Drones e ind¨ªgenas: c¨®mo parar la deforestaci¨®n del Amazonas en solo dos a?os
Una alianza entre la comunidad ind¨ªgena shipiba de Nuevo Saposoa (Per¨²) y la plataforma gubernamental GeoBosques es la estrategia que ha revolucionado la lucha contra la tala ilegal en las entra?as de la Amazon¨ªa
Llegar a Nuevo Saposoa es dif¨ªcil. Implica embarcarse en una lancha r¨¢pida en el puerto de Pucallpa, la ciudad m¨¢s grande del estado de Ucayali, al este del Amazonas. El viaje es de casi dos horas por r¨ªo, a trav¨¦s de la vasta selva peruana, e imposible de realizar sin la compa?¨ªa de un hombre armado que espante a tiros a los piratas que intentan atracar el bote. La precauci¨®n podr¨ªa parecer absurda, pero es razonable: esta regi¨®n ha sido duramente castigada por el tr¨¢fico de coca¨ªna y madera selv¨¢tica. Dichas pr¨¢cticas ilegales son la principal fuente de ingreso y de violencia en la regi¨®n. El camino es solitario, pero en el ¨²ltimo tramo se suma un nuevo integrante a la comitiva: un dron DJI que nos escolta en la parte final del recorrido.
Desde hace dos a?os, la comunidad shipiba de?Nuevo Saposoa ha mezclado la actividad pesquera, de la que viven, con la protecci¨®n organizada de la selva. La aeronave gris, de cuatro h¨¦lices y que se mueve con sigilo pero no pasa desapercibida por su caracter¨ªstico zumbido, se convirti¨® en su mejor aliado para detener la deforestaci¨®n y la siembra de coca ilegal en lo que consideran tierra sagrada.
Los shipibas llegaron a esta regi¨®n, que colinda con el Parque Nacional Sierra del Divisor, hace 60 a?os. Su comunidad siempre ha vivido en la regi¨®n amaz¨®nica y escogi¨® Nuevo Saposoa como tierra buena para un nuevo asentamiento por su cercan¨ªa con el r¨ªo, que les aseguraba abundante pesca.
- Indefensos
Sab¨ªamos d¨®nde estaban cortando ¨¢rboles y sembrando coca, pero ir a enfrentar a los invasores era muy peligroso
La paz les dur¨® hasta que se encontraron frente a frente con zonas de selva taladas por completo. ¡°No ten¨ªamos c¨®mo protegerla. Sab¨ªamos d¨®nde estaban cortando ¨¢rboles, d¨®nde estaban sembrando coca, pero ir a enfrentar a los invasores era muy peligroso, tomaba muchos d¨ªas de camino y descuid¨¢bamos nuestra fuente de ingresos¡±, explica Apu Tedy, el l¨ªder de la comunidad. ¡°Todo empeor¨® cuando mataron a uno de nuestros hermanos de la comunidad vecina, quien quiso detener una siembra de coca ilegal¡±.
En 2015, el estado peruano estimaba que hab¨ªa al menos unas 160 alertas de deforestaci¨®n en la zona, aunque no estaban completamente seguro del dato. La comunidad se hab¨ªa resignado al aislamiento y al miedo, hasta que en 2016 los visit¨® el Servicio Nacional de ?reas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) para invitarlos a usar la plataforma GeoBosques.
¡°Ellos vinieron a ofrecernos cuidar la selva juntos, usando drones y alertas tempranas. Al principio no quer¨ªamos porque nosotros no sab¨ªamos usar nada de esa tecnolog¨ªa, pero nos fueron ense?ando, primero con mapas f¨ªsicos y luego con celulares, y ahora hemos logrado que dos comunidades m¨¢s se sumen a la iniciativa¡±, cuenta Te¨®filo Magipo, uno de los l¨ªderes ind¨ªgenas del proyecto.
- Dos m¨®viles y un dron
La alianza funciona de la siguiente manera: el Sernanp les provee un par de tel¨¦fonos m¨®viles y un dron. El celular tiene instalada la aplicaci¨®n de GeoBosques, que se actualiza semanalmente cuando los l¨ªderes ind¨ªgenas la conectan a internet. All¨ª, recibe una serie de im¨¢genes satelitales que alertan de zonas donde se ha detectado deforestaci¨®n.
Los ind¨ªgenas usan estas coordenadas para volar con su dron y documentar la actividad, obteniendo pruebas suficientes de lo que est¨¢ pasando en terreno, sin tener que adentrarse siete d¨ªas en la selva para llegar al lugar o poner en juego su seguridad. Con estas im¨¢genes, el Sernanp y la Fiscal¨ªa tienen pruebas suficientes para viajar a la zona, capturar a los invasores y hacer pedagog¨ªa entre quienes talan o cultivan plantas ilegales.
¡°La primera vez que fuimos con el Estado a una zona cocalera, nos dio risa porque el sembrador no entend¨ªa c¨®mo sab¨ªamos que ¨¦l estaba ah¨ª. Le explicamos que un sat¨¦lite muy alto en el cielo hab¨ªa visto lo que estaba haciendo y se sorprendi¨® mucho, porque no sab¨ªa que alguien lo pod¨ªa ver tan dentro en la selva¡±, narra un ufano Magipo.
Por su trabajo como guardabosques, el estado paga a los shipiba cerca de 22.000 euros al a?o. Esta recaudaci¨®n se reinvierte en proyectos locales de pesca, cultivo y vivienda que son escogidos en consenso por la comunidad.
- Bajo control
¡°Quisi¨¦ramos que fuera m¨¢s dinero, pero lo que importa es que este proyecto nos ha empoderado y nos ha permitido cuidar nuestra selva: en solo dos a?os pasamos de tener m¨¢s de 160 alertas de deforestaci¨®n a no tener una sola este a?o¡±, comenta con orgullo Tedy. A esto le suman el honor de tener bajo su cuidado un shihuahuaco de 1.500 a?os, especie en v¨ªas de extinci¨®n en la selva peruana por su apetecida madera.
Cuidar la selva es cuidar nuestra historia y lo que somos
El ¨¦xito de la estrategia ha sido tal que el estado ha puesto bajo su cuidado 9.000 hect¨¢reas de selva, 700 de las cuales pueden explotar para el sustento de su comunidad. Si se tiene en cuenta el ¨¢rea que cuidan las otras dos comunidades ind¨ªgenas vecinas, el programa de GeoBosques ha logrado recuperar el 90% del ¨¢rea de influencia del Parque Nacional Sierra del Divisor, la m¨¢s importante reserva de flora y fauna selv¨¢tica del Per¨².
Aunque hay zonas en las que contin¨²a la tala de madera y la siembra de coca ilegal, cada vez es m¨¢s dif¨ªcil para los invasores destruir Amazonas para hacer negocio. ¡°Cuidar la selva es cuidar nuestra historia y lo que somos: ya no tenemos miedo y sabemos que podemos mantener esta riqueza natural para muchas m¨¢s generaciones¡±, concluye Magipo.
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