Carocas, poes¨ªa de la ¡®malafoll¨¢¡¯
La plaza de Birrambla de Granada muestra las quintillas ganadoras del concurso que, con humor, reflejan la forma de ser de los granadinos
Cualquiera que haya visitado Granada conoce el t¨¦rmino malafoll¨¢. Un concepto dif¨ªcil de explicar pero que se entiende a la primera en cuanto se conoce a alguien que la practica. Es una mezcla de desinter¨¦s y displicencia que se ejerce en la ciudad y que, aunque molesta mucho al principio, acaba por ser de f¨¢cil convivencia. Y esa malafoll¨¢ que se practica a diario, una vez al a?o se convierte en literatura e incluso es objeto de concurso municipal. Son las carocas, unos poemas con intenci¨®n humor¨ªstica y el inevitable componente local de malafoll¨¢.
Las carocas son un arte mixto: ilustraci¨®n y quintillas. El concurso p¨²blico se centra en la poes¨ªa. De la ilustraci¨®n se encarga un dibujante profesional. Este a?o, Antonio Mesamadero, caricaturista del diario Ideal. Las quintillas son composiciones de cinco versos de arte menor (ocho s¨ªlabas o menos), sin rima o con un m¨¢ximo de dos versos seguidos rimados. Su objetivo es contar los acontecimientos del a?o o las quejas de los ciudadanos con cierto humor. Con una perspectiva ¡°cr¨ªtica y humor¨ªstica¡± dicen las bases del concurso. Durante las fiestas del Corpus, que se celebran toda esta semana en la ciudad, se exponen en la Plaza de Bibrambla las 20 mejores carocas de este certamen que el Ayuntamiento granadino pone en marcha por esta ¨¦poca desde los a?os 20 del siglo pasado. Exist¨ªan desde el siglo XVI pero su actual configuraci¨®n burlesca y humor¨ªstica se remonta a los ¨²ltimos 100 a?os.
A los granadinos les gusta participar en el concurso. Fuentes municipales hablan de casi 1.000 quintillas presentadas este a?o. Pero solo dos decenas consiguen la gloria de mostrarse al p¨²blico en Bibrambla. La ganadora en esta ocasi¨®n se refiere al desastre del nuevo servicio de bicicletas de alquiler que lleg¨® a la ciudad hace unos meses y que continuamente aparec¨ªan vandalizadas. ¡°Bicis de alquiler expr¨¦s/nos pusieron en Granada./Somos tan bestias que al mes/ ya solo quedaban tres/dos rotas y una pinchada¡±. O la dedicada al alcalde Paco Cuenca: ¡°Speedy Gonz¨¢lez es/Paco Cuenca, el socialista,/pues con sorpresa lo ves/en tres sitios a la vez/delante de periodistas¡±. Estas quintillas, con su ilustraci¨®n arriba, son las carocas, la poes¨ªa de la malafoll¨¢. De los premios, cualquier granadino del Albaic¨ªn o del Realejo dir¨ªa tambi¨¦n que tienen ¡°su poca malafoll¨¢¡±: 90 euros por quintilla seleccionada, excepto una que, por otros 90 euros, queda en poder del Ayuntamiento.
La malafoll¨¢, por cierto, no tiene su origen en lo que usted lector est¨¢ probablemente pensando. No. Viene de la acepci¨®n que asimila follar a soplar con un fuelle. Seg¨²n Jos¨¦ Ladr¨®n de Guevara, autor del libro La malafoll¨¢ granaina, la palabra tiene su origen en el poco inter¨¦s que ten¨ªan los aprendices que trabajaban en las herrer¨ªas del Sacromonte. Desganados, se les iba el santo al cielo cada poco y dejaban de darle al fuelle con la energ¨ªa suficiente para mantener las ascuas al rojo vivo. El herrero enfadado le gritaba entonces al aprendiz: ¡°Ni?o, que mala foll¨¢ tienes¡±. Esa es la explicaci¨®n hist¨®rica. La sociol¨®gica, la que se vive en el d¨ªa a d¨ªa en las calles, bares y tiendas de Granada, es casi imposible de explicar. Es la que te hunde cuando, como cuenta el periodista Andr¨¦s C¨¢rdenas, entras a una tienda de sombreros y, despu¨¦s de probarte varios, el tendero te despacha diciendo: ¡°Tiene usted una cabeza muy dif¨ªcil¡±. Eso es malafoll¨¢. Y un concepto fundamental, no hay maldad, es solo una especie de desinter¨¦s y hartazgo interior que no quiere realmente ofender.
C¨¢rdenas, autor del Manual del perfecto malafoll¨¢, no encuentra una definici¨®n perfecta para el concepto. ¡°No se define¡±, dice, ¡°para entenderlo hay que dar con un verdadero malafoll¨¢. Entonces lo entiendes¡±. No obstante, se atreve con una definici¨®n: ¡°Utilizando las palabras que un catedr¨¢tico us¨® hace a?os, consiste en la destrucci¨®n espont¨¢nea, sin mala intenci¨®n, incluso de modo cari?oso, de la ilusi¨®n ajena¡±. La malafoll¨¢, primero te noquea y luego, por inesperada, puede resultar divertida. En cualquier caso, siempre ser¨¢ objeto de conversaci¨®n.
Orgullo ¡®grana¨ªno¡¯
En Granada hay orgullo de la malafoll¨¢ y Andr¨¦s C¨¢rdenas est¨¢ convencido de que es una cosa buena: ¡°No es algo de lo que los granadinos tengan que sentirse perjudicados. Esto hay que reivindicarlo y convertirlo en algo parecido a un bien de inter¨¦s cultural¡±. La b¨²squeda del malafoll¨¢ puede ser una perfecta excusa para viajar a Granada, entre otras cosas. No en vano, el asunto ha trascendido y qued¨® reflejado hace algo m¨¢s de un a?o en un art¨ªculo en el New York Times. El periodista cuenta como qued¨® impresionado por ¡°la chica m¨¢s inexpresiva que hab¨ªa visto en su vida¡±, a la que define como un ejemplo perfecto de la ¡°malafoll¨¢, una expresi¨®n local de m¨¢ximo desinter¨¦s que no llega a ser un desprecio¡±. Desde que descubri¨® el t¨¦rmino, cuenta, ¡°lo buscamos por todos sitios¡±.
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