Viaje al pueblo que vol¨® por los aires
La explosi¨®n de una pirotecnia ilegal en Paramos convirti¨® el lugar en un enclave fantasma que sigue aguardando la respuesta del Gobierno para reconstruirse
El olor a p¨®lvora se ha esfumado en el valle del Mi?o, pero los cartuchos vac¨ªos siguen esparcidos por el suelo y las varillas de las bombas de palenque, clavadas entre los escombros como una lluvia de flechas. El pueblo de Paramos permanece atrapado en las cuatro y veinticinco de la tarde del 23 de mayo pasado, aquel instante infinito en que estall¨® el polvor¨ªn ilegal de Paco O Fogueteiro e hizo volar por los aires toda la vida alrededor.
Si no fuese por los gatos que exploran las ruinas y las urracas que sobrevuelan los cascotes, la de este barrio de Tui (Pontevedra) parecer¨ªa una foto fija del d¨ªa del desastre. Una estampa de guerra que sigue acordonada y custodiada a turnos por la Guardia Civil y las polic¨ªas local y auton¨®mica y a la que incluso los due?os de las casas desmoronadas tienen prohibido el paso. Cada vez que quieren entrar, deben pedir un permiso especial en el Ayuntamiento. En la explosi¨®n muri¨® un matrimonio, dos ni?os quedaron hu¨¦rfanos, 37 personas sufrieron heridas y 340 casas resultaron da?adas. 26 de ellas, en el n¨²cleo de A Torre, desaparecieron literalmente o tienen que ser demolidas porque su estructura pende de un hilo. Forman el paisaje arrasado de la llamada zona cero. La tierra prohibida adonde nadie puede volver ni siquiera para empezar la vida desde ese n¨²mero hueco, porque antes debe llevarse a cabo un desescombro millonario que de momento ninguna Administraci¨®n asume.
En el epicentro de la desolaci¨®n se abre la explanada vac¨ªa del almac¨¦n donde el due?o de la Pirotecnia La Gallega, Francisco Gonz¨¢lez Lameiro, que ingres¨® en prisi¨®n, acumulaba m¨¢s de una tonelada de polvora en medio de una zona (Paramos, Guillarei) altamente poblada. En los d¨ªas sucesivos a su arresto se localizaron varios zulos clandestinos en Tui, con explosivo ya elaborado y otras cantidades semejantes de nitrato de potasio, carb¨®n y azufre para fabricarlo con vistas a las fiestas del verano. En Paramos siguen hall¨¢ndose las planchas met¨¢licas y las descomunales vigas de hierro retorcidas de la estructura de la nave, que salieron disparadas por la explosi¨®n, medio kil¨®metro en cualquier direcci¨®n, hasta caer a los pies de la gente, en caminos y fincas particulares.
Frente al polvor¨ªn estallado, persiste congelado en el tiempo el escenario de la muerte de Sora y Abdlalk Hailas, la pareja marroqu¨ª que falleci¨® aplastada en su peque?a vivienda de piedra. Todo contin¨²a ah¨ª. Sus muebles, sus colchones, sus mantas, sus cortinas. La cocina, los platos rotos, el contador de la luz, los botes de pintura con los que planeaban arreglar la casa. Sus hijos, de 8 y 13 a?os, viven desde que salieron del hospital con una familia de acogida asignada por la Xunta de Galicia, tambi¨¦n de origen marroqu¨ª y en el municipio de Tui. Las otras casas a ambos lados est¨¢n borradas del mapa. En la del jubilado Manuel Gond¨¢, aleda?a a la de la familia Hailas, nada se conserva el pie. Apenas se adivinan las patas de lo que debi¨® ser el h¨®rreo. "?l se salv¨® porque ocho d¨ªas antes hab¨ªa marchado a visitar a su hijo a Madrid", cuenta ?scar Rodr¨ªguez, otro vecino de la zona cero: "Ya no tiene ganas de volver".
Rodr¨ªguez entra en Paramos con la autorizaci¨®n en la mano, porque la Guardia Civil "pide hasta los DNI". Trae con ¨¦l, e igualmente con permiso escrito, a unos parientes de Le¨®n que por la tele no se hac¨ªan idea de la cat¨¢strofe. ?l tiene el respaldo del seguro para reconstruir su casa, pero no puede tocar una piedra hasta que se lleve a cabo el desescombro sin fecha. Mientras tanto, y pese a la vigilancia en relevos de las fuerzas del orden, ya le han entrado a saquear su propiedad "dos veces", y a alg¨²n otro vecino tambi¨¦n.
A la espera de ese desescombro que no se vislumbra, la ¨²nica empresa que ha trabajado en el lugar ha sido la que contrat¨® el Ayuntamiento de Tui para el desamiantado. Paramos, como tantos otros pueblos, estaba trufado de cubiertas de uralita que se volvieron peligrosas al despedazarse con el bombazo. La empresa Demoliciones y Desamiantados Galicia calculaba retirar de la zona cero unas 100 toneladas, pero ya van cerca de 160. El material envenenado se ha ido acumulando en envoltorios de pl¨¢stico y sacos junto al enorme santuario que hab¨ªa mandado edificar con el dinero de una herencia el viejo p¨¢rroco, don Celso, ahora tambi¨¦n destruido. Pero los obreros que han retirado el amianto dicen que "a¨²n queda m¨¢s", y que no pueden seguir limpiando hasta que alguien asuma quitar los escombros. Mientras hac¨ªan su tarea los trabajadores, en julio lo que s¨ª trataron es de salvar algunos muebles y ropa entre los cascotes. Los han puesto en el camino "para que el que pueda coja lo suyo. Porque esta gente lo perdi¨® todo".
La Asociaci¨®n de Afectados de Paramos (integrada por los que sufrieron da?os en sus casas y negocios y los desplazados sin fecha de regreso de la zona cero) se ha personado en el proceso penal contra el pirot¨¦cnico. Pero advierte que tambi¨¦n va a luchar por que la juez del caso busque responsables de esa falta de control de explosivos que permiti¨® hacer acopio ilegal, en un almac¨¦n que parec¨ªa invisible, a O Fogueteiro. Mientras tanto, desde que se constituy¨®, hace ya casi tres meses, el colectivo aguarda varias decisiones del Gobierno central para ver resurgir Paramos de sus cenizas. Pero su desgracia sobrevino justo antes del relevo pol¨ªtico y llegado agosto la situaci¨®n sigue estancada mientras los plazos para pedir ayudas se aproximan a su fecha de caducidad. Los vecinos lograron subvenciones parciales, aunque directas, de la Xunta para la reconstrucci¨®n, sin embargo el 5 de septiembre se acaba el plazo y unos cuantos tienen miedo a pedirlas, porque el a?o que viene tendr¨¢n que devolver una parte a la Agencia Tributaria y saben que no van a poder.
Zona catastr¨®fica
La soluci¨®n ser¨ªa una declaraci¨®n de "zona catastr¨®fica", lo que ahora se llama "zona gravemente afectada por una emergencia de Protecci¨®n Civil", y que depende del Ministerio del Interior. "Conseguirlo lo supondr¨ªa todo para nosotros", explica el portavoz vecinal, Salvador Garc¨ªa: "el desescombro, la exenci¨®n fiscal por las ayudas p¨²blicas y m¨¢s subvenciones del Gobierno" para viviendas y veh¨ªculos que se perdieron, porque las de la Xunta para "casa y ajuar" no cubren m¨¢s que una parte, testimonial si es segunda residencia. Tui ha cumplido con el papeleo necesario para lograr esta declaraci¨®n de emergencia, pero la figura est¨¢ prevista para desastres naturales, y la tragedia de Paramos no lo es. De momento, ning¨²n cargo de Interior ha confirmado ni desmentido que se est¨¦ buscando un encaje legal para darla. Un portavoz oficial del ministerio explica, no obstante, que se est¨¢n tramitando "37 solicitudes individuales para el pago de ayudas subsidiarias", la mayor¨ªa para da?os materiales en viviendas, un tema que al tomar posesi¨®n el nuevo Ejecutivo "estaba un poco parado y se le ha dado un impulso".
"Pero nosotros necesitamos una declaraci¨®n p¨²blica, un compromiso firme", exige Salvador Garc¨ªa, de que las ayudas tendr¨¢n exenci¨®n fiscal y no habr¨¢ que devolver "entre un 20% y algo m¨¢s de un 40%, dependiendo de la renta de cada uno". Hay personas con pensiones no contributivas que si reciben un pago se ver¨¢n obligadas como todos a retornar parte de la ayuda al fisco, pero no ganan lo suficiente para hacerlo y prefieren vivir con un cr¨¢ter en el tejado antes que "perder su paga" el a?o que viene. El portavoz enumera un caso tras otro: "Tengo una vecina mayor que no pide los 7.000 euros que le da la Xunta para reponer el tejado y las ventanas porque si se los gasta en los arreglos no va a poder devolver lo que le va a reclamar Hacienda", comenta Garc¨ªa. "Dice que prefiere vivir para siempre debajo del pl¨¢stico" que tiene por techo "que quedarse sin la casa entera porque se la embargan".
La plataforma asegura que hay vecinos que lo perdieron todo y han logrado la ayuda m¨¢xima del Gobierno gallego, 109.000 euros para la reconstrucci¨®n m¨¢s 16.000 para enseres dom¨¦sticos, pero el a?o que viene tendr¨¢n que reintegrar a la Agencia Tributaria "unos 52.000". "No son subvenciones, son pr¨¦stamos", protestan. Paramos se siente doblemente aniquilado. Primero por el estallido de la p¨®lvora, y ahora por una endiablada maquinaria burocr¨¢tica sembrada de minas. "Ojal¨¢ me hubiera muerto en la explosi¨®n para no tener que pasar por todo esto", comenta a los suyos Juan Garc¨ªa, que vive al lado, pero no dentro de la zona cero. A sus 86 a?os, viudo ya desde hace cuatro, no encuentra fuerzas para seguir adelante cuando ve que otros vecinos ya han repuesto el tejado y ¨¦l sigue con su casa cubierta de lonas. Entonces se le saltan las l¨¢grimas.
"Aqu¨ª la gente llora a diario", lamenta el portavoz de la asociaci¨®n. M¨¢s de 60 vecinos tienen vez estos d¨ªas con un psic¨®logo del Servizo Galego de Sa¨²de que "est¨¢ valorando caso por caso", dice Salvador Garc¨ªa, despu¨¦s de que unas sesiones en grupo con la Cruz Roja destapasen el cataclismo an¨ªmico que padec¨ªa el pueblo. El que m¨¢s y el que menos ten¨ªa su vida encaminada y ahora no ve m¨¢s que un futuro incierto para su familia. Es el segundo derrumbe al que se enfrenta el pueblo: Paramos ha perdido techos y paredes, pero entre promesas, eufemismos pol¨ªticos y papeleos tambi¨¦n un suelo firme en el que pisar: "Ves tiarrones que siempre te parecieron tipos duros totalmente destrozados".
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