo, sali¨® de casa y se dirigi¨® hacia el BMW de S, pero no logr¨® arrancarlo y telefone¨® a un amigo para que la recogiera. Horas despu¨¦s se subi¨® a un avi¨®n de British Airways en Barajas, hizo escala en Londres y desde all¨ª huy¨® a Brasil.
La mujer fue hallada en medio de un charco de sangre y tumbada en el pasillo que conduce a la puerta de salida. Hab¨ªa manchas de sangre en las paredes?
Cuatro a?os despu¨¦s, en abril de 2015, J. fue apresada en el aeropuerto El Dorado de Bogot¨¢ (Colombia) y entregada a Espa?a para ser juzgada por el asesinato con ensa?amiento de S.. Ten¨ªa pendiente una orden internacional de busca y captura a trav¨¦s de Interpol. La Corte Suprema de Justicia de Colombia dict¨® la orden de extradici¨®n en cuesti¨®n de meses, el 11 de agosto 2015. Los jueces rechazaron el intento de la defensa de que, al ser brasile?a, no deb¨ªa inmiscuirse el pa¨ªs colombiano.
El juez que instru¨ªa el caso en Alcorc¨®n hab¨ªa remitido la documentaci¨®n a Brasil para que juzgaran a J. all¨ª. Este pa¨ªs sudamericano carece de extradici¨®n de sus nacionales, pero s¨ª los enjuicia en caso de delitos graves. El fiscal espa?ol pide 17 a?os de c¨¢rcel y una indemnizaci¨®n de 20.000 euros para la hermana de la fallecida y 180.000 para el marido.
Abusos sexuales hasta los 15 a?os
Los psic¨®logos de los juzgados de la plaza de Castilla la exploraron al llegar detenida a Madrid. El informe incorporado al sumario sobre ella contiene el desglose de una historia aterradora. Las mu?ecas y brazos de J. conservan la huella de al menos tres intentos de suicidio; el ¨²ltimo, en 2008. Cuando lleg¨® por primera vez a Espa?a, en 2004, con 23 a?os, hu¨ªa de un infierno. Su infancia fue muy dif¨ªcil, cont¨® a los psic¨®logos. "Sufr¨ª abusos sexuales a los 3-4 a?os por parte de un socio de mi padre; a los siete por parte de un empleado de la finca familiar; a los diez por parte de un encargado de la finca; y a los 15, tocamientos a manos de un hermanastro, hijo del primer matrimonio de mi madre", describi¨®.
"En el restaurante, nos bebimos cada una un litro de vino y tomamos coca¨ªna. Fuimos al ba?o varias veces... Y decidimos seguir la fiesta en su casa..."
Cuando su padre muri¨® a los 14 a?os, empezaron los problemas econ¨®micos. Las discusiones con su madre eran frecuentes. Su madre, explic¨®, nunca le dio importancia a los abusos que ella le describ¨ªa. Y cay¨® en una depresi¨®n de la que quiso salir a trav¨¦s de la magia negra y que en realidad solo la llev¨® de infierno en infierno.
Narr¨® J. a los peritos que, con 15 a?os, conoci¨® a un dentista diez a?os mayor que ¨¦l del que se enamor¨®. Poco tiempo despu¨¦s, ¨¦l la dej¨®. Y ella intent¨® suicidarse tomando psicof¨¢rmacos. Tres d¨ªas hospitalizada. Al salir, la depresi¨®n fue a m¨¢s. ¡°Estaba semanas enteras sin salir de mi habitaci¨®n, llorando y durmiendo¡±. La relaci¨®n su madre era cada vez peor. "Con 16 a?os, nos obligaba a hacer cosa que ella hac¨ªa para chicas de locales de estriptis (...) A m¨ª no me gustaba, yo quer¨ªa estudiar".
Nunca se sinti¨® protegida por su madre, describi¨®. Una de sus hermanas la llev¨® a una mujer "que hacia limpiezas espirituales" para sacarla de su tristeza. "De pronto¡±, cont¨® J., ¡°me vi en medio de cinco o seis hombres en un ritual, convocando esp¨ªritus. Uno de los hombres me dijo que quer¨ªa conocerme y tener una relaci¨®n conmigo. Nos ve¨ªamos una vez al mes. ?l practicaba una filosof¨ªa religiosa japonesa. Para estar con ¨¦l me inici¨¦ en ella".-
La secta de las org¨ªas
"Al cabo de tres o cuatro a?os me hab¨ªan alejado de mi familia y de los amigos, no me dejaban tener contacto con el mundo exterior, y me controlaban hasta la ropa que vest¨ªa. Dej¨¦ de estudiar¡±. Luego empez¨® a tener contactos ¡°con el jefe de la secta¡±, a?adi¨®. Recuerda que all¨ª ¡°se hac¨ªan limpiezas espirituales consistentes en org¨ªas y sesiones espirituales. Empec¨¦ a sentirme mal con todo eso, pero no pod¨ªa decir nada a nadie, hasta que se lo dije a mi pareja. y nos salimos de ah¨ª y nos casamos por un rito japon¨¦s. Luego ¨¦l me dej¨® porque le hicieron llegar historias falsas sobre mi".
J. ten¨ªa entonces 20 a?os. Tras la ruptura, intent¨® de nuevo suicidarse. Y regreso a casa de su madre y a los estudios. Pero segu¨ªan las discusiones con su progenitora. Aun as¨ª acab¨® secundaria y empez¨® a trabajar en un laboratorio de an¨¢lisis cl¨ªnicos. Al poco tiempo dos de sus hermanas se trasladan a Espa?a para trabajar en el mundo de la prostituci¨®n.
Y ella sigui¨® los pasos de ellas en 2004. Estuvo en clubes de distintas ciudades espa?olas. "Para hacerlo ten¨ªa que beber y drogarme", cont¨® a los psic¨®logos. ¡°Iba contra todos mis principios¡±. Tuvo cuadros de bulimia y anorexia nerviosa.
En 2006 se fue a M¨¢laga a vivir con un cliente. Tuvo dos abortos y volvi¨® la recurrente depresi¨®n. Hasta 2008, cuando se separ¨® y empez¨® a trabajar "en discotecas y en el mundo de la noche". Un d¨ªa se cort¨® las venas de ambas mu?ecas e ingres¨® en un hospital de M¨¢laga. "Tomaba drogas porque me quitaban la verg¨¹enza".
En 2010, viv¨ªa sola en Madrid. "Y empec¨¦ a tener visiones, como un esp¨ªritu feo, un demonio que no me dejaba salir, me faltaba el aire, hasta que esa cosa me soltaba... Llam¨¦ a un amigo m¨ªo, camello, y me dice que estoy loca. Sent¨ª miedo y empec¨¦ por la Gran V¨ªa de Madrid a buscar tiendas de santer¨ªa. Un santero me hizo limpiezas, pero segu¨ªa encontr¨¢ndome mal. Me tiraba cinco o seis d¨ªas seguidos en la cama llorando¡ A veces me ten¨ªa que levantar para ir a la noche".
J. fue detenida cuatro a?os despu¨¦s de su fuga en un aeropuerto de Colombia
En esa ¨¦poca conoci¨® a Rub¨¦n. Se lo presento una hermana. Rub¨¦n, cont¨® J. a los psic¨®logos, ¡°me dijo que su madre espiritual podr¨ªa ayudarme. Y fuimos a Brasil a verla".
Es al regresar a Madrid de ese viaje, cuando conoci¨® a S. (la asesinada). "En el restaurante le habl¨¦ de mi viaje a Brasil y result¨® que ella tambi¨¦n conoc¨ªa a la santera que hab¨ªa visitado. Me hablo de ir a cenar y de un santuario que ella ten¨ªa en su casa. En el restaurante, nos bebimos cada una un litro de vino y tomamos coca¨ªna. Fuimos al ba?o varias veces... Y decidimos seguir la fiesta en su casa... En la casa recuerdo que fumamos, bebimos y nos bes¨¢bamos. Me mare¨¦ y al despertarme encontr¨¦ a S. encima de m¨ª, con el cuchillo...¡±.
¡°Hu¨ª a Brasil porque me dijeron que deb¨ªa irme. Yo era prostituta, drogadicta, estaba amenazada por el marido de S., que era de una banda muy peligrosa". En Brasil, volv¨ª a la santera; me dijeron que Sabrina quiso coger mi fuerza y sacrificarme. Que hab¨ªa gente famosa que hac¨ªa pactos con el diablo a costa de matar animales o a gente para tener sus poderes, y que no deb¨ªa volver a Espa?a, que ella me cuidar¨ªa... Segu¨ª bebiendo y drog¨¢ndome para olvidar".
Esp¨ªritus y sombras en su celda
Los psic¨®logos han expuesto en el juicio que J. sufre un cuadro depresivo y trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico; es decir un trastorno de la personalidad. Pero que sabe distinguir el bien del mal. No es una loca. Ha dicho a los psic¨®logos que en la celda de la c¨¢rcel "ve sombras" y que sigue creyendo "en los esp¨ªritus".
Tales sombras, seg¨²n los peritos, no constituyen un problema psic¨®tico, sino que son fruto de las "ilusiones" que se dan entre los reclusos. Ilusiones que surgen de estados de sugesti¨®n. Es decir, tiene una "personalidad muy desorganizada, inestable e impulsiva", en opini¨®n de los expertos. El crimen, se?alan los psic¨®logos, puede estar conectado con el consumo previo de drogas y sus rituales de magia negra. El jurado decidir¨¢ esta semana el futuro de J.. El fiscal le pide 17 a?os de c¨¢rcel; la defensa, la absoluci¨®n, por leg¨ªtima defensa. El jurado dictaminar¨¢.
?Hab¨ªa alguien m¨¢s en la casa?
La defensa de la supuesta asesina mantiene que hab¨ªa alguien m¨¢s en la vivienda de Alcorc¨®n, presuntamente el santero con el que la acusada se march¨® a Brasil, v¨ªa Londres. Se basa en que se hall¨® semen en la vagina de la fallecida. Eso cuadrar¨ªa adem¨¢s con la versi¨®n de?J. Q. de que se despert¨® cuando estaba siendo apu?alada por la fallecida.
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