El amanecer dorado de la ultraderecha
La crisis de la primera fuerza, PSOE, es tan inquietante como la pujanza de la quinta, Vox
Las elecciones?las ha ganado el perdedor y las ha perdido el ganador. No cabe una paradoja m¨¢s elocuente del resultado que arrojan literalmente las urnas andaluzas. La crisis de la primera fuerza (PSOE) es tan inquietante como la pujanza de la quinta (Vox), de forma que la agon¨ªa del susanismo tanto implica la capitulaci¨®n de San Telmo como destrona la hegemon¨ªa paquid¨¦rmica de la izquierda desde una sorpresa electoral que normaliza, homologa e institucionaliza la ultraderecha.
Las elecciones andaluzas las ha ganado Vox sin partido, candidato ni campa?a. Las ha ganado sin credibilidad en la prensa y sin espacios de propagaci¨®n convencionales. Es una victoria que subordina la pol¨ªtica convencional a la eficacia de la clandestinidad. Que premia la agitaci¨®n de las redes sociales. Que sacraliza la antipol¨ªtica. Que simboliza el lenguaje desacomplejado. Que re¨²ne la bandera itinerante de la indignaci¨®n. Y que demuestra la eficacia del voto en silencio. Han fallado todas las encuestas al respecto. Y ninguna con m¨¢s estr¨¦pito que la elaborada en la cocina del CIS, pero la sorpresa no se explica sin la verg¨¹enza que implica proclamar p¨²blicamente la afinidad a un partido confesional, supremacista, xen¨®fobo, eur¨®fobo.
De otro modo, no se hubiera precipitado Marine Le Pen a celebrar la victoria. Del susanismo al oscurantismo, el cambio de ¨¦poca de la pol¨ªtica de Andaluc¨ªa se ha producido desde una anomal¨ªa: el viaje de la izquierda a la derecha depende de las condiciones de Vox, cuya irrupci¨®n no se restringe a la escena andaluza. Implica el amanecer dorado de la extrema derecha en Espa?a. Y presupone, ya veremos, la unci¨®n de Juanma Moreno como presidente de la Junta. No lo consigui¨® Javier Arenas con 50 diputados. Lo va a conseguir su hijo pol¨ªtico?con 26.
P¨ªrrica o no, la victoria de Moreno es la victoria de Casado. Tanto se implicaba el l¨ªder nacional en la campa?a, tanto se expon¨ªa al umbral del fracaso o del ¨¦xito. De hecho, estos comicios han premiado la clave de lectura de la pol¨ªtica nacional por encima de la regionalista, andalucista o auton¨®mica. Albert Rivera ha tenido la astucia o el instinto de plantear estos comicios como una revancha al soberanismo, como una segunda vuelta de las catalanas hacia fuera. Y como una oportunidad de aglutinar en las urnas el discurso de la unidad de Espa?a.
Era la manera de despecharse de S¨¢nchez, tan ausente en Andaluc¨ªa como Pablo Iglesias. Y hermanados ahora en la distancia c¨ªnica del fracaso ajeno. El rechazo de Susana D¨ªaz al l¨ªder socialista era tan evidente como la aversi¨®n de Teresa Rodr¨ªguez al l¨ªder de Podemos. Ser¨¢n ellas quienes ahora tengan que explicar, explicarse, el desenga?o electoral de la izquierda.
Semejante evidencia no contradice la frustraci¨®n que supone para S¨¢nchez haber perdido la autonom¨ªa m¨¢s relevante ni haberse confrontado a su primer desencuentro electoral. Iglesias podr¨¢ relamerse con el varapalo que ha sufrido Adelante Andaluc¨ªa renegando de Podemos, del color morado, pero se trata de un premio de consolaci¨®n precario porque la izquierda se ha expuesto no ya a un contratiempo circunstancial, sino acaso a una tendencia que rectifica la euforia que hab¨ªa proporcionado la moci¨®n de censura en la expectativa de un cambio de inercia.
Ser¨¢n complejas las negociaciones entre los actores del centro-derecha. Y reclamar¨¢ Juan Mar¨ªn su derecho al trono de San Telmo en cuanto figura pujante de alas naranjas, pero la prioridad de evacuar al socialismo subordinar¨¢ cualquier obst¨¢culo. Incluido el abrazo a Vox. No es una fuerza gregaria ni menor. Suma 400.000 votos. Y ha reunido tres diputados m¨¢s de cuantos logr¨® Ciudadanos en 2015.
Las fuerzas pol¨ªticas convencionales pueden aislarlo de los pactos, neutralizarlo. Pongamos por caso un acuerdo al estilo dan¨¦s, tipo Borgen, que convertir¨ªa a Mar¨ªn (Cs) en presidente con los votos del PSOE y PP, pero la maniobra no resolver¨ªa el problema, o sea, la irrupci¨®n de la extrema derecha, simplemente maquillar¨ªa el s¨ªntoma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.