¡°Por favor, s¨¢canos de este encierro¡±
Familias que viven en un centro de inmigrantes en Ceuta suplican que les dejen ir a la Pen¨ªnsula
Houari Buedine es un argelino serio, robusto y barbudo. Intimida. Hasta que se desmorona y rompe a llorar como un ni?o. Sus cuatro hijas observan atentas y silencionesas cada l¨¢grima que derrama su padre mientras relata su odisea migratoria en la que hasta tuvieron que lanzarse al mar con las ni?as para huir de las mafias.
La suya es una de las familias que viven atrapadas en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta sin posibilidad de viajar a la Pen¨ªnsula porque Interior no lo autoriza. ¡°Por favor, s¨¢canos de este encierro¡±, ruegan. No aguantan m¨¢s. El patriarca y su mujer, Majda Elarbi, embarazada de ocho meses, decidieron hacer las maletas el mes pasado y llevar a sus hijas de dos, cinco, diez y 12 a?os a un lugar seguro, lejos de su pa¨ªs, donde aseguran que las mafias se financian con el secuestro de ni?os. ¡°Robaron los hijos de nuestros vecinos. Pensamos en cambiar de ciudad, pero en Argelia la mafia est¨¢ en todas partes¡±, alerta el padre, un vendedor de coches.
La familia invirti¨® sus ahorros en venir a Espa?a. De Argelia llegaron a Casablanca en avi¨®n y, despu¨¦s, en autob¨²s hasta Castillejos, en la frontera con Ceuta. Por 2.500 euros los metieron en una vieja patera. Las ni?as lloraron y se abrazaron a la madre durante la hora y media de trayecto en el que la barcaza se iba llenando de agua. El relato emociona a Majda que se seca las l¨¢grimas con su hiyab. La entrevista tiene que interrumpirse varias veces para que se recompongan.
Cuando parec¨ªa que el viaje estaba a punto de acabar, el patr¨®n les pidi¨® m¨¢s dinero antes de desembarcar. La mujer y tres de las peque?as se lanzaron al agua mientras una de las hermanas, a¨²n en el barco, miraba aterrada c¨®mo su padre forcejeaba por salvar los mil euros que llevaba en la cazadora. Lo perdi¨® todo, pero consigui¨® dejar la barca a nado con ella en brazos.
Los Buedine, con ni?os peque?os y dispuestos a casi todo para ponerlos a salvo, son una golosina para delincuentes cuyos tent¨¢culos llegan al propio centro de inmigrantes, donde se alojan desde octubre. Las mafias que trafican con personas como ellos operan tambi¨¦n en el mismo CETI, ofreciendo pasajes a precio de crucero para llegar a la Pen¨ªnsula a quienes se desesperan por abandonarlo. Preparado para acoger a unas 500 personas, el de Ceuta ha llegado a albergar a 1.200. Nunca fue lugar para familias.
Houari y los suyos, as¨ª como otras 15 familias con ni?os en Ceuta y un centenar en Melilla, no pueden salir de las ciudades aut¨®nomas por encontrarse en situaci¨®n irregular. Sus calles son toda la Europa que tienen derecho a ver y el CETI el ¨²nico lugar que puede acogerles, salvo que la Polic¨ªa Nacional autorice su salida a la Pen¨ªnsula con un permiso por razones humanitarias. Esos permisos, imprescindibles para no colpasar los centros, se otorgan sobre todo a subsaharianos y, raramente, se trasladan a argelinos o marroqu¨ªes.
Solicitar asilo tampoco es una soluci¨®n para las familias. A los demandantes de protecci¨®n internacional en Ceuta y Melilla, que deber¨ªan tener los mismos derechos que el resto, no se les permite traspasar los l¨ªmites de ambas ciudades hasta que se resuelva su expediente. El sistema convierte as¨ª el centro en un limbo para los magreb¨ªes. Los m¨¢s j¨®venes, con menos que perder, optan por intentar huir escondidos hasta en el hueco de los motores de los barcos. Pero las familias no tienen m¨¢s opci¨®n que esperar en habitaciones llenas de literas compartidas.
La estafa de las mafias
A los cuatro d¨ªas de llegar, un compatriota ofreci¨® a los Buedine un viaje en un barco con habitaciones, como los ferrys que unen Ceuta con Tarifa o Algeciras. Las ni?as ir¨ªan gratis. La tarifa: los ¨²ltimos 2.000 euros que les quedaban. La familia, guiada por los traficantes, lleg¨® hasta una playa, pero all¨ª no hab¨ªa barco. Les hab¨ªan estafado. La denuncia que interpusieron es un gui¨®n de pel¨ªcula de acci¨®n. Houari enfureci¨® y llev¨® a golpes a uno de los cabecillas hasta la comisar¨ªa firmando una declaraci¨®n de guerra contra los traficantes que no puede ganar. Al d¨ªa siguiente intentaron atropellarlo y secuestrarlo cuando se dirig¨ªa al CETI, convirti¨¦ndose en portada de la prensa local. Hoy, muertos de miedo, toda la familia lleva m¨¢s de un mes sin salir del recinto. ¡°Las ni?as no van al colegio por miedo a que les pase algo. Lo pasan muy mal, tiemblan por la noche¡±, explica Majda.
Zaid Elhachemi y los suyos tambi¨¦n est¨¢n atrapados en Ceuta. Su mujer F¨¢tima est¨¢ embarazada de cinco meses y los tres hijos, de dos, cuatro y nueve a?os, presentan todo un cat¨¢logo de alergias e infecciones. ¡°No aguantamos m¨¢s. No se puede vivir aqu¨ª. No se puede descansar, no hay higiene para los peque?os¡±. Aqu¨ª tienen m¨¦dico, ropa, buena comida y asistencia jur¨ªdica, pero el lugar es un polvor¨ªn. El equilibrio de un jueves soleado en el que los j¨®venes subsaharianos escuchan m¨²sica mientras lavan la ropa puede saltar por los aires con un chasquido y acabar en una reyerta. Zaid y su familia vivieron la ¨²ltima pelea contra la puerta, encerrados en una habitaci¨®n.
Los Elhachemi se niegan a volver a Argelia por la misma raz¨®n y miedo que sus compatrioras. Ellos comenzaron a recibir cartas en las que se les exig¨ªa dinero si quer¨ªan mantener a salvo sus hijos. ¡°Estuvimos dos a?os sin salir con los ni?os ni al parque¡±, ilustra Zaid. ?l lleg¨® en patera, la mujer y los ni?os alquilaron por 200 euros un pasaporte espa?ol para colarse por la concurrida frontera ceut¨ª hace dos meses. ¡°La parte m¨¢s dura del viaje es el CETI. No me imaginaba que fuese as¨ª, pensaba que habr¨ªa un lugar adecuado para las mujeres y los ni?os¡±, afirma Zaid, contrariado con que su mujer y sus hijos se hacinen en un cuarto con otras dos familias. ¡°Mi ¨²nico sue?o es salir de aqu¨ª, no podemos m¨¢s¡±.
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