Del Supremo, ni agua
Midiendo los grados que se movi¨® cada acusado para saludar a Torra, de cero a 180, se explican mejor las relaciones pol¨ªticas del soberanismo que con cualquier declaraci¨®n p¨²blica
En 2014, Andreu Van den Eynde, en una entrevista concedida a El Jurista, dijo que quer¨ªa ser abogado penalista desde los 10 a?os. Oriol Junqueras, por su parte, dijo en 2012 a La Vanguardia que a los ocho a?os ¨¦l ya estaba en contra de la Constituci¨®n espa?ola. No se conoce una relaci¨®n laboral m¨¢s cantada que la que uni¨® este martes en el Tribunal Supremo a los dos, abogado y cliente, ni dos sue?os de la infancia cumplidos de forma tan estrepitosa y desafortunada.
El exvicepresidente de la Generalitat, tras un a?o y cuatro meses de prisi¨®n preventiva, se sent¨® en el banquillo armado de papeles y gesto absorto, el m¨¢s hier¨¢tico de los 12 acusados del proc¨¦s que se sentaron en el banquillo, la mayor¨ªa relajados y felices de saludar a familiares y amigos. Apenas volvi¨® la cabeza, mucho menos cuando apareci¨® en la sala Quim Torra y salud¨® a los acusados, cuya composici¨®n en ese momento parec¨ªa un cuadro: a unos les faltaba silbar mirando para el techo, otros saludaron sonriendo dando un giro total y algunos voltearon medio cuerpo; midiendo los grados que se movi¨® cada uno para saludar a Torra, de cero a 180, se explican mejor las relaciones pol¨ªticas del soberanismo que con cualquier declaraci¨®n p¨²blica.
Van den Eynde, que tambi¨¦n representa a Romeva, se llev¨® los focos de primera hora.?Cualquier detalle pod¨ªa llamar la atenci¨®n, y ese detalle fue una cantimplora llena de agua que se sirvi¨® evitando el agua puesta por el tribunal, un momento que evoc¨® el Brasil-Argentina de 1990, cuando los argentinos ofrecieron agua a sus rivales, drog¨¢ndolos. Pero en esta ma?ana del 12 de febrero en Madrid estaba todo el mundo despierto, al menos lo suficiente para que se dejase aclarado el camino a seguir por las defensas.
Hace tres meses, en Naci¨® Digital, Benet Salellas advirti¨®: ¡°La causa solo la podemos ganar si utilizamos el juicio para reivindicar la legitimidad del derecho a la autodeterminaci¨®n¡±. Salellas, exdiputado de la CUP y abogado de Anna Gabriel adem¨¢s de Cuixart, advirti¨® de que ¡°no exist¨ªa un derecho fundamental de la unidad territorial¡±. Le toc¨® hablar despu¨¦s del receso para comer, una hora francamente dif¨ªcil que solvent¨® con eficacia trasplantando otra idea esbozada en aquella entrevista, cuando dijo que se pod¨ªa obligar al Supremo a dictar una sentencia absolutoria. Titular que contiene a su vez dos victorias, la de ganar el juicio y hacerlo ante unos jueces que sentencian algo contra su voluntad; de esta forma tampoco ser¨ªan independientes, sino que no les quedar¨ªa m¨¢s remedio.
¡°S¨®n les 10.22 i ara em toca escoltar i deixar d¡¯escriure¡±, escribi¨® a esa hora en su cuaderno Jordi Turull. Sus notas de los dos ¨²ltimos d¨ªas fueron publicadas a las siete de la tarde por El Nacional. Cuenta que, al llegar a la sala, Carme Forcadell y Dolors Bassa le explicaron qu¨¦ tal estaban en Alcal¨¢ Meco. Le llam¨® la atenci¨®n que la sala estuviese presidida por un cuadro de Alfonso XIII, algo a su juicio sintom¨¢tico. Y cont¨® que mientras los dem¨¢s estaban en corros hablando, Jordi S¨¤nchez miraba papeles y Quim Forn escrib¨ªa, como ¨¦l; todo ello, antes de que empezase el juicio. A lo largo de la sesi¨®n, lo que pudo ver el espectador fue c¨®mo Cuixart era el m¨¢s inquieto, sonriendo y hablando cada poco. Cuando intervino el abogado de Santi Vila, Pau Molins, se gir¨® para escucharlo con el pie debajo del trasero, una postura normal tras horas sentado y que record¨® a uno de los presentes el disparate del abogado de La Manada un a?o antes, cuando sospech¨® de la v¨ªctima por declarar en una postura parecida; seg¨²n aquel letrado, posturas as¨ª en la silla son indicadores de inocencia o culpabilidad.
Fuera, alrededor del Supremo, merodeaban blindados por la Polic¨ªa partidarios de los acusados y manifestantes de la extrema derecha, que antes de la sesi¨®n vitorearon al abogado de Vox, Javier Ortega Smith, el cl¨¢sico recibimiento popular que Ortega pensar¨¢ que habr¨ªa merecido cuando hace a?os volvi¨® de Gibraltar nadando (un tramo, no hasta Madrid) tras clavar all¨ª una bandera espa?ola. Entre aquella Espa?a que se tomaba a rechifla esas cosas y la que se ha desgajado, que cree que en Vox est¨¢n los nadadores m¨¢s intr¨¦pidos, hay un trecho que estos tres meses de juicio, al que Ortega Smith se ha presentado como candidato con toga, probablemente agrande.
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