La inteligencia artificial no est¨¢, pero se la espera
Todos coinciden en que habr¨¢ IA en las empresas. Su generalizaci¨®n dista mucho de ser una realidad. Esta es la opini¨®n de 60 altos directivos de 30 nacionalidades recogida en una encuesta durante un Programa de Direcci¨®n en Harvard
En 2014, el multimillonario CEO de Tesla Elon Musk se?al¨® que la raza humana est¨¢ mucho m¨¢s cerca de un levantamiento de robots parecido a la ciencia ficci¨®n de lo que la mayor¨ªa de la gente cree: "El riesgo de que algo muy peligroso ocurra es en el plazo de cinco a?os. Diez a?os como m¨¢ximo". Muchos estar¨¢n de acuerdo conmigo en que vamos tarde para el primer plazo. Me atrevo a apostar ¨Csin miedo a equivocarme- que tambi¨¦n para el segundo.
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano se ha esforzado por visualizar y predecir el futuro, y las inteligencias superiores han sido siempre actores protagonistas en estos escenarios. Las t¨¦cnicas de Inteligencia Artificial, nacidas en los 60 e idolatradas en los 80, perdieron fuelle en las siguientes dos d¨¦cadas y viven ahora su m¨¢ximo esplendor. La Inteligencia Artificial (IA) es el nuevo must have en los negocios. Y no nos equivoquemos, no se trata de una moda: la IA ha venido para quedarse.
De manera casi invisible, est¨¢ presente en nuestras vidas: algoritmos de recomendaci¨®n de productos en webs que parecen adivinar nuestras preferencias, asistentes virtuales cada vez m¨¢s humanizados o asignaci¨®n de cr¨¦ditos bancarios con criterios personalizados -y no necesariamente menos justos que los humanos-. Sin embargo, pese a su potencial ilimitado, con la excepci¨®n de los grandes gigantes digitales (Amazon, Facebook, Google, Tesla), la aplicaci¨®n de IA sigue siendo minoritaria y restringida a ciertos casos de uso. Por un lado, las t¨¦cnicas m¨¢s avanzadas (como deep learning) siguen estando lejos de replicar mecanismos como la intuici¨®n humana; por otro, pese a que se est¨¢ avanzando mucho en la simplificaci¨®n del uso de la tecnolog¨ªa, se requieren cient¨ªficos de datos e ingenieros de redes neuronales para explotar y dise?ar algoritmos, recursos a d¨ªa de hoy muy escasos. De ah¨ª que la mayor parte de las empresas tengan una madurez embrionaria en el uso de estas tecnolog¨ªas, restringi¨¦ndose a ensayos en entornos acotados.
En Espa?a, empresas como Openbank, BBVA o Telef¨®nica est¨¢n invirtiendo en crear plataformas abiertas que permiten explotar m¨²ltiples fuentes de datos -no solo las propias, sino tambi¨¦n las de terceros- y son capaces de ejecutar algoritmos de IA a escala. Esta apertura de los datos a terceros, en parte obligatoria para las entidades financieras para cumplir con la normativa PSD2 (Directiva de Servicios de Pago), alimenta a su vez la esperanza de otras empresas para enriquecer y monetizar sus datos. Llegamos as¨ª a las caras B de la IA: el mercadeo de datos, los l¨ªmites en la privacidad de la informaci¨®n, el dominio de la m¨¢quina frente al hombre y el impacto de la automatizaci¨®n en el empleo. Y de ah¨ª a las preguntas estrella del debate: ?Es este el tsunami definitivo? ?Lo tenemos realmente encima? ?Estamos preparados?
La Inteligencia Artificial es el nuevo must have en los negocios. Y no nos equivoquemos, no se trata de una moda: ha venido para quedarse.
Ocupada con esta cuesti¨®n, decid¨ª entrevistar a mis compa?eros de GMP (General Management Program) en Harvard: una muestra de 60 directivos (CEOs, directores financieros, directores de operaciones¡) de entre 35-45 a?os de m¨¢s de 30 nacionalidades, que trabajan en su mayor parte en empresas multinacionales. Los resultados son reveladores: la IA no est¨¢ presente a d¨ªa de hoy en casi el 60% de las empresas representadas. Sin embargo, casi nadie vislumbra ya un futuro sin IA: un 38% afirma que hay inter¨¦s creciente en aplicarla y un 28% de los entrevistados confirma estar aplicando IA en algunas ¨¢reas de su empresa.
Las capacidades de la IA se observan con optimismo: se da por hecho que las m¨¢quinas automatizar¨¢n las tareas m¨¢s rutinarias y se espera que la IA resuelva?en los pr¨®ximos cinco a?os de forma creciente problemas complejos o relacionados con la creatividad.
Sin embargo, la incertidumbre en el impacto en la fuerza laboral no deja duda: en 10 a?os, casi un 72% de los entrevistados cree que sus trabajadores se ver¨¢n afectados de forma positiva o negativa por la IA. Casi un 68% esperan de la IA una contribuci¨®n positiva al incremento de la productividad y el 26% augura la p¨¦rdida de puestos de trabajo para algunos trabajadores en el corto y largo plazo.
Ante tal encrucijada, ?cu¨¢l es el camino a seguir? ?Deben las empresas seguir invirtiendo para desarrollar la IA por sus potenciales beneficios o debemos parar y regular el uso de IA para minimizar impactos no deseados? Algunas voces de alarma siguen sonando, pero la cuesti¨®n fundamental sigue sin resolverse: la realidad es que no hay un plan para abordar las grandes cuestiones que plantea la IA, y la mayor parte de las empresas y gobiernos tampoco perciben una necesidad imperiosa para dise?arlo. Las posibilidades de la mente humana se nos escapan, y por este mismo motivo no sabemos poner l¨ªmites a la IA. Planificar lo incierto es (muy) complejo. Si a esto le sumamos que la amenaza, para la mayor¨ªa, no es tan inminente, el plan pasa a ser una segunda prioridad.
Quiz¨¢s siga habiendo mucho en todo esto de pensamiento m¨¢gico. Despu¨¦s de todo, la supremac¨ªa del ser humano es hueso duro de roer, y no conviene subestimar su capacidad para oponerse al cambio.
Rebeca Marciel es socia responsable de Gartner Consulting para Espa?a y Portugal, cofundadora y miembro del consejo de opensalud.com; e?ingeniera de Telecomunicaci¨®n y Executive en General Management en Harvard Business School.
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