El ¨²ltimo baile de los candidatos-naci¨®n
Pablo Casado dijo que quer¨ªa meterse en nuestra casa a la una de la ma?ana para mirarnos a los ojos. Por si era poco lunes
¡°?Cu¨¢ntas naciones hay aqu¨ª?¡±, pregunt¨® Rivera a S¨¢nchez sacando un mapa de Espa?a. ¡°?Catalu?a es una naci¨®n?¡±, le hab¨ªa preguntado antes Casado. El candidato del PP fue tan insistente que empez¨® a arrinconar a S¨¢nchez porque S¨¢nchez es como el amor, no hay contundencia en sus respuestas sino adversativas, el ¡°s¨ª, pero¡± con el que llegan a viejos los matrimonios es el ¡°s¨ª, pero¡± con el que S¨¢nchez ha hecho carrera, a veces incluso diciendo s¨®lo ¡°s¨ª¡± y guardando el ¡°pero¡± para otro momento. Puso, pues, cara de ¡°qu¨¦ barbaridad, qu¨¦ barbaridad¡± en lugar de echar el resto: ¡°?Sabes lo que es una naci¨®n, barbitas? Aravaca, Massachusetts¡±. No fue el ¨²nico recado de Casado: le pregunt¨® si aceptar¨ªa los votos independentistas y S¨¢nchez, alarmado, se qued¨® tan callado que casi salta Rivera en la esquina, tirando al perro a un lado como quien abandona una moda por lo de siempre: ¡°?Lo escuchan, lo escuchan!¡±.?
Espa?a, en definitiva, es un pa¨ªs en el que su campa?a electoral transcurre entre preguntas no de c¨®mo se va a gobernar, sino qu¨¦. Eso explica la crisis catalana, explica la presencia de la extrema derecha en el debate y explicar¨¢ la recesi¨®n. Que es lo que vino a decir Abascal a su manera: va a venir la crisis y nos va a pillar divididos por culpa de los separatistas, de los traidores, de la chusma, y de todos aquellos que a¨²n no est¨¢n votando a Vox. Fue antes de erigirse en manad¨®logo, o sea, experto en manadas mediante n¨²meros falsos y acusaciones racistas, y de ponerse a hablar de econom¨ªa como Mariano Ozores. Fue, tambi¨¦n, antes de colocar delante de millones de espa?oles su mensaje ultra entornando los ojos como si hubiese que apadrinarlo, esa ¨¦pica patri¨®tica que exige el mandato de los fuertes a costa de los d¨¦biles mientras sus socios miraban al suelo, fing¨ªan que escrib¨ªan o silbaban. Ese silencio se escuchaba m¨¢s que ninguno, y es bastante m¨¢s caro.?
Rivera llev¨® al debate un adoqu¨ªn de tal tama?o que, cuando lo sac¨® a las c¨¢maras, a¨²n estaba Villegas d¨¢ndole explicaciones en la puerta al vigilante de seguridad. Lo milagroso es que no se equivoque sacando cosas, en plan ¡°?cu¨¢ntas naciones hay aqu¨ª, se?or S¨¢nchez¡± mostrando una foto del futbolista Jordi Lard¨ªn, que la tiene seguro: tiene de todo para cualquier eventualidad. No tembl¨® ni media cuando sac¨® el ICB, Impuesto de Corrupci¨®n del Bipartito, despu¨¦s de perpetuar en Madrid, capital de los manguis, al partido responsable de esa corrupci¨®n. Y eso que su gestualidad es milagrosa, goza de peque?os m¨²sculos desconocidos que le permiten variar sus emociones al mismo ritmo que su ideolog¨ªa, pero es cuando descarrila cuando uno se imagina a Joaquin Phoenix tomando apuntes. Acus¨® a alguien -no recuerdo a qui¨¦n- de ¡°chen¨®fobo¡±, que es el odio soterrado y palpable a Chenoa, muestra por otro lado de un pa¨ªs a la deriva.
En los careos estuvo lo mejor. Fue muy brillante Casado cuando, ante la acusaci¨®n de Rivera de la corrupci¨®n de G¨¹rtel y B¨¢rcenas, respondi¨® hablando de la m¨ªtica corrupci¨®n de Arroyomolinos. Uno se imagina la conmoci¨®n en Arroyomolinos, las l¨ªneas telef¨®nicas saturadas. Y al senador Maroto busc¨¢ndolo en Google, verdaderamente interesado: ¡°Mmmmh, Arroyomolinos¡±. Rivera fue a por Abascal y Abascal le dijo: ¡°A usted le estaba esperando¡±. Abascal dijo ¡°hispanoesfera¡± porque no hay ninguna palabra en el mundo a la que no se le pueda poner ¡°hispano¡±; todo el mundo pregunt¨¢ndose si Espa?a es una naci¨®n y al final es un prefijo.?
Tampoco estuvieron mal los momentos iluminadores en los que nadie quer¨ªa hablar y Ana Blanco dec¨ªa: ¡°A ver, ?nadie?, ?de verdad?¡±. Dio la sensaci¨®n de que a todo el mundo se le hizo largo el debate, eso cuando no sobr¨®, y los que m¨¢s lo necesitaban, Iglesias y Rivera, acabaron diluy¨¦ndose en s¨ª mismos buscando a¨²n a estas horas el golpe de efecto que les devuelva la vida en las encuestas. Fue Iglesias, que raro es el debate que no gana o aparenta ganar, clavando estiletes tan finos que sus rivales fing¨ªan que no se enteraban, el que m¨¢s se pareci¨® al pa¨ªs entero cuando mir¨® a un lado y a otro y levant¨® las cejas, medio flipado, como pensando: ¡°Madre m¨ªa¡±. Y Casado, para darle la raz¨®n, dijo que quer¨ªa meterse en nuestra casa a la una de la ma?ana para mirarnos a los ojos. Por si era poco lunes.
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