Los nervios de la primera vez
La novedad de las primarias imprime una excitaci¨®n ins¨®lita en las bases y hasta dispara hormonas de cabreo con el aparato
En el congreso del PP hab¨ªa una efervescencia extra?a, casi adolescente, a todos se les hace raro poder votar y, encima, que no se sepa lo que va a salir, el no va m¨¢s de lo democr¨¢tico. Hay nervios de la primera vez, en un partido hecho y derecho, pero as¨ª es el PP, todav¨ªa le quedan cosas por descubrir. Y de verdad es otro descubrimiento charlar con algunos de los 3.000 compromisarios, porque adem¨¢s de nerviosos se les ve hasta cabreados. En ese rejuvenecimiento hay incluso una especie de podemizaci¨®n. El militante raso se queja de que se ha tenido que pagar el viaje, los 92 euros del hotel, -y las clavadas de su bar, trist¨ªsimo club s¨¢ndwich y cerveza, 20 euros-, de que el 70% de los concejales no cobra y no como esos que se agarran al sill¨®n. En fin, que ellos no est¨¢n ah¨ª por el dinero, sino por las ideas, ponen a parir al aparato y solo les falta hablar de casta. ¡°Los compromisarios natos [cargos del partido, no elegidos] no tendr¨ªan que votar, me parece muy mal, porque el aparato va a inclinar la balanza. Muchos deciden no por el partido, sino por su bolsillo¡±, explica un concejal de un pueblo del Llobregat. Vino en el AVE de Barcelona de las 7.05, que recog¨ªa afiliados de Lleida, Barcelona y Zaragoza: fueron debatiendo y dice que todos votan a Casado.
Un se?or de Toledo, curtido en congresos: ¡°Veo m¨¢s j¨®venes. Antes eran la mayor¨ªa de mi edad, cincuenta y pico, sesenta, abrigos de pieles, bueno, cuando era invierno, ahora hay m¨¢s gente normal¡±, se r¨ªe porque se le ha escapado. El paisanaje responde en gran parte al estereotipo. Pantalones color crema. Camisas con iniciales. Una cantidad anormal de rubias de bote. Hernando apareci¨® con n¨¢uticos. Hasta una se?ora con una pamela. Pero s¨ª mucha gente normal, como dice el se?or. Los encuentros son con palmadas sonoras en el hombro. Los que fueron una vez famosos y ya no lo son tanto se demoran para hacerse los encontradizos, buscando a qui¨¦n conocen, ansiosos de informaci¨®n y cotilleos. ¡°Las Nuevas Generaciones han pegado una subida que no veas. El chip ha cambiado, hay que cambiar¡±, concluye este compromisario. Todos tienen ganas de hablar, de desahogarse. Basta empezar de cualquier manera: ¡°?Qu¨¦, c¨®mo lo ve?¡±. Y a la media hora les tienes que parar.
¡°No he recibido presi¨®n de nadie, de nadie. Hombre, todos deben favores. Si te llama de la Diputaci¨®n el que te hizo una calle en tu pueblo, pues te lo piensas, pero es que al final el voto es secreto¡±, cuenta un compromisario de Valencia. La sensaci¨®n de que puede pasar cualquier cosa es general, excitante. Pone bastante m¨¢s nerviosos a los que se la juegan si no aciertan el caballo ganador. ¡°Yo solo espero que no haya hostias, ni durante, ni despu¨¦s. Porque vuelvo a mi casa y ris, ras, rompo el carn¨¦¡±, dice otro compromisario de Alicante. Como que no han venido hasta aqu¨ª para tonter¨ªas.
Dos chavales de 18 a?os de Madrid, voluntarios en la mesa de votaci¨®n de los apellidos de Lete a Lucena, son de Nuevas Generaciones y ven cambios: ¡°Hombre, ahora ves rivales, se ha segmentado el partido, antes ¨¦ramos todos m¨¢s lo mismo, compa?eros y ya est¨¢. Supongo que luego se pasar¨¢¡±. Est¨¢n con Casado.
Estos congresos son un incre¨ªble mundo fan.?Se ven situaciones improbables, como que alguien se le declare a Crist¨®bal Montoro: fue una de las voluntarias de las acreditaciones, que le dijo que le admiraba y era el mejor ministro. Cuando llegaron Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa y Pablo Casado, ¨¦l arrastr¨® el doble de gente y de fot¨®grafos. Estrech¨® la mano hasta a las columnas, en su estilo. ¡°Hay gente que est¨¢ muy subidita¡±, coment¨® una militante. El ambiente era ese, como de que gana Casado, pero que cuidado, que no se f¨ªe.
Empez¨® el congreso, son¨® el himno de Espa?a y Mar¨ªa Dolores de Cospedal ya se emocion¨®. Como Mariano Rajoy, los dos ten¨ªan los nervios de la ¨²ltima vez, no de la primera. El ambiente en el auditorio era cargado, t¨®rrido. En esa temperatura de terrario, como dos criaturas fuera de lugar, Rajoy y su esposa, Viri, pasaban un mal rato, observados por todos. El expresidente o¨ªa elogios y no mov¨ªa un m¨²sculo, muy serio. Parec¨ªan inc¨®modos, o de funeral: son dos t¨ªmidos. Rajoy hace un extra?o juego de cejas cuando se conmueve. Viri se tuvo que secar las l¨¢grimas. Les pusieron un minidocumental con una canci¨®n bonita titulada Hero, h¨¦roe. Era como uno de esos v¨ªdeos de las bodas en que hablan amigos lejanos y todo el mundo es bueno. En su discurso de despedida, Rajoy se revel¨® una vez m¨¢s, la ¨²ltima, como el m¨¢s normal del PP, y mucho m¨¢s su mujer. La jornada fue nost¨¢lgica, una tregua antes de la pelea de hoy.
S¨¢enz de Santamar¨ªa y Casado, entretanto, se vigilaban de reojo, separados por dos butacas. Mientras Cospedal hac¨ªa su ¨²ltimo discurso como secretaria general, ella lanzaba miradas de complicidad a Mart¨ªnez Ma¨ªllo, subiendo los ojos con intenci¨®n. Casado escuchaba tranquilo, m¨¢s relajado, ella no paraba quieta, entre el abanico, el m¨®vil y una sonrisa descaradamente intrigante, como si quisiera hacer saber a todos que sab¨ªa cosas que los dem¨¢s no saben.
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