Implosi¨®n catalana
El engranaje de la pol¨ªtica espa?ola permanece bloqueado desde que la sucesi¨®n fallida de Jordi Pujol acabara derivando en una implosi¨®n de ese espacio pol¨ªtico
Una de las claves de b¨®veda de nuestra democracia ha sido la implicaci¨®n determinante del nacionalismo catal¨¢n en la gobernabilidad del Estado, incluso en momentos de mayor¨ªa absoluta de PSOE y PP. Y por eso, el engranaje de la pol¨ªtica espa?ola permanece bloqueado desde que la sucesi¨®n fallida de Jordi Pujol acabara derivando en una implosi¨®n de ese espacio pol¨ªtico: aunque apenas ha variado su peso electoral y parlamentario desde hace casi cuarenta a?os, carece hoy de la unidad de liderazgo y cohesi¨®n interna de anta?o. Como el Brexit, el proc¨¦s fue en buena medida la expresi¨®n de un desarreglo interno.
Tres fracturas obstruyen en estos momentos la recuperaci¨®n de cierta estabilidad para ese espacio, hoy mutado en independentismo. Una es, dentro de los restos del posibilismo de CiU refundados en el PDECat, la divisi¨®n entre el entorno de Artur Mas y la generaci¨®n (de j¨®venes y no tan j¨®venes) que pide hacerse definitivamente con el rumbo del partido y teme, por ello, las pretensiones del antiguo l¨ªder de ensayar el retorno, cuando finalice su inhabilitaci¨®n en la primavera de 2020. Otra corresponde a la divisi¨®n entre el PDECat y los sectores favorables a Carles Puigdemont, organizados en torno a la Crida Nacional, por el liderazgo del espacio que hoy re¨²ne la candidatura Junts per Catalunya.
Y m¨¢s all¨¢, la subasta permanente entre ese mundo exconvergente y ERC que ha sido el verdadero eje motor de la transformaci¨®n pol¨ªtica catalana desde hace 15 a?os. El fracaso del proc¨¦s abort¨® su deriva m¨¢s radicalizada, pero -tal como nos sugiere la teor¨ªa de la sobrepuja competitiva elaborada por Alvin Rabuschka y Kenneth A. Shepsle en los a?os 70s- la subasta dif¨ªcilmente concluir¨¢ hasta que una de las dos fuerzas recupere la hegemon¨ªa de ese espacio.
En ese contexto, otras variables como el radical libre de la CUP, el activismo civil de ?mnium o la ANC, o el proceso judicial en el Supremo solo introducen m¨¢s complejidad en la ecuaci¨®n, impidiendo por ahora cualquier posibilidad de salida consensual que estabilice la crisis catalana. A ello podr¨ªa sumarse, en los pr¨®ximos meses, una bicefalia in¨¦dita en el mundo nacionalista, si los alcaldes exconvergentes logran mantener la mayor¨ªa institucional en los ayuntamientos catalanes, pero ERC les arrebata la mayor¨ªa del Parlament y la Presidencia de la Generalitat.
Las elecciones de abril y mayo clarificar¨¢n moderadamente el equilibrio de fuerzas en esa mara?a de personalismos, grupos y facciones, pero dif¨ªcilmente resolver¨¢n su guerra civil interna. Que las listas electorales de los pr¨®ximos comicios est¨¦n encabezadas por los presos evidencia hasta qu¨¦ punto se mantendr¨¢ la provisionalidad y el riesgo de cortocircuito consecuente para la actuaci¨®n de los representantes que ejerzan su papel efectivo en las instituciones.
En conjunto, un espacio demasiado explosivo para hacer de ¨¦l el sost¨¦n no ya solo de la gobernabilidad de la legislatura, sino de la confrontaci¨®n electoral entre los grandes partidos por la hegemon¨ªa pol¨ªtica espa?ola. Pero eso ya no ser¨¢ responsabilidad del independentismo. Resultar¨ªa m¨¢s que preocupante que la llegada de Podemos y Ciudadanos solo hubiera servido para hacer a¨²n m¨¢s improbable una l¨®gica consocional en la gobernaci¨®n de Espa?a tan pocas veces practicada.
Juan Rodr¨ªguez, Profesor de Ciencia Pol¨ªtica de la Univerdidad de Valencia. Este art¨ªculo ha sido elaborado por Agenda P¨²blica para El Pa¨ªs
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