As¨ª se gan¨® una moci¨®n de censura que parec¨ªa perdida
La semana clave de la reciente historia de Espa?a se urdi¨® en reuniones secretas y negociaciones clave entre socialistas y nacionalistas vascos y catalanes
La peor semana de la larga vida pol¨ªtica de Mariano Rajoy empez¨® con una fiesta. Ya hab¨ªa ca¨ªdo la noche del pasado mi¨¦rcoles en un Madrid h¨²medo que amenazaba tormenta y el presidente estaba muy cansado pero euf¨®rico. Una vez m¨¢s, en el ¨²ltimo minuto, fiel a su fama de resistente, hab¨ªa logrado aprobar los Presupuestos con Ciudadanos y el PNV. Eso, en teor¨ªa, le daba dos a?os m¨¢s de margen. Todos los diputados se hab¨ªan ido ya, pero ¨¦l segu¨ªa en el Congreso celebrando con su equipo en la zona de Gobierno. Se fue a Moncloa feliz. Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, F¨¢tima B¨¢?ez, Jos¨¦ Luis Ayll¨®n y otros fieles siguieron la fiesta en un bar al lado del Congreso.
Solo ocho d¨ªas despu¨¦s, pr¨¢cticamente a la misma hora, el presidente estaba con esos mismos colaboradores ¡ªsalvo la vicepresidenta¡ª y alguno m¨¢s, como la secretaria general, Dolores de Cospedal, en otro restaurante cerca del Congreso. Pero ya no era una fiesta, sino su funeral pol¨ªtico. Ocho horas estuvieron all¨ª en una largu¨ªsima sobremesa. Ellos dicen que estaba trabajando, pegado al tel¨¦fono, tratando de gestionar la situaci¨®n. Pero la imagen de un presidente ahogando las penas en whisky mientras en el Congreso se debat¨ªa la moci¨®n de censura para echarlo fue demoledora. Humillado, Rajoy abandon¨® el restaurante mientras varias televisiones y radios espa?olas e incluso algunas extranjeras registraban la escena de ese hombre con la mirada perdida que, despu¨¦s de 35 a?os en pol¨ªtica, esperaba dejar en la retina de los espa?oles una impronta muy diferente. ?Qu¨¦ pas¨® en esos ocho d¨ªas que cambiaron la fiesta del PP por la euforia socialista?
Todo empieza el jueves. No hab¨ªan pasado ni doce horas del subid¨®n de los Presupuestos. El otro gran protagonista de esta historia, Pedro S¨¢nchez, estaba en la Cadena SER para ser entrevistado por Pepa Bueno. A¨²n no intuye que su vida est¨¢ a punto de dar un vuelco radical. Al terminar, se queda a desayunar, algo habitual, y comenta con los periodistas que piensa viajar el viernes a Portugal, al congreso de los socialistas. Ellos le recuerdan que la sentencia del caso G¨¹rtel est¨¢ a punto de salir. Y le cuentan que podr¨ªa ser una bomba. Se va m¨¢s inquieto, pero a¨²n no sabe la que se le viene encima.
No tarda ni una hora. La sentencia es demoledora. No solo por las condenas ¡ª33 a?os para Luis B¨¢rcenas, el hombre al que Rajoy hizo tesorero, defendi¨® hasta el final y al que envi¨® los SMS de ¨¢nimo¡ª sino sobre todo porque da por probado que el PP se financi¨® ilegalmente durante a?os e incluso duda de la credibilidad del presidente, que acudi¨® como testigo. "La credibilidad la dan los ciudadanos en las urnas", trata de defenderse al d¨ªa siguiente. ?l act¨²a como siempre, tratando de ganar tiempo y confiando en que la tormenta escampar¨¢. Pero esta vez no funciona.
S¨¢nchez re¨²ne inmediatamente en su despacho a sus colaboradores m¨¢s estrechos: Adriana Lastra, Juanma Serrano, Alfonso G¨®mez de Celis, Santos Cerd¨¢n. Margarita Robles estudia la sentencia y la explica. Desde Copenhague, donde est¨¢ de viaje, Jos¨¦ Luis ?balos sigue la crisis en contacto permanente. Iv¨¢n Redondo, el asesor estrella, amante del ajedrez, se une para perfilar la jugada maestra para derrocar a Rajoy. Esperan unas horas para ver qu¨¦ hace el PP. No se mueve, as¨ª que deciden dar el golpe.
S¨¢nchez llama a mucha gente, pero no contacta con ninguno de sus rivales internos, como la presidenta de Andaluc¨ªa, Susana D¨ªaz. As¨ª demuestra que ahora no los necesita para tomar decisiones, que tiene todo el poder. S¨¢nchez hab¨ªa descartado varias veces la idea de la moci¨®n de censura porque necesitar¨ªa el apoyo de los independentistas. Pero esta vez es diferente.
La sentencia de G¨¹rtel cambia todo
La sentencia cambia todo. La presi¨®n crece. Casi todos los medios de comunicaci¨®n dan detalles y el esc¨¢ndalo sube por minutos. Algunos dirigentes tienen m¨¢s v¨¦rtigo que otros, pero todos coinciden: no queda otra que presentar la moci¨®n de censura. Margarita Robles se encarga de redactarla y se presenta al d¨ªa siguiente, a toda velocidad, antes incluso de reunir a la Ejecutiva. S¨¢nchez se mueve r¨¢pido mientras Rajoy sigue paralizado.
El presidente espera, como siempre, dispuesto a aguantar. En esas horas ¨¦l est¨¢ convencido de que lo lograr¨¢. Pablo Iglesias promete el apoyo de Podemos sin condiciones, pero Ciudadanos no entra. Quiere ir a elecciones sin S¨¢nchez en La Moncloa. En ese momento parece casi imposible poner de acuerdo a todos los dem¨¢s. Algunos incluso interpretan que S¨¢nchez no quer¨ªa ganar. Que le basta con el gesto de presentar la moci¨®n y recuperar as¨ª su papel de jefe de la oposici¨®n, por entonces desdibujado frente al omnipresente Albert Rivera. Pero los que lo conocen dicen que creer eso de S¨¢nchez es no saber nada de ¨¦l. El nuevo presidente no da nada por perdido, es tenaz y tiene una confianza infinita en sus fuerzas, como demostr¨® al ganar dos veces las primarias, la segunda sin pr¨¢cticamente ning¨²n apoyo org¨¢nico.
Ese viernes, S¨¢nchez hace una ronda de llamadas a personas importantes del PSOE que se opusieron a su candidatura: Felipe Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. Les contacta despu¨¦s de haber presentado la moci¨®n, no les consulta antes. Y recibe la respuesta fr¨ªa que esperaba. Pero no importa. ?l ya ha decidido.
Durante el fin de semana, el ¨¦xito de la moci¨®n se ve muy lejano. S¨¢nchez parece inm¨®vil. No llama a nadie de Podemos, Ciudadanos, PDeCAT o PNV. El domingo la censura se tambalea. Quim Torra, el presidente catal¨¢n, exige a S¨¢nchez compromisos sobre la libertad de los presos pol¨ªticos y el derecho de autodeterminaci¨®n. Los hist¨®ricos del PSOE, enfrentados al l¨ªder, se mueven para hundir la moci¨®n. "En estos momentos el independentismo me preocupa mucho m¨¢s que lo que haya robado el PP", dice Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra. Andoni Ortuzar, l¨ªder del PNV, critica que est¨¢ "poco cocinada". La derrota parece segura.
El lunes empieza el giro. Marta Pascal, secretaria general del PDeCAT, aliada con el portavoz, Carles Campuzano, y el diputado Jordi Xucl¨¢, maniobran para convencer a Carles Puigdemont, que apuesta por la abstenci¨®n, de que hay que votar s¨ª. Los diputados de PDeCAT, en posiciones mucho m¨¢s moderadas que Puigdemont y Torra, quieren echar a Rajoy y ver si cambia algo con S¨¢nchez. Todos ellos tienen relaciones muy estrechas con sus colegas del PNV. El voto catal¨¢n puede arrastrar a los nacionalistas vascos. El PSOE est¨¢ empezando a ganar la moci¨®n, pero a¨²n no lo sabe. A la salida de la Junta de Portavoces, en la que queda en evidencia la tensi¨®n entre el PSOE y Ciudadanos con un choque entre Margarita Robles y Juan Carlos Girauta, Campuzano y su colega vasco, Aitor Esteban, empiezan lo que ser¨¢ una serie casi ininterrumpida de conversaciones con la misma pregunta: "?Vosotros qu¨¦ vais a hacer?".
Las casualidades tambi¨¦n juegan en pol¨ªtica. Marta Pascal y Joseba Aurrekoetxea, el influyente secretario de organizaci¨®n del PNV, enviado a Madrid de forma discreta por Andoni Ortuzar para dirigir la negociaci¨®n con el PSOE, est¨¢n en el mismo hotel, el Vincci de la calle Cedaceros, pegado al Congreso. Se cruzan constantemente. Ortuzar en ese momento est¨¢ decidido a abstenerse, no ve serio tumbar un Gobierno una semana despu¨¦s de pactar unos Presupuestos. Y tiene a los empresarios vascos pidi¨¦ndole que no lo haga. Pero su hombre en Madrid habla con Pascal y le cuenta que los catalanes van a dejar solo al PNV como el salvador de un Rajoy detestado en Euskadi y al que en esas horas empiezan a ver como un cad¨¢ver pol¨ªtico.
Llamadas de tel¨¦fono
Al fin, a ¨²ltima hora del lunes, S¨¢nchez llama a casi todos: Ortuzar, Pascal, Iglesias, Joan Tard¨¢, de ERC. Pero son conversaciones de tres minutos, sin gran entusiasmo. Muchos siguen pensando que perder¨¢. A Rivera solo le manda un whatsapp para que se vean sus segundos. La tensi¨®n entre ellos es indisimulable.
El martes cambia todo. ?balos, el hombre fuerte del equipo de S¨¢nchez, y Cerd¨¢n, su mano derecha, empiezan la ronda de reuniones. Primero con Comprom¨ªs, en el Congreso. Ellos son los m¨¢s sencillos. Joan Baldov¨ª, el portavoz, entiende que van en serio porque le piden que hable con los grupos que pueda para presionar. Despu¨¦s, Ciudadanos. Villegas plantea retirar la moci¨®n del PSOE y pactar una conjunta para convocar elecciones con presidente socialista, habla de Jos¨¦ Borrell. ?balos les ofrece poner fecha a las elecciones si votan a S¨¢nchez. No hay negociaci¨®n posible.
Quedan los m¨¢s importantes: vascos y catalanes. ?balos elige un hotel discreto para evitar los focos. Es el NH Ribera del Manzanares, al lado del estadio Vicente Calder¨®n. Nadie va a pensar que est¨¢n ah¨ª, lejos del Congreso. Con Tard¨¢, de ERC, va todo muy bien. Aunque el veterano profesor, un entusiasta lleno de energ¨ªa, se sorprende de ver tantas dudas en los socialistas. "Con este ¨¢nimo no vais a convencer al PNV, ?os veo muy ap¨¢ticos!", les rega?a. Los socialistas se r¨ªen. "No, no, es que est¨¢ muy dif¨ªcil, pero lo vamos a intentar". Tard¨¢ exige mucha cautela en el discurso de S¨¢nchez sobre Catalu?a. Cualquier exceso verbal ser¨ªa inasumible y cambiar¨ªa la votaci¨®n.
Ah¨ª llega un movimiento clave. Iglesias, que como siempre est¨¢ hablando con todo el mundo, Rajoy incluido, llama a Rivera para lanzar una jugada decisiva: si no triunfa la moci¨®n de S¨¢nchez, Podemos y Ciudadanos presentar¨¢n juntos otra instrumental para convocar elecciones. Y el PSOE tendr¨¢ que votarla. Es un golpe pensado para convencer al PNV de que vote a S¨¢nchez. Porque si sigue en la abstenci¨®n asumir¨¢ el enorme coste de salvar a Rajoy para nada: caer¨¢ de todas maneras y encima habr¨¢ elecciones, lo que m¨¢s temen los vascos por el probable ¨¦xito de Ciudadanos. Iglesias tambi¨¦n llama a Puigdemont para empujar en la misma direcci¨®n.
?balos recibe a los vascos, que ya han visto el movimiento de Iglesias. Pero Esteban y Aurrekoetxea son huesos muy duros. Quieren garant¨ªas de que los Presupuestos se van a mantener y ejecutar en los pr¨®ximos meses, y sobre todo de que no habr¨¢ elecciones en breve. Y no garantizan en ning¨²n momento su voto. Les preocupa la estabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica, quieren estar seguros de que S¨¢nchez cumplir¨¢ con Bruselas. No se cierran en banda, y eso da ilusiones a los socialistas, pero no prometen el s¨ª.
Entonces, a ¨²ltima hora de la tarde del martes, llega el encuentro con los independentistas catalanes. Es en el Congreso porque se hab¨ªa hecho tarde y ten¨ªan que votar. Mientras est¨¢n hablando con Campuzano y Xucl¨¢, llega la noticia de que Torra se rinde y nombra consejeros limpios. Desiste de los encarcelados y fugados. "Esto nos lo pone m¨¢s f¨¢cil", admiten los socialistas. Los astros se van alineando. S¨¢nchez va a llegar a la votaci¨®n casi con el 155 levantado, una situaci¨®n ideal.
Rajoy ya empieza a contar a sus interlocutores que lo ve perdido. S¨¢nchez a¨²n no se f¨ªa. Por la tarde env¨ªa un mensaje a varias personas: "Hay una cosa clara ya. Ganamos la votaci¨®n. La moci¨®n, veremos". Esto es, ya tiene m¨¢s s¨ªes que noes. Tiene pr¨¢cticamente garantizados 175 s¨ªes gracias a Podemos, Comprom¨ªs, PDeCAT, ERC, Bildu, Nueva Canaria. Pero no basta. Necesita 176, mayor¨ªa absoluta. Si el PNV se abstiene, no llega.
Moncloa se mueve y presiona fuerte a los vascos. Pero es muy tarde. Rajoy llama el mi¨¦rcoles a Ortuzar. Ya est¨¢n pr¨¢cticamente en el s¨ª. Poco antes, el presidente ha sido aplaudido en la sesi¨®n de control por todo su grupo puesto en pie. En el Congreso se instala un ambiente de fin de ciclo y los populares se hunden. Pero los m¨¢s marianistas a¨²n conf¨ªan. No se pueden creer que Rajoy se deje matar sin luchar. "A¨²n lo salva, ya ver¨¢s", se conjuran en los pasillos. Tienen fe ciega en el ¨²ltimo movimiento del pol¨ªtico incombustible. Pero nunca llega.
?balos hace una ¨²ltima reuni¨®n con los catalanes. Quieren evitar que cualquier frase desafortunada en el discurso de S¨¢nchez haga imposible el s¨ª. Le llevan el texto de la investidura fallida de S¨¢nchez en 2016 y le subrayan las cosas que dijo entonces y ahora deber¨ªa evitar si no quiere problemas. Poco antes, Pascal ha montado desde Madrid una videoconferencia m¨²ltiple con Torra, que est¨¢ en Bruselas, y Puigdemont, en Berl¨ªn. Ah¨ª terminan de convencerles. El jueves, cuando S¨¢nchez habla de di¨¢logo, de normalizar la relaci¨®n con el Govern de Torra, de revisar algunas leyes tumbadas por el Constitucional, Pascal, Campuzano y Xucl¨¢ se miran en el esca?o como diciendo: esto era lo hablado, ?no? Y anuncian el voto positivo.
De restaurante
La suerte est¨¢ echada. En el pleno del jueves, S¨¢nchez ofrece una ¨²ltima salida a Rajoy: dimita y frene la moci¨®n. Sabe que no lo va a hacer, pero el efecto es bueno: ya no le pueden decir que quiere llegar al poder como sea, ¨¦l est¨¢ dispuesto a que caiga su moci¨®n si el presidente se va. Rajoy ni se lo plantea. Hundido, se va a comer con sus fieles del Gobierno al restaurante Arahy. Mientras, la direcci¨®n del PP, sin Cospedal, se va a La Ancha. Pero ellos s¨ª vuelven.
En el Arahy le llega a Rajoy la confirmaci¨®n de Ortuzar: el PNV se suma. Est¨¢ muerto. Ante los suyos explica que dimitir no arreglar¨ªa nada, que S¨¢nchez acabar¨ªa siendo presidente de todas maneras con los mismos apoyos o se generar¨ªa inestabilidad con unas elecciones impredecibles.
La ausencia del l¨ªder en el Congreso termina de deprimir a los suyos. El bolso de S¨¢enz de Santamar¨ªa en la silla de Rajoy se convierte en un icono. "Es una verg¨¹enza que el esca?o del presidente est¨¦ ocupado por un bolso", grita Iglesias. Cospedal tiene que salir de la larga sobremesa para volver al Congreso a desmentir que Rajoy vaya a dimitir. Al llegar a casa, todos los dirigentes del PP ven las im¨¢genes del presidente saliendo del restaurante. "Nadie lo entiende, nadie lo explica", se desesperan. La desolaci¨®n es total.
Durante toda la tarde, los barones y personajes importantes del partido hablan sin parar. Entre ellos. Nadie se atreve a decirle nada a Rajoy, pero ya se est¨¢n preparando para el d¨ªa despu¨¦s. La guerra se augura sin cuartel. Cospedal y S¨¢enz de Santamar¨ªa se contraprograman. Mientras la ministra de Defensa habla ante las c¨¢maras, la vicepresidenta agrupa un enorme corrillo de periodistas sin micr¨®fonos. La guerra por el control del PP saltar¨¢ en cuanto Rajoy d¨¦ un paso atr¨¢s. Si lo da.
El viernes, despu¨¦s de otras dos horas de ausencia en el Congreso, Rajoy regresa, sube a la tribuna y al fin parece recuperar su trayectoria. S¨¢nchez est¨¢ a punto ser presidente. Rajoy, con elegancia, le desea lo mejor y trata de dejar algo positivo, sin soberbia, con humildad. "Si ofend¨ª a alguien pido disculpas. Creo que cumpl¨ª con el mandato de la pol¨ªtica, mejorar la vida de la gente". A la salida, medio centenar de trabajadores del grupo parlamentario le est¨¢n esperando para darle un final digno. Le aplauden, le gritan "presidente, presidente" y algunos vitorean: "?Viva Espa?a!". La vicepresidenta, despu¨¦s de un desagradable cruce con Juan Carlos Monedero, de Podemos, se mete en el coche oficial entre gritos de "?fuera, fuera!" de un centenar de manifestantes que segundos despu¨¦s aplauden a Ada Colau.
El final no puede ser m¨¢s duro. En la zona de Gobierno hay abrazos y llantos. Muchas vidas van a cambiar. "Por primera vez en siete a?os no tengo nada que hacer este fin de semana", cuenta un alto cargo desolado. Mientras, a muchos diputados del PSOE de repente se les ha puesto cara de ministro. S¨¢nchez, satisfecho por un debate que le ha salido bien, con r¨¦plicas de altura reconocidas incluso por sus rivales, se va a celebrar con sus colaboradores. Antes se paran a esperar el ascensor. El nuevo presidente, t¨ªmido, siempre herm¨¦tico, no alcanza a decir palabra, abrumado por la responsabilidad. "?Qu¨¦ emoci¨®n!" suelta nervioso. Los suyos le abrazan. Ha nacido una nueva era. Y todo en una semana y contra todo pron¨®stico.
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