Adi¨®s a la taberna granadina que sirvi¨® el primer vino en 1910
Bodegas Espadafor dice adi¨®s a Granada un siglo despu¨¦s de servir su primer vino
Cuando los gastrobares y las vinotecas llegaron, las tabernas y las bodegas hac¨ªa siglos que estaban ah¨ª. Pero, al menos en Granada, es cuesti¨®n de tiempo que estas ¨²ltimas desaparezcan. El listado de bajas aumenta y, desde hace unas semanas, tiene una nueva incorporaci¨®n. Bodegas Espadafor, abiertas en 1910, han echado la persiana para no volverla a subir. Las propietarias del local, alquilado, lo quieren para ocuparlo con un moderno y confortable hotel. Tras 108 a?os como bodega, su cierre arrastrar¨¢ tambi¨¦n, en los pr¨®ximos meses, el de una pensi¨®n aleda?as. Y con ese cierre, una ola de melancol¨ªa ha recorrido la ciudad.
Miguel Espejo ha sido responsable de la bodega en la ¨²ltima ¨¦poca. Espejo cuenta que fue Francisco Espadafor Ram¨ªrez, un familiar de su esposa Nieves, quien la abri¨® a principios del siglo pasado. Seg¨²n contaba la familia al diario Granada Hoy hace unos a?os, el primer Espadafor era un violinista siciliano que lleg¨® a Espa?a en la corte de Amadeo de Saboya como violinista, en el ¨²ltimo tercio del siglo XIX. A?os despu¨¦s, Francisco abri¨® la bodega en la Gran V¨ªa, ya cerca de la plaza del Triunfo en lo que hoy es pleno centro de la ciudad y entonces era poco menos que el l¨ªmite con el campo. Otra rama de la familia mantiene en pie las Industrias Espadafor, otra bodega tambi¨¦n, productora entre otros, de un muy vendido mosto (Castillo de Salobre?a) o del Champ¨ªn, ese refresco sin alcohol con el que los ni?os simulan beber champ¨¢n.
¡°Este local explica Miguel Espejo, fue desde sus primeros a?os la t¨ªpica bodega que serv¨ªa vinos y aguardiente. Durante muchos a?os aqu¨ª no se sirvi¨® cerveza porque eso no se estilaba en Espa?a¡±. Bodegas Espadafor no siempre se llam¨® as¨ª. En sus primeros a?os se llam¨® con el muy granadino nombre de Bodegas Nuestra Se?ora de las Angustias. M¨¢s o menos en la fecha del cambio de nombre el local estren¨® un cartel de prohibido el cante que no era un mero adorno. Hubo un tiempo en el que ese cartel ten¨ªa una funci¨®n que cumplir. Espejo cuenta que ¡°en los a?os 50, aqu¨ª ven¨ªan un mont¨®n de gente despu¨¦s de trabajar en el campo, que estaba ah¨ª al lado, y entre vino tinto, blanco y clarete agarraban unas melopeas de cuidado. Tanto que esto se desmadraba y tuvimos que poner el cartel de prohibido el cante, que se ha mantenido hasta el d¨ªa del cierre¡±.
El cierre de Espadafor se lleva por delante, cuenta Espejo ¡°esas tapas de migas, de callos o el arroz de las dos en punto del mediod¨ªa, que los viernes y s¨¢bado era negro. O el jam¨®n asado, la tapa estrella de los ¨²ltimos a?os¡±. Mientras EL PA?S visita las bodegas, en plena faena de desalojo de cer¨¢micas centenarias y carteles taurinos con d¨¦cadas a sus espaldas, un cliente habitual desde hace 35 a?os pasa por all¨ª a despedirse de Espejo.
Pepe, recuerda ¨¦l mismo, estudi¨® en el vecino instituto Padre Su¨¢rez. ¡°Ya ¨¦ramos mayores, por lo que trabaj¨¢bamos por la ma?ana y estudi¨¢bamos en el nocturno. Despu¨¦s de las clases ¡ªy a veces un poco antes, dice¡ª nos ven¨ªamos a tomar una cerveza o un vino¡±. ¡°Pasamos muchos ratos excepcionales¡±, resume apenado Pepe.
El hijo de Miguel Espejo tambi¨¦n andaba por el local echando cosas fuera. Es ¨¦l quien recuerda que hace tres a?os, desde que en 2015 se puso fin a los contratos de renta antigua comenzaron las presiones para que abandonaran el local. Hace unos meses venci¨® su contrato de alquiler y lo m¨¢ximo que consiguieron fue una pr¨®rroga de algunos meses antes de marcharse. Todo hace indicar que sus propietarias, cuatro hermanas que tienen un par de hoteles en la ciudad, han planificado uno m¨¢s en ese espacio y para eso requieren de las bodegas y de las tres plantas que sobre ¨¦l ocupa la Pensi¨®n Atl¨¢ntida. El cierre de Bodegas Espadafor es definitivo. No hay traslado ni nueva ubicaci¨®n, asegura Espejo. Su maquinaria acabar¨¢ en otros bares y restaurantes alargando su vida, pero poco m¨¢s. Lenta pero segura, la modernidad va ocupando todos los espacios disponibles. La ciudad pierde un espacio centenario y emblem¨¢tico y, en unos a?os, un hotel probablemente impoluto y de suelos brillantes ocupar¨¢ su lugar.
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