Por qu¨¦ Vox es un partido peligroso
Eurofobia, antifeminismo, confesionalidad y nacionalismo cuajan la receta de Abascal
?Y Podemos qu¨¦? Impresiona la asiduidad con que los l¨ªderes y partidarios de Vox acuden al antagonismo de Pablo Iglesias como criterio de homologaci¨®n de sus comportamientos cuestionados. Apelaron al antecedente del general Rodr¨ªguez para justificar la incorporaci¨®n de los exoficiales del Ej¨¦rcito, del mismo modo que exhumaron un v¨ªdeo propicio de Iglesias para justificar el derecho de custodiar un arma en casa.
Tiene inter¨¦s el mimetismo porque la sensibilidad de los ¡°voxeadores¡± se abastece de la necesidad de encontrar un enemigo perfectamente alineado. Criticar sus ideas y comportamientos implica forzosamente votar a S¨¢nchez, amar a Otegi, emprender la yihad, desear la ruptura de Espa?a o invocar el comunismo de Iglesias.
Somos muchos los periodistas o los tertulianos que padecimos el acoso exacerbado de Podemos, la intimidaci¨®n, la exposici¨®n p¨²blica, el ardor justiciero de la militancia morada. Por eso nos desconcierta que se nos observe ahora como costaleros de Iglesias, aunque el desgaste de aquellas primeras temporadas podemistas ha servido de vacuna para amortiguar la ferocidad de la turbamulta nacional-populista, ultraderechista o como los polit¨®logos quieran llamarla.
El haz populista ha transitado de la extrema izquierda a la extrema derecha. No son movimientos equivalentes, pero proliferan las coincidencias, entre ellas, el mesianismo, la bandera del cabreo, los postulados euroesc¨¦pticos, la devoci¨®n al Estado protector, el recelo a la prensa, la aversi¨®n al sistema, aunque el sistema mismo ha domesticado el furor rupturista del que presum¨ªa Iglesias antes de ungirse como miembro de honor de la casta.
El escarmiento del providencialismo tendr¨ªa que haber relativizado el entusiasmo hacia la aparici¨®n ecuestre de Abascal, pero la grey ultraconservadora necesitaba un caudillo de resarcimiento, un timonel al que otorgar la misi¨®n compensatoria. El p¨¦ndulo polariza la pol¨ªtica espa?ola. Expone la sociedad a un vaiv¨¦n estresante, visceral, milagrero, m¨¢s todav¨ªa cuando el revanchismo de Podemos retroalimenta el ajuste de cuentas de Vox en el terreno inflamable del cainismo ib¨¦rico.
Entre el drama y la parodia, Abascal lidera un partido peligroso porque su programa e idiosincrasia dilapidan la convivencia. Primero: combate el nacionalismo catal¨¢n desde un nacionalismo espa?ol reaccionario, excluyente y hasta folcl¨®rico. Segundo: cuestiona el consenso sobre la violencia de g¨¦nero y discute los progresos de igualdad bajo la caricatura del antifeminismo.
Tercero: inculca un modelo confesional invasivo e inspirado en el catecismo que tanto neutraliza el derecho del aborto como discrimina el matrimonio homosexual y abjura de la eutanasia. Cuarto: propaga un discurso eur¨®fobo amparado en el sabotaje de los pa¨ªses del Este y refractario al concepto comunitario de la cesi¨®n de soberan¨ªa.
Y quinto: la expulsi¨®n de 50.000 extranjeros en Andaluc¨ªa, la erecci¨®n del muro en Ceuta y Melilla, la dramaturgia tragic¨®mica de la Reconquista, configuran un estado de psicosis que ceba el fantasma de la inmigraci¨®n e incita una tensi¨®n islam¨®foba y xen¨®foba.
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