Las rencillas entre dos bandos de monjas cierran un convento en Lugo
El ¨²ltimo grupo que permanec¨ªa en el monasterio de clausura de Valdeflores lo abandon¨® tras denunciar la desaparici¨®n de dos valiosos cantorales
La comunidad dominica del monasterio de Valdeflores (en Viveiro, Lugo) se hizo a?icos en 2015. El remanso de paz que parec¨ªan custodiar los muros del convento, fundado en el siglo XV, era en realidad un hervidero de rencillas. Entre oraci¨®n, estudio y elaboraci¨®n de dulces, una decena escasa de monjas, divididas en dos bandos, alimentaba diariamente sus diferencias. Los desencuentros provocaron que, ese mismo a?o, las tres integrantes de una de las facciones se marcharan a la casa fundadora, en Francia. Quedaron otras seis. El regreso imprevisto, el a?o pasado, de una de las disidentes reabri¨® las heridas. La retornada permaneci¨® un par de meses y volvi¨® a marcharse en enero. Adem¨¢s, en mayo, la priora denunci¨® la desaparici¨®n de dos cantorales del siglo XIV. Mientras la polic¨ªa investiga este suceso, el grupo que quedaba en Valdeflores ha emprendido su propio ¨¦xodo: se ha ido al convento de Cangas de Narcea, en Asturias. En el monasterio lucense, un bien de inter¨¦s cultural (BIC) y monumento hist¨®rico, reina, ahora s¨ª, una paz sepulcral. El ruido sigue fuera.
La semana pasada la superiora del convento de las dominicas predicadoras de Nuestra Se?ora de Valdeflores ech¨® la llave, acudi¨® a la di¨®cesis de Mondo?edo-Ferrol a entregarla y anunci¨® que se iba a Asturias junto a las cinco ¨²ltimas residentes que quedaban. Un traslado, sostienen fuentes de esta di¨®cesis, obligado por la avanzada edad de las monjas (de entre 85 y 90 a?os) y ante la imposibilidad ¡°de encontrar nuevas hermanas m¨¢s j¨®venes que revitalicen la vida comunitaria¡±.
La partida de este ¨²ltimo grupo de religiosas que habitaba el convento, usado ininterrumpidamente desde el siglo XIV como ¡°referencia de fe y santuario mariano¡±, se produjo apenas unas semanas despu¨¦s de que la misma priora denunciase la desaparici¨®n de los valiosos cantorales: dos piezas, de las 10 que se guardaban en la biblioteca, de unos 15 kilos de peso y 45 cent¨ªmetros de altura cada una, dedicadas a la m¨²sica coral y a la de difuntos.
La superiora ¡°no acus¨® a nadie¡±, repite a este diario un portavoz oficial de la di¨®cesis que insiste en descartar cualquier paralelismo entre la desaparici¨®n de los manuscritos y las rencillas entre las monjas. No obstante, la investigaci¨®n policial descarta por el momento el robo.
El obispado puntualiza que, contrariamente a lo que se ha apuntado, los enfrentamientos entre los dos bandos no se deb¨ªan a una cuesti¨®n generacional: en el de Valdeflores, como en la pr¨¢ctica totalidad de los conventos espa?oles, el envejecimiento de la comunidad es la t¨®nica. Si las que ahora abandonan son ancianas, las tres disidentes no son unas ni?as: la m¨¢s joven est¨¢ en la cincuentena, una tiene 65 y la otra, 80 a?os.
Si se excluyen las diferencias de edad, nadie se atreve a poner nombre al motivo de un enfrentamiento que traspas¨® los s¨®lidos muros del convento. Unas rencillas entre una decena de mujeres religiosas entregadas al estudio, a la elaboraci¨®n de almendrados, suspiros, cordiales y amarguillos, y a la espiritualidad.
Y nadie se explica tampoco la desaparici¨®n de los cantorales denunciada por la priora ante la polic¨ªa asegurando, al mismo tiempo, que hab¨ªan encontrado la zona de las habitaciones revuelta, que hab¨ªan echado en falta algunas monedas y descubierto una escalera de mano apoyada en el muro, hechos todos estos que los investigadores no han podido confirmar.
El juzgado de Viveiro, que ha abierto diligencias, ha comenzado a citar a declarar a algunas personas que en los ¨²ltimos meses han podido estar en contacto con los manuscritos. Y fuentes de la investigaci¨®n aseguran a este diario que, a falta de algunas declaraciones, la desaparici¨®n de los cantorales ¡°no es lo que parece¡±, como tampoco lo era el sosiego intramuros que se daba por hecho. ¡°Con todas las cautelas¡±, sostienen estas fuentes, la investigaci¨®n indica de momento que, en Valdeflores, ¡°ni robo ni nada¡±.
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