El despertar de la conciencia ecol¨®gica en China, el pa¨ªs m¨¢s contaminante
El gigante asi¨¢tico ya no importa desechos pl¨¢sticos, pero el boom del comercio electr¨®nico ha disparado el consumo interno de este material. La catalana Andrea Guallar trabaja para evitar la contaminaci¨®n asociada a su uso
Cuando era una ni?a, el padre de Andrea Guallar (Barcelona, 1986) le cont¨® que las colillas que ve¨ªa en la playa tardar¨ªan d¨¦cadas, si no siglos, en descomponerse y dejar de contaminar el entorno. ¡°A m¨ª siempre me ha fascinado el mar. As¨ª que, mientras los ni?os jugaban, yo me dedicaba a limpiar la arena¡±, recuerda con una sonrisa. Poco a poco, esta ingeniera de dise?o industrial fue ampliando sus miras y descubri¨® que las colillas eran el menor de los males. ¡°Como la mayor parte de la gente, confiaba en la industria del reciclado. Pero termin¨¦ convencida de que no funciona¡±, afirma.
Guallar termin¨® de abrir los ojos cuando lleg¨® a China, que fue hasta el pasado 1 de enero el principal importador de basura del mundo. Miles de toneladas de desperdicios de Occidente acababan en el gigante asi¨¢tico para ser reciclados. En teor¨ªa, claro, porque rara vez se controlaba que el proceso se llevase a cabo con garant¨ªas. Los pa¨ªses ricos exportan la contaminaci¨®n que provoca el tratamiento de sus desechos envi¨¢ndolos a pa¨ªses m¨¢s pobres. Y, por si fuese poco, en esos pa¨ªses el desarrollo econ¨®mico tambi¨¦n ha disparado el consumo interno de materiales altamente contaminantes. Es la tormenta perfecta.
Guallar tiene el pl¨¢stico en su punto de mira. ¡°Reconozco que es un material magn¨ªfico. Muy vers¨¢til y con propiedades que se adaptan a multitud de usos. Pero tambi¨¦n est¨¢ envenenando el planeta, sobre todo los oc¨¦anos. Y es m¨¢s complicado de reciclar de lo que parece¡±, explica. La joven catalana pone como ejemplo los vasos que se ofrecen en la cafeter¨ªa de Shangh¨¢i en la que se lleva a cabo esta entrevista. ¡°Parecen de papel, pero est¨¢n tratados con una sustancia pl¨¢stica para impermeabilizarlos. Y tanto la tapa como la varilla para disolver el az¨²car son de pl¨¢stico. Como son objetos muy peque?os y de materiales diferentes, casi nadie quiere reciclarlos¡±, sentencia.
La situaci¨®n en China ha empeorado notablemente con el auge del comercio electr¨®nico y de la comida a domicilio. La poblaci¨®n se ha lanzado a comprarlo todo con el m¨®vil y las calles se han llenado de mensajeros cargados de cajas y de envoltorios de pl¨¢stico. ¡°Son especialmente problem¨¢ticos los recipientes en los que va la comida porque la china es una cocina muy grasienta y resultan muy dif¨ªciles de limpiar¡±, analiza Guallar. ¡°Adem¨¢s, muchos son de color negro y nadie los quiere porque las m¨¢quinas no los detectan y son un problema para la industria¡±.
Por otro lado, que los alimentos est¨¦n cubiertos por varias capas de diferentes pl¨¢sticos se ha convertido en sin¨®nimo de calidad e higiene en los supermercados, que van desplazando a los mercados de abastos tradicionales. Cada vez es m¨¢s habitual encontrar fruta envasada por unidades, y en casos extremos las piezas est¨¢n recubiertas por una malla protectora y, encima, por un film pl¨¢stico. No es algo exclusivo de China, pero la magnitud de este pa¨ªs hace que el problema sea mucho mayor. ¡°La gente no sabe lo que sucede cuando tira la basura. Aunque la separe y la eche al contenedor de reciclaje, que no es algo que se haga habitualmente en China, solo se recicla el 10% del pl¨¢stico¡±, denuncia Guallar.
Seg¨²n una investigaci¨®n del Foro Econ¨®mico Mundial, cada minuto se vierte al oc¨¦ano pl¨¢stico en cantidad equivalente a la que transporta un cami¨®n de basura. Y las expectativas no son halag¨¹e?as: si la tendencia actual se mantiene, en 2030 ser¨¢n dos camiones de basura cada minuto y en 2050 habr¨¢ m¨¢s pl¨¢stico que peces en nuestros mares. Se tiran al agua m¨¢s envoltorios de los que se reciclan -un 32% frente a un 14%-, lo cual tambi¨¦n supone una p¨¦rdida econ¨®mica de entre 80.000 y 120.000 millones de d¨®lares. ¡°China e Indonesia son los pa¨ªses que m¨¢s contaminan el mar con pl¨¢stico¡±, a?ade Guallar. ¡°La gente cree que cuando tira la basura al r¨ªo, desaparece¡±.
Para tratar de frenar esta situaci¨®n cr¨ªtica, la ingeniera barcelonesa ha creado Precious Plastic Shanghai, una iniciativa que se enmarca en la comunidad global Precious Plastic y que nace con un objetivo doble: ¡°Por un lado, recogemos pl¨¢stico y lo reciclamos de forma artesanal para producir los diferentes productos que comercializamos. Para llevar a cabo el proceso hemos dise?ado y fabricado algunas m¨¢quinas -destaca una bicicleta que tritura pl¨¢stico con el pedaleo- que tambi¨¦n utilizamos en la consecuci¨®n de nuestro segundo objetivo, que es formar y concienciar a la poblaci¨®n¡±, enumera Guallar.
Precious Plastic Shangh¨¢i colabora con entidades educativas y gubernamentales, as¨ª como con empresas de la talla de Olympus o Airbnb, para sensibilizar al p¨²blico sobre la necesidad de reducir el consumo de pl¨¢stico y de reciclar el m¨¢ximo posible. ¡°Hemos creado contenido educativo y actividades que llevamos por toda China, que es todav¨ªa un pa¨ªs muy inmaduro en lo que se refiere a sostenibilidad¡±, cuenta Guallar mientras su socia Adele Foucart y uno de los miembros de su equipo, Julian Yan, gestionan la caseta que han instalado en el campus de la Universidad de Tongji, a las afueras de Shangh¨¢i.
All¨ª muestran en qu¨¦ consiste el proceso de reciclaje. Los asistentes pueden subirse a la bicicleta para participar en el triturado del pl¨¢stico que ha sido previamente limpiado y separado. ¡°Nosotros no contamos con maquinaria avanzada, as¨ª que recogemos sobre todo tapones de polietileno de alta densidad, que est¨¢n limpios pero que nadie quiere reciclar porque son peque?os¡±, explica la ingeniera. Luego los participantes pueden ver c¨®mo se convierten en material listo para su reutilizaci¨®n a trav¨¦s de un proceso de fundici¨®n a presi¨®n. Finalmente, con unos moldes, crean sus propias figuras de pl¨¢stico reciclado, que, pegados a un imperdible, se convierten en broches que simbolizan una declaraci¨®n de intenciones.
¡°China ha vivido un desarrollo repentino que ha tra¨ªdo consigo un consumismo desaforado, sin tiempo para crear en paralelo una conciencia medioambiental que amortig¨¹e su efecto. Pero, en general, los ciudadanos chinos son curiosos y est¨¢n preocupados por la salud, as¨ª que nos centramos en contarles c¨®mo ese pl¨¢stico que tiran en cualquier lado puede acabar en su comida y, por lo tanto, provocando serios problemas de salud. Poco a poco, el mensaje va calando¡±, dice esperanzada Guallar. No en vano, en la ciudad de Chongqing, una asociaci¨®n ciudadana interpuso el pasado mes de septiembre una demanda contra varias empresas de comida a domicilio por los utensilios de pl¨¢stico de distribuyen y por el da?o que causan as¨ª al medio ambiente.
Precious Plastic Shangh¨¢i tambi¨¦n trabaja con las empresas para hacerles comprender su responsabilidad en esta crisis. ¡°Pueden hacer mucho, porque son quienes dise?an el empaquetado¡±, afirma. Y detalla que hay tres puntos en los que pueden marcar la diferencia: ¡°Elegir el material m¨¢s f¨¢cil de reciclar y no mezclarlo con otros, pensar en el desmontaje y hacerlo sencillo, y establecer puntos de recogida que faciliten juntar todos los desperdicios¡±.
Afortunadamente, Guallar es optimista: ¡°Asia es el continente que m¨¢s contamina, pero Taiw¨¢n es tambi¨¦n el pa¨ªs que m¨¢s recicla del mundo (en torno al 55%). China est¨¢ tomando conciencia y el Gobierno, que aqu¨ª tiene m¨¢s fuerza, est¨¢ tomando medidas. La prohibici¨®n de importar basura ha sido muy importante, ha demostrado la dependencia que Occidente tiene de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, y ha puesto la industria patas arriba. Pero me temo que encontrar¨¢ otros pa¨ªses que sustituyan a China. Sin duda, la soluci¨®n solo llegar¨¢ si gobiernos, empresas y consumidores trabajan juntos para encontrarla¡±.
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