?Tiene Facebook toda la culpa de la radicalizaci¨®n pol¨ªtica? (spoiler: NO)
Le echamos la culpa a Facebook. La realidad, sin embargo, es que la culpa de la desinformaci¨®n es nuestra, de los propios lectores
Muchos estudios indican que Internet alimenta la polarizaci¨®n y radicalizaci¨®n pol¨ªtica y que herramientas como redes sociales (con Facebook y Twitter a la cabeza) sirven como c¨¢maras de eco. Una c¨¢mara de eco es la situaci¨®n en la que informaci¨®n, ideas o creencias son amplificadas por transmisi¨®n y repetici¨®n en un sistema cerrado donde las visiones diferentes o competidoras son censuradas, prohibidas o minoritariamente representadas (s¨ª, esta es la definici¨®n de la Wikipedia).
Es una idea que se ha propagado mucho. As¨ª lo atestigua el ¨¦xito de libros como El filtro burbuja, de Eli Pariser; o el m¨¢s reciente #Republic: Divided Democracy in the Age of Social Media, de Cass Sustein. Sin embargo, esta opini¨®n es mayoritaria, pero no un¨¢nime.
La existencia de estas c¨¢maras de eco viene de largo, seg¨²n afirman dos doctores en Econom¨ªa en un paper publicado en abril de 2017. La profesora asociada del MIT Sloan, Sagit Bar-Gill; y el profesor de Econom¨ªa en el Berglas School of Economics de la Universidad de Tel Aviv, Neil Gandal sostienen, de hecho, que est¨¢s c¨¢maras ¡°siempre han existido¡± y aunque parece que se est¨¢n haciendo cada vez m¨¢s estancas, se preguntan si hay que echarle la culpa a los algoritmos o a nosotros mismos.
Levi Boxell, doctorando en Econ¨®micas por la Universidad de Stanford, se manifiesta a favor de esta idea en un estudio publicado en julio pasado. Boxell toma como ejemplo las elecciones presidenciales en EE UU en 2016. En ella, la proporci¨®n de votos a favor del candidato ganador, Donald Trump, fue m¨¢s alto en los grupos menos activos en internet (un dato relevante: m¨²ltiples informaciones apuntaron a que la candidata perdedora, la dem¨®crata Hillary Clinton, fue v¨ªctima preferente de las noticias falsas propagadas en la Red, alimentadas con los datos de 50 millones de usuarios de Facebook).
El propio estudio se cura en salud afirmando que podr¨ªa haberse dado la situaci¨®n de que este contenido originado en redes sociales fuese redifundido en medios tradicionales, y que fuese entonces cuando persuadiesen a los no usuarios de internet. Tambi¨¦n puede darse la situaci¨®n de que la gente menos activa en internet sea la m¨¢s influenciable por sus contenidos dada su escasa experiencia ante los recovecos de la red.
La opini¨®n de Boxell se ve refutada, al menos en parte, por un tercer estudio elaborado por seis cient¨ªficos de tres universidades distintas. Este paper sostiene que un uso extensivo de redes sociales (sobre todo Facebook) para recabar informaci¨®n pol¨ªtica nos resta conocimiento y nivel pol¨ªtico como ciudadanos. Usando un an¨¢lisis cuantitativo, este estudio lleg¨® a la conclusi¨®n de que cuanto m¨¢s activo es un usuario, m¨¢s tiende a concentrarse en un n¨²mero limitado de fuentes de informaci¨®n. ¡°El consumo de contenido en Facebook se ha visto fuertemente afectado por la tendencia de los usuarios de limitar su exposici¨®n a un par de webs¡±, asegura. ¡°Probablemente, el principal problema detr¨¢s de la desinformaci¨®n es la polarizaci¨®n de los internautas¡±, afirman los autores. Es decir, es cierto que las redes sociales contribuyen a crear c¨¢maras de eco en las que nuestras opiniones se ven reforzadas. Sin embargo, la mayor carga de la culpa est¨¢ de nuestro lado: le hemos entregado a un algoritmo la capacidad de decidir qu¨¦ debemos leer. ?l no nos ha obligado.
La cuesti¨®n viene de lejos (y ya te la hemos contado en RETINA). Un estudio de la Universidad de Stanford encendi¨® las alarmas en 2016: los estudiantes de instituto y universidad de EE UU no solo no entend¨ªan bien la diferencia entre un anuncio y una noticia; tambi¨¦n eran v¨ªctimas f¨¢ciles de los enga?os m¨¢s burdos en cuesti¨®n de noticias falsas, informaci¨®n interesada y rumorolog¨ªa en general. Tend¨ªan a dar m¨¢s credibilidad al primer resultado en una b¨²squeda b¨¢sica en Google que a los siguientes, desconoc¨ªan la manera de restringir b¨²squedas a p¨¢ginas educativas o cient¨ªficas o de dilucidar qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de una p¨¢gina web de aspecto ¡°serio y autorizado¡±. En resumen: a m¨¢s informaci¨®n disponible, m¨¢s probabilidades de que dicha informaci¨®n no sea fiable. Y m¨¢s dif¨ªcil desentra?ar la que s¨ª lo es de la que no.
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