Los lugares ya no ser¨¢n lo mismo en este mundo dual
Todos los lugares se alterar¨¢n porque los transitar¨¢n u ocupar¨¢n humanos afectados por esta tecnolog¨ªa y su percepci¨®n del espacio y del tiempo
Se pens¨® durante d¨¦cadas c¨®mo habr¨ªa que instalar en el aula la tecnolog¨ªa digital. Pasado esos a?os de tanteos ¡ªqu¨¦ introducir, d¨®nde y c¨®mo colocar los aparatos¡ª, hoy hemos cambiado por completo la consideraci¨®n de esta tecnolog¨ªa. Y es que la cuesti¨®n ya no est¨¢ en amueblar de otra forma el aula, sino en c¨®mo acoger en estos lugares a personas afectadas por esta tecnolog¨ªa. La tecnolog¨ªa no como utillaje, sino como afectaci¨®n.
Adem¨¢s de la educaci¨®n, los lugares para otras muchas actividades de todo tipo tienen igual reto. Es un problema general de percepci¨®n de este fen¨®meno de transformaci¨®n digital, pues nos damos cuenta de que su mayor influencia se produce en las personas y que, como resultado, alteran la funci¨®n de los lugares que las acogen.
Las paredes de algunos lugares se caer¨¢n,
otros se reestructurar¨¢n y otros se habitar¨¢n de manera distinta¡±
Para entender esta afectaci¨®n personal tan intensa y decisiva, hay que ver la tecnolog¨ªa como una pr¨®tesis con la que nos estamos dotando los seres humanos y no como un escenario lleno de aparatos sofisticados. Es decir, un fen¨®meno mucho m¨¢s invisible, pero penetrante y perturbador, que el de un entorno de m¨¢quinas. Una pr¨®tesis ¡ªcomo sucede, en un ejemplo menor, con unas gafas¡ª est¨¢ mejor incorporada a nosotros cuanto menos la notemos (el ideal de la ergonom¨ªa est¨¢ en que busquemos d¨®nde est¨¢n nuestras gafas... ?y las llevemos puestas!).
En la pr¨®tesis digital ¡ªel smartphone es una patente expresi¨®n de la tecnolog¨ªa como pr¨®tesis personal y muy generalizada¡ª est¨¢ el artefacto tan miniaturizado que sostenemos en la mano y a trav¨¦s de ¨¦l la conexi¨®n a un espacio con propiedades distintas a las del lugar que pisamos. Y es que la Red es un espacio sin lugares; y, por tanto, sin demoras, ya que no hay distancias que cubrir.
Este Aleph digital, a modo del Aleph que imagin¨® Borges, nos va haciendo alefitas, humanos que con esta tecnolog¨ªa como pr¨®tesis se nos crea un mundo sin lugares junto a un mundo con distancias. Y en esa dualidad estamos comenzando a vivir, a cambiar nosotros y tambi¨¦n a transformar los lugares por los que nos movemos.
Es dif¨ªcil imaginar que, afectados por la experiencia tan distinta del espacio y del tiempo que nos proporciona este espacio sin lugares y sin demoras, podamos comportarnos igual en los lugares de siempre a los que hay que trasladarse y que sigamos desarrollando en ellos las mismas funciones o del mismo modo.
Las paredes de algunos lugares se caer¨¢n (y no solo ser¨¢ para las aulas sin muros); otros lugares reestructurar¨¢n toda su distribuci¨®n; y en otros, quiz¨¢ los m¨¢s, suceder¨¢n otras cosas y se habitar¨¢n de manera distinta. Lugares educativos, culturales, de entretenimiento, laborales, pol¨ªticos, comerciales.... Todos se alterar¨¢n (hasta el hogar), y no porque los amueblemos con tecnolog¨ªa sofisticada, sino porque los transitar¨¢n u ocupar¨¢n humanos afectados por esa tecnolog¨ªa en su percepci¨®n del espacio y del tiempo.
La incomodidad ya comienza a sentirse por causa de este desajuste entre lugares de siempre y los nuevos alefitas. Es una sensaci¨®n difusa que se manifiesta de m¨²ltiples maneras: desde el desinter¨¦s por ir a ellos a disfunciones de lo que all¨ª se realizaba satisfactoriamente hasta ahora.
Quiz¨¢ sea la poblaci¨®n expansiva de alefitas, con una vida cada vez m¨¢s alejada de la que caracteriza a los urbanitas, la que ?reinterprete? el espacio urbano y sus lugares, as¨ª como su relaci¨®n con el rural.
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico de la Universidad Carlos III de Madrid.
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