La realidad aumentada y los asistentes de voz transformar¨¢n nuestro entorno
La 'transistorizaci¨®n' supone un avance del que quiz¨¢ no somos conscientes de su trascendencia, explica este catedr¨¢tico de la Universidad Carlos III
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Para ver hab¨ªa que ir. Para o¨ªr hab¨ªa que acercarse a quien hablaba o a cualquier otra fuente de sonido. As¨ª que despu¨¦s de toda nuestra existencia salvando con esfuerzo distancias para que nuestros ojos y nuestros o¨ªdos alcanzaran paisajes, sucesos, rostros, discursos, m¨²sica¡ unos ingenios t¨¦cnicos recientes, muy recientes para nuestra andadura como humanos, nos aproximaron sonidos e im¨¢genes. Tan pr¨®ximos que muchos pod¨ªan convivir con nosotros en el hogar o muy cerca (gram¨®fono, tel¨¦fono, cinemat¨®grafo, radio, televisi¨®n¡). Objetos muy apreciados a los que les dimos lugar en nuestro entorno. Los sonidos y las im¨¢genes se nos aproximaron de una manera asombrosa: bastaban unos pasos para o¨ªr y ver aquello que de no ser por estos artefactos quedar¨ªa perdido para ojos y o¨ªdos en la lejan¨ªa. Unos m¨¢gicos puentes que nos acercaban al mundo, que as¨ª se ofrec¨ªa inagotable.
Si estos fabulosos puentes se construyeron entre el siglo XIX y el XX, en la mitad del siglo XX la transistorizaci¨®n supone un avance del que quiz¨¢ no somos conscientes de su trascendencia. Con ella, los aparatos que hasta ahora amueblaban el entorno comienzan a liberarse de ese anclaje y vienen con nosotros, nos acompa?an. Ya no tenemos ni siquiera que dar unos pasos para aproximarnos a ellos. Donde nos encontremos, all¨ª vemos y o¨ªmos lo que no est¨¢ en ese lugar. Las im¨¢genes y sonidos del mundo est¨¢n tan pr¨®ximos que forman como un aura, una burbuja que nos envuelve y acompa?a. En este medio siglo transcurrido, la burbuja tecnol¨®gica ha ido desde la radio transistor hasta el smartphone, pasando por el walkman, el iPod¡
Pero la sensaci¨®n de que este mundo ya tan pr¨®ximo est¨¢ presente, no es solo por poder verlo y o¨ªrlo, sino por poder intervenir en lo que se ve y oye, por interactuar. Y de igual modo que preguntar es la forma de intervenir en lo que se est¨¢ escuchando, y de esta interacci¨®n resulta la conversaci¨®n, mirar es intervenir en el mundo que vemos. Cada mirada es una interrogaci¨®n de lo que se ve, y, entonces, el mundo se revela como respuesta. As¨ª que el mundo se hace inagotable, pues ilimitadas son las posibles miradas.
Es ahora cuando la realidad aumentada y los asistentes de voz rematan esta aproximaci¨®n del mundo hasta el punto de que lo podemos mirar y preguntar aqu¨ª como si estuvi¨¦ramos all¨ª
Y es ahora cuando la realidad aumentada y los asistentes de voz rematan esta aproximaci¨®n del mundo hasta el punto de que lo podemos mirar y preguntar aqu¨ª como si estuvi¨¦ramos all¨ª. Lo que se ve y oye tiene lugar en nuestro entorno, es decir, podemos interactuar con ello. Los dos desarrollos tecnol¨®gicos est¨¢n en sus inicios, pero nos dejan ya vislumbrar el escenario que levantan.
El asistente de voz est¨¢ ya encarrilado para que giren las ruedas de la inteligencia artificial. Se avanzar¨¢ as¨ª en la sensaci¨®n de la presencia de un robot invisible a nuestro lado que responda a nuestras preguntas y con el que mantengamos una conversaci¨®n. Y esto har¨¢ tambi¨¦n que cada vez nos demos a conocer m¨¢s y a desarrollar una estrecha relaci¨®n de proximidad con el ?acompa?ante?. A mismo tiempo iremos aprendiendo esta oralidad digital, acostumbrados como estamos ahora a que la interacci¨®n sea tocando una pantalla. Sin embargo, la realidad aumentada necesita que los inventos ya existentes (y los que vengan) reciban el soplo del concepto creador que ahora les falta y se conviertan en componentes de la pr¨®tesis que requiere la realidad aumentada. ?C¨®mo ser¨¢ esa pr¨®tesis? En estos momentos la situaci¨®n es semejante a la del m¨®vil antes del iPhone, cuando faltaba ese soplo.
La oralidad y la conversaci¨®n cada vez m¨¢s rica que se pueda mantener con un asistente, m¨¢s all¨¢ de interacciones sencillas, sobre temas y tareas muy variados, permitir¨¢ sin despegarnos de nuestro entorno el di¨¢logo abierto, inconcluso, que posibilita la compa?¨ªa.
En la realidad aumentada, la mirada a un objeto, a una pared¡ o situarse en un punto o mirar en una determinada direcci¨®n recibir¨¢ la respuesta de unas im¨¢genes virtuales que toman lugar entre los objetos reales del entorno. As¨ª que el hecho de mirar ese entorno supone una interacci¨®n con ¨¦l y revela un mundo mucho m¨¢s poblado, m¨¢s rico, que el que se manifiesta a simple vista. De manera que si la pregunta oral hace brotar respuestas del asistente de voz, la mirada es, en la realidad aumentada, otra forma de interrogar un mundo ilimitado, que, sin embargo, est¨¢ tan pr¨®ximo que hay que revelarlo mirando o hablando.
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Y de igual modo que cuando queremos concentrar la atenci¨®n en lo que se est¨¢ escuchando cerramos los ojos o los fijamos en un punto para que desaparezca el entorno, la realidad virtual es ¡ªrespecto a la realidad aumentada y a la asistencia por voz¡ª esa relaci¨®n extrema, y temporal, que nos enajena, nos embelesa y saca de nuestro entorno.?
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico Universidad Carlos III de Madrid
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
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