Carne de ¡®outlet¡¯
Proliferan a las afueras de las ciudades unos templos del consumo que nos retratan mejor que el INE y el CIS juntos.
Proliferan a las afueras de las ciudades unos templos del consumo que nos retratan mejor que el INE y el CIS juntos. Son los outlets. Esa especie de obra social de las marcas donde ofrecen rebajadas las migajas que dejaron los ricos la pasada temporada para que los pobres nos hagamos la ilusi¨®n de que s¨ª, se puede ser pijo, o parecerlo, aunque sea con un a?o de retraso. Carne de outlet es, somos, casi todos. Los wannabe, los clientes aspiracionales, los quiero y no puedo de antes de que empez¨¢ramos a hablar raro. Somos legi¨®n, doy fe. Ayer estuve en uno hasta la bandera a ver de qu¨¦ hablaba la pe?a y la pe?a hablaba de todo menos de los debates. Ni del del viernes ni del del lunes. Yo ah¨ª lo dejo, guruses.
Lo bueno de los outlets es que nos dan un chutazo de autoestima relativamente barato: una no ha visto nunca a tanto hijo de vecino con tanto cochazo y tanto bolsazo bueno por tanto barrio. Lo malo es que, cuando te quitas el D&G de 2016 o te bajas del BMW kil¨®metro 0 te quedas en lo que eres, seas lo que seas. Lo digo porque en esta campa?a a bajo coste todos los partidos lo f¨ªan todo a las teles. Ah¨ª gana quien m¨¢s destaca, aunque no se sepa de d¨®nde lo saca, y sale crecid¨ªsimo con su logo de campe¨®n en la tetilla. Pero luego vienen las urnas y ponen a cada uno en su sitio.
El debate del viernes, eso s¨ª, hizo un datazo. El 17% de quienes no ten¨ªan mejor plan un viernes de puente, vio las pedradas entre bloques y las obleas entre vecinos de bloque, que dan m¨¢s verg¨¹enza y m¨¢s morbo. O sea, m¨¢s de lo mismo, con la novedad de que, a diferencia del pleno de testosterona del cartel de candidatos a la presidencia, ah¨ª hab¨ªa m¨¢s se?oras que se?ores. Y eso, admit¨¢moslo, da m¨¢s color a la cosa.
No s¨¦ por qu¨¦, a las ¨²nicas, y ¨²nicos, debatientes que no me imagino en un outlet es a Cayetana ?lvarez de Toledo y a Irene Montero, por razones opuestas. Y ambas nos dejaron momentazos. Como cuando Cayetana mir¨® a Irene desde la altura del concepto que tiene de s¨ª misma para negarse a aceptar que solo s¨ª es s¨ª. O cuando la popular le perdon¨® la vida al c¨¢mara para clamar que pocos han hecho m¨¢s da?o al cambio clim¨¢tico que los padres de Greta Thunberg, casi a la vez que la ministra Ribera le ofrec¨ªa v¨ªa Twitter a la chiquilla, no s¨¦, un Blablabarco para que venga a la cumbre de Madrid sin contaminar con un avi¨®n trasatl¨¢ntico. O como cuando Montero dec¨ªa ¡°nosotras¡± refiri¨¦ndose a Podemos, y a Espinosa de los ?dems le brotaba una cana verde en su pelirroja barba.
En lo tocante a la campa?a anal¨®gica, poca cosa. La sobredosis de candidatos le toc¨® a Valencia, donde se constat¨® que el poder amansa a las fieras, y a los barones. Daba gusto ver a Pedro S¨¢nchez y Ximo Puig, y a ??igo Errej¨®n y a M¨®nica Oltra comerse a besos de amor despu¨¦s de hab¨¦rselos dado de Judas. Casi tanto como a Casado y N¨²?ez Feij¨®o en Pontevedra. Mientras Abascal cerraba Espa?a en Oviedo, Rivera prefiri¨® recluirse a preparar el debate del lunes. Antes, dej¨® tendido en la fachada de Ciudadanos un cartel¨®n con el 12-1 del Espa?a-Malta ¡°Remontada en marcha¡±, pregonaba. M¨¢s moral que el Alcoyano.
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