Un d¨ªa en Googleland
Google tiene en Z¨²rich su mayor centro de investigaci¨®n fuera de EE UU. Y parece un parque de juegos... hasta que te cuentan lo que hacen tras la puerta prohibida
Un dalt¨®nico se perder¨ªa la mitad del impacto que causa pasear por las oficinas de Google en Z¨²rich entre m¨¢quinas recreativas, letreros que podr¨ªan estar en el MOMA o salas de reuniones tem¨¢ticas: una biblioteca victoriana, un puerto de pesca, un loft industrial, un jard¨ªn... Desde el momento en que entras en la sede suiza del gigante estadounidense sabes que no est¨¢s en un lugar cualquiera. El vest¨ªbulo lo preside un parking de patinetes, a la cantina se baja en tobog¨¢n, en las salas hay mesas con Legos, instrumentos musicales, un escenario, impresoras 3D para experimentar... Y en aras de la extrema funcionalidad, hasta hay desodorante en los aseos.
Relajarse no debe de ser muy complicado para los 2.400 trabajadores del principal nodo de investigaci¨®n de la firma fuera de Estados Unidos, porque a la completa oferta l¨²dica se suman cabinas de relajaci¨®n, salas de siesta y centro de masajes. El equipo est¨¢ repartido en dos complejos de oficinas: el de H¨¹rlimann Areal, a pie del r¨ªo Sihl, y el inaugurado este a?o en Europaallee, el c¨¦ntrico barrio burgu¨¦s de moda. Y no hablamos de un equipo cualquiera: aqu¨ª trabajan algunos de los mejores ingenieros del mundo. Lo hacen en salas, todo hay que decirlo, a las que el periodista no tiene acceso. Nos dicen que esos espacios no son de inter¨¦s: solo encontrar¨ªamos mesas de escritorio con ordenadores, como en cualquier oficina.
Con la diferencia de que lo que ah¨ª se cocina es gordo. En realidad, si pudi¨¦ramos abrir esa puerta encontrar¨ªamos parte de la tecnolog¨ªa del buscador, as¨ª como de Youtube, Gmail o Google Maps que fue creado entre estas paredes. Y luego est¨¢n los proyectos del Google Research Europe, la joya de la corona de Z¨²rich. Se trata de un centro de investigaci¨®n dedicado principalmente al machine learning (aprendizaje de m¨¢quinas), la rama de la inteligencia artificial en la que est¨¢ volcada la compa?¨ªa. Los algoritmos que aqu¨ª dise?an son capaces de corregirse a s¨ª mismos seg¨²n ganan experiencia.
Tras la puerta prohibida tambi¨¦n est¨¢ Magenta, un proyecto dirigido desde Palo Alto para desarrollar un algoritmo capaz de escuchar una composici¨®n musical y sugerir mejoras aplicando intensidad y pausas a las melod¨ªas. En Google se piensa que la IA va a ser a la m¨²sica algo parecido a la invenci¨®n de la guitarra el¨¦ctrica: al principio nadie sab¨ªa muy bien qu¨¦ hacer con ella, luego se convirti¨® en algo fundamental.
Su divisi¨®n m¨¦dica trabaja en varios proyectos, por ejemplo, un algoritmo de machine learning capaz de aprender por s¨ª mismo a detectar la retinopat¨ªa diab¨¦tica, que normalmente desemboca en ceguera. El equipo que dirige Lily Peng desde EE UU aplic¨® el mismo sistema que usa Google para etiquetar fotos a comparar im¨¢genes de retinas. El resultado ha sido un algoritmo capaz de superar a los mejores retin¨®logos del mundo.
- Talento europeo
¡°Una de las razones por las que Google apost¨® por Z¨²rich fue para aprovechar el talento que tenemos en Europa¡±, ilustra Emmanuel Mogenet, responsable de Google Research Europe. A juzgar por la est¨¦tica y la edad podr¨ªamos estar en un campus universitario. Algunos encajar¨ªan en el estereotipo del nerd: inform¨¢tico con gafas, pelo desali?ado, pantalones de monta?a y zapatillas. Otros lucen tatuajes y aspecto hipster. Ninguno lleva corbata ni traje, por mucho que cobren sueldos de seis d¨ªgitos (aqu¨ª los becarios ganan 4.000 € mensuales, al cambio). Y s¨ª, se ven m¨¢s hombres que mujeres. Es la hora de comer. Aparecen googlers ¡ªas¨ª se llaman en el argot interno¡ª en la cantina. El nivel de decibelios se dispara. Abundan las sonrisas. Quiz¨¢ sea por la impresionante oferta gastron¨®mica: un buf¨¦ libre inabarcable con cocineros que pueden prepararte lo que quieras. Salvo excepciones, la gente resuelve la operaci¨®n con diligencia centroeuropea: comen r¨¢pido, conversan un poco y se esfuman.
La ¨²nica vez que vemos a alguien torcer el gesto es cuando pedimos a dos googlers que interrumpan su partida de billar para poder grabar una entrevista en la cafeter¨ªa/sala de juegos. Se van educadamente, aunque con cara de rebotados (?hemos perturbado su momento de relax!). Puede que vuelvan a sentarse al ordenador, a seguir desarrollando el pr¨®ximo adelanto que cambiar¨¢ nuestras vidas. O puede que se vayan a echar unas canastas.
Un padre ense?a a su hijo unos botes transparentes colgados a modo de mural en una de las paredes del comedor. Son dispensadores de frutos secos. Hay m¨¢s variedades de las que el peque?o conoce. Tras la explicaci¨®n y degustaci¨®n se lleva al ni?o a ver otra cosa. Este avanza lentamente, ojipl¨¢tico. Est¨¢ alucinando con el trabajo de pap¨¢. Aunque no sepa muy bien a qu¨¦ se dedica.
Hacia un lugar de trabajo m¨¢s humano
Muy pronto los ¨²nicos trabajos que desempe?ar¨¢n las personas ser¨¢n creativos. Los robots ¨Clos algoritmos¨C se encargar¨¢n del resto. Los nuevos entornos de trabajo deber¨¢n ser capaces de catalizar la creatividad, la empat¨ªa¡ El espacio de trabajo ser¨¢ mucho m¨¢s humano.
La oficina tradicional, ese espacio decimon¨®nico, corporativo, aislado y jerarquizado de puestos fijos y despachos cerrados, desaparecer¨¢. Ni la iluminaci¨®n ni el mobiliario ni las personas ser¨¢n ya uniformes, el uniforme de la oficina ser¨¢ sustituido por ambientes que conecten y exciten el talento.
No es casual que las nuevas oficinas se llenen de sof¨¢s, caf¨¦s y hasta juguetes recreativos, al igual que en las d¨¦cadas del minimalismo la oficina fr¨ªa y as¨¦ptica invadi¨® la vida personal. Ahora es la vida dom¨¦stica la que contamina el espacio de trabajo, reflejando un escenario donde lo dom¨¦stico y lo productivo conviven.
Por eso el espacio de trabajo del futuro potenciar¨¢ la diferencia, el contraste entre ambientes, buscar¨¢ atm¨®sferas m¨¢s que decoraci¨®n, pondr¨¢ el foco en las personas y no en objetos hiperdise?ados. El espacio aspirar¨¢ a ser como la vida, flexible, diverso, contradictorio, cambiante, inacabado, confortable e inc¨®modo, luminoso y oscuro, m¨¢s ¨¦tico que est¨¦tico, socialmente responsable.
En el espacio de trabajo del futuro los robots no sabr¨¢n muy bien c¨®mo comportarse.
Cayetana de la Quadra-Salcedo es cofundadora de CH+QS arquitectos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.