Negociar bajo la amenaza de elecciones

El tono desabrido de la segunda votaci¨®n de investidura contrasta con los grandes movimientos que PSOE y Podemos han hecho hacia el otro: la negociaci¨®n parece haberse roto por el Ministerio de Trabajo. Es un progreso notable teniendo en cuenta lo mal que se han llevado las negociaciones: poco tiempo, filtraciones y desconfianza a raudales. Las referencias de Podemos a su autonom¨ªa program¨¢tica en las ¨¢reas que le correspondieran y de Calvo a que cediendo tantas carteras el PSOE renunciar¨ªa a su programa indican que los partidos no han llegado a negociar un programa conjunto: en un gobierno de coalici¨®n cada ministro no aplica el programa de su partido en su negociado, sino un programa de gobierno acordado previamente. Programa y personas son asuntos diferentes pero conectados: acordar el programa puede facilitar ceder carteras asumiendo que los ministros del otro partido tambi¨¦n trabajan para un objetivo com¨²n. Un agosto de mentideros madrile?os a medio gas es un escenario bastante discreto para que un nuevo equipo negociador pueda retomar el trabajo.

No parece f¨¢cil encontrar las razones que explican la abstenci¨®n de Unidas Podemos en la investidura de este jueves. Una posibilidad es que en la direcci¨®n del partido considere que todav¨ªa puede conseguir m¨¢s en la negociaci¨®n. Podr¨ªa existir racionalidad tras esta lectura: en unas pocas semanas Iglesias ha conseguido que S¨¢nchez accediera a un gobierno de coalici¨®n al que se opon¨ªa en un principio, ofreciendo una vicepresidencia social a Irene Montero y varios ministerios. ?Por qu¨¦ no esperar, seguir negociando y conseguir m¨¢s?

Sin embargo, dada la ventaja comparativa del PSOE en la negociaci¨®n ¨C unas elecciones solo favorecer¨ªan a los socialistas ¨C esta l¨®gica es poco realista. Es posible tambi¨¦n que Iglesias y los suyos est¨¦n sobreestimando, como ya sucedi¨® en 2016, su capacidad para cargar al PSOE con la culpa de unas nuevas elecciones. Por ello, a pesar de que S¨¢nchez haya presentado esta investidura a modo de ultim¨¢tum, el presidente en funciones tiene incentivos para tomar la iniciativa de nuevo durante los dos pr¨®ximos meses, mostrando su disposici¨®n a negociar hasta el ¨²ltimo minuto. Es en ese momento cuando podr¨ªa materializarse el apoyo de Unidas Podemos quienes, temerosos de una repetici¨®n electoral, desatascar¨ªan la investidura (Esquerra mediante) con el objetivo de ganar tiempo antes de unas posibles elecciones.

La cooperaci¨®n desde la derecha se antoja improbable, con un PP que espera aglutinar mejor el voto del centro derecha en una repetici¨®n electoral y cuya abstenci¨®n podr¨ªa legitimar a Rivera como el principal l¨ªder de la oposici¨®n. El electorado de Ciudadanos parece m¨¢s dividido en relaci¨®n al apoyo a S¨¢nchez pero sus l¨ªderes cada vez est¨¢n m¨¢s alejados y no se divisa un retorno a la moderaci¨®n en el corto plazo. En este escenario de gran incertidumbre solo hay una cosa clara. La fragmentaci¨®n pol¨ªtica est¨¢ aqu¨ª y en toda Europa para quedarse. Es necesario que las elites pol¨ªticas y los votantes lo asuman para que un gobierno estable puede hacer frente a los important¨ªsimos y variados retos que afronta el pa¨ªs en la pr¨®xima d¨¦cada.

En los pr¨®ximos 57 d¨ªas, el Rey presentar¨¢ nuevas candidaturas a la presidencia del gobierno, si considera que estas pueden prosperar. Con el actual reparto de esca?os en el Congreso, parece que el ¨²nico capaz de sacar adelante una votaci¨®n positiva, por mayor¨ªa simple, es el presidente en funciones S¨¢nchez. Visto lo visto, el Rey deber¨ªa esperar a que el candidato pudiera presentar al debate de investidura un programa de gobierno m¨ªnimamente trabado con sus potenciales socios de gobierno o legislatura. Ello evitar¨ªa repetir la situaci¨®n vivida estas ¨²ltimas 48 horas, en la que hemos asistido a una suerte de Gran Hermano, en que los participantes compet¨ªan por ganar en ¡°el relato¡±, utilizando a los medios como ¡°confesionario¡±. Todo ello en detrimento de la credibilidad de las instituciones y la confianza ciudadana.

Si finalmente se convocan nuevas elecciones, los cabezas de lista del PSOE y Podemos deber¨ªan ser otras personas, ya que lo actuales l¨ªderes habr¨ªan demostrado su incapacidad como interlocutores. Mientras, seguiremos con un gobierno en funciones, con sus atribuciones limitadas a la gesti¨®n ordinaria

El panorama pol¨ªtico es muy incierto. Puede que Podemos intente reabrir las negociaciones pero su posici¨®n de fuerza se ha reducido en gran medida tras esta investidura fallida. S¨¢nchez no se someter¨¢ de nuevo a la investidura si no tiene garant¨ªas y ser¨¢ poco probable que la opci¨®n de un gobierno de coalici¨®n vuelva a estar encima de la mesa. El escenario m¨¢s probable es una repetici¨®n de las elecciones, con un refuerzo del bipartidismo cl¨¢sico y pocas variaciones en la suma de los diferentes bloques. En cualquier caso el resultado de la investidura fallida augura un per¨ªodo de inestabilidad y como mucho una m¨¢s que probable legislatura corta con una importante quiebra de la confianza entre el PSOE y Podemos.

En estas circunstancias, no es esperable que se acometan reformas importantes: ni institucionales, ni econ¨®micas ni pol¨ªticas. Al fracasar la alianza de la izquierda, las reformas van a necesitar un mayor empe?o en llegar a acuerdos con las fuerzas del centro derecha, particularmente con Ciudadanos, algo francamente complejo dada la actitud destructiva que est¨¢n manteniendo.

Es la segunda vez Pedro S¨¢nchez no ha logra ser investido por la negativa de Podemos. En 2016 porque vet¨® a Ciudadanos. Ayer porque no le pareci¨® aceptable el reparto de competencias y la propuesta de ministerios hecha por el PSOE. Pero ni entonces ni ahora han negociado un programa de gobierno. Las negociaciones se han limitado al papel que cada uno de los partidos deb¨ªa jugar en el gobierno obviando que un gobierno de coalici¨®n no es un reino de taifas en el que cada partido decide al margen del otro. La desconfianza mutua es grande pero en dos meses hay margen para recomponerla y negociar el contenido sustantivo del acuerdo, m¨¢s all¨¢ del reparto de cargos, si se quiere evitar nuevas elecciones. Y si no hay acuerdo y efectivamente el PSOE quiere evitarlas ha de explorar otras alternativas con otros partidos como el PP que pueden tener incentivos para actuar con sentido de estado.

En la sesi¨®n de hoy apuntaba Pablo Iglesias que no es posible negociar en 48 horas lo que no se ha hablado en 80 d¨ªas. Raz¨®n no le falta. Para llegar a un pacto se requiere de importantes dosis de di¨¢logo y negociaci¨®n que necesitan de tiempo y de discreci¨®n; m¨¢s si se trata de un acuerdo de gobierno del que no hay antecedentes a nivel estatal. Desde las elecciones del 28 de abril este proceso no se ha producido y se ha fiado todo a la discusi¨®n en el congreso de diputados.

Ahora bien, el fracaso de la investidura de Pedro S¨¢nchez, aunque haya enrarecido el ambiente, no cierra nada. Al contrario. Pone a los dirigentes pol¨ªticos frente al reto de negociar de verdad. El art¨ªculo 99 de la Constituci¨®n les da dos meses para intentar nuevas votaciones de investidura. Dec¨ªa Joan Baldov¨ª: ¡°siempre nos quedar¨¢ agosto y setiembre¡±. El dirigente de Comprom¨ªs compart¨ªa mensaje con el PNV, Bildu y ERC. Porque aunque no lo parezca, se ha avanzado. PSOE y Podemos parten ya de las siguientes premisas. 1) Gobierno de coalici¨®n. 2) Los morados no ocuparan ministerios de ¡°Estado¡± (justicia, interior o defensa), ni hacienda o econom¨ªa. 3) A los de Iglesias les corresponde entre 4 o 5 ministerios (si calculamos un ejecutivo de 12 ministros, seg¨²n peso en esca?os o votos). Y estos no tienen que ser vac¨ªos de competencias. Ya queda menos.