?Quedan veinte a?os para la salvaci¨®n energ¨¦tica?
El Iter pasar¨¢ a la historia como el redentor de la humanidad o bien como el fracaso cient¨ªfico m¨¢s caro de la historia
De los hierros que est¨¢n llamados a contener el punto m¨¢s caliente del universo conocido cuelga un pedestre jersey rojo. A pocos metros, dos trabajadores sueldan una barra dejando caer unas chispas g¨¦lidas, comparadas con lo que tiene que ocurrir en Caradache (Francia) dentro de veinte a?os para que el Iter haga historia: diez veces la temperatura del centro del sol.
Queremos agarrar un pedazo del sol, bajarlo a la tierra e imitar esa reacci¨®n
"No hay nada en esa m¨¢quina que sea simple", adelanta Mark Henderson. El f¨ªsico americano est¨¢ convencido de que se retirar¨¢ antes de ver completo el reactor de fusi¨®n nuclear que demuestre la viabilidad de esta t¨¦cnica como fuente de energ¨ªa. El Iter es su catedral particular. "Queremos agarrar un pedazo del sol, bajarlo a la tierra e imitar esa reacci¨®n", resume.
Desde hace un par de a?os todo en el Iter se escucha por encima del sonido de gr¨²as, camiones, taladros y martillazos, y con infinitos acentos. Los siete socios de lo que el director de comunicaci¨®n del Iter, Laban Coblentz, describe como "el proyecto de colaboraci¨®n cient¨ªfica m¨¢s ambicioso que ha emprendido la humanidad" -China, la Uni¨®n Europea, la India, Jap¨®n, Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos- representan la mitad de la poblaci¨®n mundial. En 2009 hicieron desaparecer todos los ¨¢rboles del ¨¢rea, cinco a?os m¨¢s tarde empezaron a fabricar su gran m¨¢quina. Esperan darla por operativa en 2035.
Vista a¨¦rea del Iter
- La mandarina mec¨¢nica
En los diagramas, el futuro espacio m¨¢s caliente del universo tiene forma de mandarina pelada. En torno a este hueco se ir¨¢n disponiendo 23.000 toneladas de tecnolog¨ªa que en algunos casos ni ha terminado de inventarse. Las piezas?'peque?as' -al lado del Iter se encoge hasta el tiempo- van llegando de ultramar y se reparten, en cajas de madera, en los almacenes de los complejos encargados de su ensamblaje. Lo que no puede atravesar mares y carreteras se construye all¨ª mismo.
De ah¨ª el guirigay de gr¨²as, bloques, tablones, hierros, tornillos, andamios, escombros, los trabajadores -siempre con casco- de un lado para otro. Uno cruza una pasarela cargando una garrafa de combustible frente al foso que acoger¨¢ la m¨¢quina: "Bonjour". En la nave donde se est¨¢n fabricando los imanes m¨¢s grandes, otro da vueltas entre las cajas con un diagrama en la mano, como buscando las piezas de un mueble de Ikea. Bajo las piezas del Cryostat se adivinan los pies de un grupo de soldadores y el resplandor de los chispazos.
Las claves del proyecto
Cuando todo est¨¦ fabricado, lo dif¨ªcil ser¨¢ ensamblar piezas del tama?o de barcos con m¨¢rgenes de error de milimetros. Acabado el montaje, llegar¨ªa el momento de la primera prueba, "el primer plasma", previsto para 2025. El experimento completo que confinar¨¢ deuterio y tritio para obtener 500 mw con un input de 50 mw ocurrir¨¢, como m¨ªnimo, dentro de 18 a?os.
- El futuro invento del siglo pasado
Ya han pasado tres d¨¦cadas desde que Ronald Reagan se sent¨® con Mijail Gorbachev en Ginebra y reconoci¨® la necesidad de desarrollar la fusi¨®n como "una fuente inagotable de energ¨ªa para el beneficio de la humanidad". Estamos en 2017 y el emperador sigue desnudo. Su traje de 10 millones de piezas est¨¢ repartido por medio mundo. Y a medio coser.
Las cosas de coordinar siete palacios a un tiempo son parte del problema, pero tambi¨¦n son la ¨²nica soluci¨®n. El coste de esta aventura, que ahora se estima en 22.000 millones de euros (2.000 millones m¨¢s que al inicio), ser¨ªa inabarcable para un solo pa¨ªs. "Es un modo de compartir tecnolog¨ªa y riesgos, y equilibrar la inversi¨®n. Como contribuyente, me encanta. Como cient¨ªfico, lo odio", reconoce Henderson. Un 45% de la contribuci¨®n al proyecto proviene de Europa, cuya participaci¨®n gestiona Fusion For Energy. Los dem¨¢s socios se reparten el resto en pedacitos del 9%.
Somos capaces de fabricar algo tan complejo como un Iphone pero al mismo tiempo estamos causando nuestras propias muertes Mark Henderson,? f¨ªsico
La marcha es lenta y depende de las fluctuaciones econ¨®micas y pol¨ªticas de todos los implicados, que ahora miran con recelo la pelota que descansa sobre el tejado de Donald Trump, o m¨¢s bien, sobre los reci¨¦n recortados presupuestos de la oficina de ciencia y tecnolog¨ªa, encargada de financiar el lado norteamericano del proyecto. "Si no cumplen su compromiso, el proyecto y el impulso que hemos conseguido resultar¨¢n heridos", advierte Bernard Bigot, que asumi¨® la direcci¨®n del Iter en 2015, despu¨¦s de una arriesgada deriva que culmin¨® con presupuestos inflados, plazos retrasados y una lapidaria auditor¨ªa.
?Qu¨¦ pasar¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas? Sabe Dios. "Estoy convencido de la inteligencia de la humanidad, pero tambi¨¦n somos est¨²pidos. Somos capaces de fabricar algo tan complejo como un Iphone pero al mismo tiempo estamos causando nuestras propias muertes", razona Henderson. Su apuesta por la fusi¨®n descansa, entre otros aspectos, sobre su bajo impacto en lo relativo a emisiones de di¨®xido de carbono, la seguridad inherente de las centrales que empleasen esta tecnolog¨ªa -cualquier inestabilidad en el proceso simplemente detendr¨ªa la reacci¨®n- y la inexistencia de residuos radiactivos duraderos asociados a ella.
?Y si no funciona? "Siempre hay gente que duda, pero el mundo no puede permitirse continuar sin una alternativa energ¨¦tica", sentencia Bigot. ?Entonces va a funcionar? "No lo s¨¦. Pero quiero saberlo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.