La inteligencia artificial es muy burra

Recon¨®celo. Te sientes poderoso cuando llegas a una ciudad nueva y te mueves por ella como un nativo con la discreta ayuda de una app. Pero reconoce tambi¨¦n esto: cuando la bolita de Google Maps se desorienta y empieza a hacer cosas raras, tu gloriosa capacidad de orientaci¨®n se desvanece al momento. Los siguientes tres minutos de tu vida estar¨¢n dedicados a dar vueltas como una peonza intentando que la bolita te siga en el baile para, por fin, saber d¨®nde est¨¢s. Cuando hablamos de una inteligencia artificial que replique a la humana, ?acaso es esto lo que queremos?

Por un lado, hay quien asegura que esa inteligencia artificial tan parecida a la nuestra es de todo punto inalcanzable. Por otro, tal vez estar¨ªamos m¨¢s acertados si dej¨¢semos de pensar en la inteligencia artificial antropom¨®rfica que nos vende la ficci¨®n y nos limit¨¢semos a imaginarla como un conjunto de habilidades muy bien desarrolladas, como la vista del p¨¢jaro o el o¨ªdo del murci¨¦lago, buenos en lo suyo, pero incapaces, por ejemplo, de hacer una tortilla. As¨ª ve las cosas Adnan Darwiche, profesor del departamento de inform¨¢tica de la Universidad de California. Y, desde su punto de vista, este cambio de paradigma es fundamental para el avance en este campo. "La inteligencia artificial de nivel humano no es requisito para las tareas que hasta el momento han coquistado las redes neuronales", asegura en un ensayo publicado en la revista de la Asociaci¨®n de Maquinaria Computacional (ACM).

• Y, a¨²n as¨ª, los animales son m¨¢s listos

Darwiche no es el ¨²nico que lo piensa. Ya te hemos contado c¨®mo las coreograf¨ªas de vuelo sincronizado de las bandadas de p¨¢jaros podr¨ªan encerrar la clave de la ordenaci¨®n de la circulaci¨®n en un hipot¨¦tico futuro de veh¨ªculos aut¨®nomos. El profesor a?ade otros animales a esta lista: la visi¨®n de las serpientes es mejor que la de cualquier sistema que podamos construir en la actualidad. Los gatos tienen una capacidad de orientaci¨®n muy superior a la de los sistemas de navegaci¨®n autom¨¢tica existentes (no digamos ya a la del humano medio con el m¨®vil sin bater¨ªa). Los perros pueden reconocer el lenguaje humano y responder ante ¨¦l. Los loros pueden replicar el sonido del discurso humano con extraordinaria precisi¨®n. "Y sin embargo, ninguno de esos animales tiene las habilidades cognitivas y la inteligencia que t¨ªpicamente atribuimos a los humanos", sentencia.

El problema no acaba en una simple deformaci¨®n del concepto y el potencial de la inteligencia artificial. Seg¨²n Darwiche, afrontar el campo desde esa perspectiva puede acabar por desorientar a j¨®venes generaciones de investigadores e incluso a una asignaci¨®n inadecuada de recursos a nivel acad¨¦mico, industrial y gubernamental.

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• ?Entonces?

"La historia de la inteligencia artificial nos dice que seamos muy cautos, porque hemos vivido fen¨®menos similares antes", advierte el profesor, que se incorpor¨® a este campo en torno a los a?os ochenta. En sus inicios, el gran boom eran los sistemas expertos -expert systems-, que promet¨ªan grandes avances en determinados casos, "especialmente en el diagn¨®stico m¨¦dico". Pasada la euforia inicial, se comprob¨® que las posibles aplicaciones de estos sistemas eran muy inferiores a lo esperado. "Aunque los avances actuales de las redes neuronales son impresionantes, no se han trabajado durante tiempo suficiente como para permitir visibilizar la consecuente pregunta: '?C¨®mo de efectiva ser¨¢ esta aproximaci¨®n basada en funciones cuando se use en nuevas y m¨¢s amplias aplicaciones que las que trabajan en la actualidad?'".

Darwiche aboga por el trabajo de una comunidad investigadora m¨¢s amplia, menos centrada en el "mira lo que podemos hacer" y m¨¢s orientada a la consecuci¨®n de objetivos conjuntos. "Este objetivo exige el entrenamiento de una nueva generaci¨®n de investigadores que conozcan y aprecien distintos m¨¦todos de inteligencia artificial -no solo redes neuronales- y est¨¦n mejor informados sobre la historia de este campo".