El trabajo de Jane Goodall tambi¨¦n podr¨ªan hacerlo los robots
La investigaci¨®n del comportamiento animal podr¨ªa beneficiarse enormemente de la integraci¨®n de robots biomim¨¦ticos en este campo. Sin embargo, los avances no terminan de cuajar
?ranse una vez dos ratas que se hicieron amigas de dos robots del tama?o de una rata. Uno de los ratoides (?) era bastante majo: ayudaba a sus compa?eras de carne y hueso siempre que pod¨ªa. El otro no hac¨ªa nada. Se mov¨ªa entre ellas y poco m¨¢s. Un mal d¨ªa, los dos roedores rob¨®ticos se quedaron atascados. Incapaces de liberarse por s¨ª mismos, quedaron a merced del auxilio de las ratas reales. Y s¨ª, el animal m¨¢s vilipendiado de la historia universal estuvo a la altura. De hecho, hicieron un esfuerzo extra para ayudar al robot que se hab¨ªa mostrado m¨¢s dispuesto a arrimar el hombro.
"Los robots se est¨¢n utilizando cada vez m¨¢s para monitorizar e incluso participar en interacciones sociales con animales en sus propios entornos", se?alan los autores del estudio que hizo posible la amistad entre las ratas y los ratoides. Su objetivo era comprobar si los animales pod¨ªan establecer relaciones sociales positivas con los robots. El rescate confirm¨® sus sospechas.
- Parecidos razonables
?Hasta d¨®nde podemos llegar con la introducci¨®n de robots biomim¨¦ticos entre animales que los acepten como sus cong¨¦neres? Seg¨²n otro trabajo publicado en IOPScience, la clave es que se parezcan lo suficiente a los animales con los que van a convivir. Si la comunidad los acepta como uno de sus cong¨¦neres, el ¨¦xito est¨¢ asegurado. Entonces, ?fabricaremos Jane Goodalls rob¨®ticas para integrarlas entre los primates del mundo? ?Pondremos tiburones mecatr¨®nicos a nadar con los grandes blancos?
Judit Abdai y ?d¨¢m Miklosi no lo tienen tan claro. Pese a haber visto abejas mec¨¢nicas, cucarachas rob¨®ticas y varios tipos de peces aut¨®matas interactuar con ¨¦xito con los animales que les correspond¨ªan como cong¨¦neres, los investigadores b¨²lgaros consideran que los resultados no est¨¢n a la altura de las expectativas que empezaron a levantarse a principios de los a?os noventa. "A pesar del hecho de que a?o a a?o vemos publicaciones que utilizan robots interactivos para estudiar el comportamiento animal, este m¨¦todo no ha revolucionado el campo ni ha llevado a muchos descubrimientos novedosos", sentencian.
- Mientras hay robots hay esperanza
No lo dicen con desprecio, sino con ¨¢nimo de dar un empujoncito a la t¨¦cnica, que, tal y como se est¨¢ empleando, explican, no es tan novedosa: "Los et¨®logos son famosos por inventar modelos simples de cong¨¦neres que ha servido para identificar desencadenantes de comportamiento espef¨ªcifos".
As¨ª un trozo de madera plateada con forma de pez y con la parte inferior te?ida de rojo result¨® ser el mejor est¨ªmulo para provocar comportamientos agresivos en los espinosos. "Sin embargo, la investigaci¨®n moderna puede ir mucho m¨¢s all¨¢ de los estudios de un ¨²nico est¨ªmulo utilizando robots interactivos y aut¨®nomos", a?aden. "Los modelos etol¨®gicos de comportamientos complejos podr¨ªan desarrollarse a un nivel m¨¢s avanzado y realista".
Los problemas son otros. Por un lado los et¨®logos y dem¨¢s investigadores del comportamiento animal no suelen pensar en la tecnolog¨ªa como una herramienta ¨²til para sus estudios. Sin embargo, apuntan Abdai y Miklosi, el campo ha vivido su propia revoluci¨®n al aceptar que pod¨ªa ir m¨¢s all¨¢ de la simple observaci¨®n. "C¨¢maras y port¨¢tiles se usan ahora un¨¢nimemente y en las evaluaciones de los datos se aplican complejos c¨¢lculos estad¨ªsticos [...]. Podr¨ªa parecer que estamos a una pulgada de la implementaci¨®n de robots, pero tenemos que ser valientes al dar este paso", afirman.
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