Para sobrevivir a las m¨¢quinas inteligentes, hazte m¨¢s humano
La riqueza de las naciones se explicar¨¢ por las relaciones entre cerebro y coraz¨®n, entre conocimientos y sentimientos, entre las subjetividades del hombre y la subjetividad de la m¨¢quina inteligente, razona Alberto Gonz¨¢lez Pascual
Hacernos a nosotros mismos ciudadanos m¨¢s sociales, comunicativos, emp¨¢ticos, compasivos y motivadores va a convertirse en una obligaci¨®n que ir¨¢ m¨¢s all¨¢ del horizonte c¨ªvico. Esta quedar¨¢ consagrada como una cuesti¨®n primordial de empleabilidad: una conditio sine qua non para el trabajo del futuro. Dejar¨¢n de ser componentes optativos de nuestro desempe?o profesional. Quedar¨¢ prohibido compartimentar su pr¨¢ctica alegre y sin censuras dentro de los l¨ªmites de nuestra vida privada.
El car¨¢cter abierto, el altruismo, el h¨¢bito del ¡°overdelivery¡± (dar m¨¢s de lo que se espera de ti), y el reconocimiento inclusivo del otro que piensa y siente diferente a nosotros, ya no podr¨¢n ser rasgos de nuestra psicolog¨ªa que decidamos no tener que entrenar con intensidad. Pasar¨¢ al olvido la posibilidad de que estos principios b¨¢sicos de sociabilidad sean perezosamente puestos en pr¨¢ctica o subestimados como factor de evaluaci¨®n a la hora de reconocer el valor que aportan al trabajo (un valor que desde su concepci¨®n se ha centrado en exceso bien en la energ¨ªa y disciplina bien en la pericia y profundidad de los conocimientos t¨¦cnicos que posee cada profesional).
En el porvenir de quienes creen en el progreso de la historia, las habilidades emocionales aumentar¨¢n notablemente su relevancia y demanda econ¨®mica. Lo que nos encamina hacia el deber de ense?arlas y aprenderlas de un modo m¨¢s sistematizado e integral, coordin¨¢ndolas como virtudes cardinales sobre las que hacer girar la aplicaci¨®n del saber cient¨ªfico y la productividad laboral.
La digitalizaci¨®n significa la existencia de un proceso de sustituci¨®n tecnol¨®gica (representada por la computaci¨®n en la nube, el comercio electr¨®nico, Internet m¨®vil, inteligencia artificial, aprendizaje autom¨¢tico e Internet de las cosas) que transforma los modelos de negocio, altera las cadenas de valor de los productos y mercados, y difumina las fronteras que separan las industrias entre s¨ª. Entre sus promesas se encuentran las de permitir crecimientos acelerados de la econom¨ªa y aumentar la felicidad y calidad de vida de las personas.
Es cierto que para que los efectos profetizados sean una realidad objetiva y rebajen las desigualdades, hay que proceder a la retirada de ciertos obst¨¢culos, lo que equivale a que, por el momento, los beneficios a¨²n no se han materializado a gran escala. Una encuesta reciente de McKinsey sobre corporaciones globales demuestra que menos de un tercio de sus operaciones principales se han automatizado, y menos de un tercio de los productos y servicios han pasado a ser totalmente digitales. La desviaci¨®n se debe a las barreras de adopci¨®n, los costes de transici¨®n que hay que asumir, y los efectos deliberados de procrastinar el punto de inflexi¨®n para girar definitivamente el negocio por miedo a perder ingresos en el corto plazo.
- Menos competencias profesionales, m¨¢s emocionales
En el otro extremo del proceso de digitalizaci¨®n se desenvuelve otra forma de transformaci¨®n que afecta a los puestos de trabajo (con los subsiguientes requisitos competenciales que se demandar¨¢n) y al tipo de relaciones y conductas sociales que habr¨¢ que cultivar en el medio profesional. El cambio vinculado a esta segunda din¨¢mica, en los t¨¦rminos que son manejados actualmente para imaginar un futuro pr¨®spero por instituciones como, por ejemplo, el Foro Econ¨®mico Internacional, implica no solo la previsible bajada en la demanda de competencias f¨ªsicas y manuales y sus permutaciones por competencias cognitivas, sino la efervescente urgencia de combinar el rendimiento intelectual con una mejora sustancial en la manera de desplegar las capacidades emocionales.
?Por qu¨¦ adquirir¨¢n estas ¨²ltimas tanta jerarqu¨ªa? Porque el propio mecanismo del capitalismo cognitivo (que valora el conocimiento como la esencia inmaterial que genera los modelos de negocio y la producci¨®n) ha tomado conciencia de que el general intellect (concebido como el saber con el que cuenta una organizaci¨®n fruto de las pr¨¢cticas sociales en las que dicho saber florece y contin¨²a evolucionando) es una parte del capital de una empresa y factor cr¨ªtico para provocar innovaciones y garantizar un crecimiento sostenible dentro de unos mercados cada vez m¨¢s complejos y competitivos en s¨ª depende de la habilidad cultural y pol¨ªtica de cada organizaci¨®n para extraer ventajas del conocimiento personal y social.
Acumular capital humano extraordinariamente formado e intelectualmente sofisticado sin un prop¨®sito claro no resultar¨¢ suficiente para el ¨¦xito
Dicho de otra forma, hay un consenso irrevocable de que impulsar el aprendizaje continuo y promover a la vez interdependencias subjetivas para que los profesionales de una compa?¨ªa compartan su ¡°patrimonio¡± individual y lo conviertan en uno com¨²n, son fen¨®menos determinantes para la supervivencia econ¨®mica (y dicho binomio es lo que permite que el general intellect no se estanque).
- Sin plan no hay valor
Acumular capital humano extraordinariamente formado e intelectualmente sofisticado, al igual que ocurrir¨ªa si se adquiriesen tecnolog¨ªas de ¨²ltima generaci¨®n sin un prop¨®sito estrat¨¦gico claro, no resultar¨¢ en absoluto suficiente para el ¨¦xito de las empresas. La ¡°nueva educaci¨®n¡± del futuro se volcar¨¢ no tanto en la vertiente t¨¦cnica como en el modo de ense?ar a transferir la totalidad del potencial humano dentro de la producci¨®n.
En las pr¨®ximas d¨¦cadas asistiremos a una nueva sincronizaci¨®n del humanismo con el avance de la tecnolog¨ªa, lo que paralelamente impulsar¨¢ la urgencia de crear un nuevo marco conceptual para medir la productividad, la utilidad y el impacto social de los servicios que las industrias vayan creando. La riqueza de las naciones se explicar¨¢ por las relaciones entre cerebro y coraz¨®n, entre conocimientos y sentimientos, entre las subjetividades del hombre y la subjetividad de la m¨¢quina inteligente.
Alberto Gonz¨¢lez Pascual es director de Transformaci¨®n, Desarrollo y Talento en el ¨¢rea de Recursos Humanos de PRISA y profesor asociado de las universidades Rey Juan Carlos y Villanueva de Madrid.
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