Mis datos, mi dinero: California quiere cobrar a las empresas que los usan
California anuncia una ley para cobrar a las empresas que se enriquecen con la recolecci¨®n y venta de datos personales de los usuarios de internet y repartir ese dinero entre dichos usuarios.
?Frustrado porque se te ocurri¨® mirar un modelo de zapatillas online y ahora no paras de ver el anuncio de dichas zapatillas en todas las webs que visitas? ?Harto de esa inc¨®moda sensaci¨®n de que cada b¨²squeda que haces en Google queda almacenada en alg¨²n rec¨®ndito servidor? ?Cansado de decir s¨ª a todo cada vez que te descargas una app y te obligan a aprobar una lista interminable de condiciones? Bienvenido al mundo del usuario de internet: parece que si quieres seguir usando lo que sea que haya conseguido convertirse en imprescindible para tu vida cotidiana vas a tener que apechugar con que alguien, en alg¨²n sitio, est¨¦ haciendo algo con tus datos. Y haci¨¦ndose rico con ello.
California viene al rescate. No para evitar el inevitable intercambio de datos a cambio de acceso, pero s¨ª, al menos para que te toque tu parte del pastel. ¡°Vuestros datos personales tienen un valor en el mercado, y es algo que os pertenece¡±, dijo el pasado 12 de febrero en su discurso inaugural el reci¨¦n elegido gobernador de California, Gavin Newsom. Con esa frase ha puesto sobre la mesa una idea que lleva tiempo circulando sin llegar a concretarse: introducir una ley de dividendos que ejerza de correctivo en un mercado todav¨ªa sin regular, el de los datos personales. Que obligue a las compa?¨ªas cuyo modelo de negocio se basa en medir gustos, intenciones, pautas de consumo e incluso localizaci¨®n f¨ªsica, a repartir la riqueza que dichos datos generan.
La organizaci¨®n Common Sense Media ya ha confirmado que est¨¢n trabajando en la redacci¨®n de la futura ley. ¡°Apoyamos al 100% el compromiso del gobernador de proponer una ley que establezca un reparto de beneficios a cambio del valor de los datos personales de los usuarios, y en las pr¨®ximas semanas esperamos poder introducir legislaci¨®n al respecto¡±, explica a EL PA?S RETINA su CEO Jim Steyer. Common Sense Media, con sede en California, es la organizaci¨®n que redact¨® la ley de Protecci¨®n de los Datos Personales Online de Menores en 2014 y acaba de conseguir la aprobaci¨®n de una de las leyes de protecci¨®n de datos m¨¢s restrictivas del pa¨ªs (aunque menos que la de la UE), que entrar¨¢ en vigor en California en 2020.??
La principal dificultad a la hora de redactar esta nueva ley es definir qu¨¦ significa beneficiarse con datos, qu¨¦ compa?¨ªas lo hacen, y cu¨¢nto es ese beneficio. ¡°La idea de cobrar a las empresas a cambio de darles nuestros datos no es nueva, ya en los a?os noventa hubo economistas que lo planteaban, como Kenneth Laudon¡±, explica Alessandro Acquisti, profesor de tecnolog¨ªa de la informaci¨®n y pol¨ªticas p¨²blicas de la Universidad Carnegie Mellon. ¡°Pero el mercado de los datos del consumidor es muy complejo y no es f¨¢cil definir con certeza cu¨¢les son los costos, cu¨¢les los beneficios y qui¨¦n se beneficia. Es muy opaco¡±. Sobre todo, porque no solo se trata de una compra-venta directa, digamos, entre plataformas que recaban datos personales de sus usuarios y otras empresas que pagan por esos datos. Es mucho m¨¢s complejo.
Intentos previos
El estado de Washington se enfrent¨® a estas dificultades hace dos a?os, cuando comenz¨® a redactar una ley parecida en la que se buscaba crear un impuesto del 3,3% para las compa?¨ªas que comercian con datos. ¡°Enseguida nos dimos cuenta de que antes de decidir cu¨¢l ser¨ªa el impuesto, ten¨ªamos que entender bien qu¨¦ compa?¨ªas forman parte de este mercado de datos¡±, explica la congresista estatal Norma Smith, que propuso la legislaci¨®n. ¡°Una cosa son las compa?¨ªas que llegan a un acuerdo directo con el usuario, y que presentan una larga lista de condiciones que el usuario acepta. Otra muy diferente son los brokers de datos, esas compa?¨ªas desconocidas que no tienen relaci¨®n directa con el consumidor y compran o venden paquetes de datos sin que el consumidor haya dado su consentimiento o sepa siquiera que lo est¨¢n haciendo¡±.
Smith modific¨® su planteamiento, y present¨® legislaci¨®n (la ley HB 1503) que se centra, de momento, en crear un registro obligatorio para todos esos brokers de datos, y est¨¢ ahora tramit¨¢ndose. El estado de Vermont acaba de aprobar una ley similar. Seg¨²n expertos en ciberseguridad, el n¨²mero de estos agentes de datos puede estar alrededor de los 4000, y sigue creciendo exponencialmente. ¡°Una vez que sepamos qui¨¦nes son, que haya m¨¢s transparencia y el usuario entienda bien qu¨¦ es lo que est¨¢n haciendo con sus datos, podemos pasar a discutir c¨®mo establecer un impuesto o una relaci¨®n econ¨®mica m¨¢s justa¡±, afirma Smith. Y antes de eso, precisa: ¡°Siempre hay que asegurarse de tener la posibilidad de negarte a dar esos datos. Una cosa es que aceptes darlos a una compa?¨ªa que te ofrece un servicio que te compensa, otra es que se vendan o compren esos datos sin darte nada a cambio. En este pa¨ªs creemos en mercado libre, pero tiene que ser voluntario¡±.
La principal dificultad estriba en definir qu¨¦ significa beneficiarse con datos, qu¨¦ compa?¨ªas lo hacen, y cu¨¢nto es ese beneficio.
Un sindicato de usuarios de internet
¡°Hay dos maneras en las que las compa?¨ªas sacan provecho a los datos de los usuarios: una es vendiendo publicidad personaliza (targeted advertisement, es decir, anuncios dirigidos a cada usuario seg¨²n sus pautas de gustos y b¨²squedas) y otra es acumulando informaci¨®n que les permite ense?ar a las computadoras inteligencia artificial¡±, explica a Retina Glen Weyl, profesor de Econom¨ªa en Princeton que participa en la redacci¨®n de la ley. ¡°La ley que estamos preparando quiere crear las normas para una relaci¨®n de poder m¨¢s igualitaria entre las compa?¨ªas que recaban estos datos y los usuarios que los proporcionan. Apoyar la creaci¨®n de grupos de usuarios que puedan negociar compensaciones econ¨®micas directamente¡±.
Glen Weyl (tambi¨¦n investigador en Microsoft) y el profesor de derecho Eric Posner, han escrito juntos el libro Intercambio radical, en el que abogan por una especie de gran revoluci¨®n de los trabajadores/usuarios para obligar a los monopolios digitales a compensarlos por la cesi¨®n de sus datos. Su planteamiento va m¨¢s all¨¢ de los datos personales: afecta a todas las interacciones que los usuarios tienen con sus aplicaciones, porque cada una de ellas tiene el potencial de servir a los algoritmos para mejorarse. Con ellas, los usuarios est¨¢n colaborando a una gran labor colectiva que terminar¨¢ resultando en m¨¢quinas mucho m¨¢s potentes y capaces que, cabe esperar, modificar¨¢n para siempre nuestro actual sistema econ¨®mico.
Otros gur¨²s como Jaron Lanier han explorado la idea. Chris Hughes, co-fundador de Facebook, defendi¨® recientemente por un impuesto directo, similar al que se usa en Alaska para repartir los beneficios de la extracci¨®n del petr¨®leo. Seg¨²n Hughes, un impuesto de un 5% a cada compa?¨ªa que se beneficia del uso de datos personales de sus usuarios (y aqu¨ª se incluir¨ªan no solo Facebook o Google, sino tambi¨¦n bancos, cadenas grandes de ropa o compa?¨ªas de seguros) podr¨ªa suponer unos 100.000 millones de d¨®lares anuales en todo EE UU lo que, repartido entre cada uno de los ciudadanos estadounidenses, supondr¨ªa un cheque de 400 d¨®lares al a?o por adulto. En Francia, donde una ley similar est¨¢ apunto de aprobarse, los legisladores calculan que recaudar¨¢n 500 millones de euros. Pero la ley francesa no establece una repercusi¨®n directa en cada ciudadano, o cada usuario de internet, de este dinero.
Una nueva relaci¨®n econ¨®mica
La ley de California, explica Weyl, intentar¨¢ allanar el terreno para una futura relaci¨®n econ¨®mica directa entre los proveedores de datos (el usuario) y los que los recolectan (las empresas tecnol¨®gicas). M¨¢s que un impuesto directo de un porcentaje determinado en este tipo de empresas, Weyl cree que la ley deber¨ªa establecer mecanismos para dar poder de negociaci¨®n a los usuarios. ?l establece un paralelismo con el sistema de salarios en el mercado laboral. Igual que no se puede definir el valor monetario de un trabajador de una cadena de producci¨®n, por ejemplo, de una f¨¢brica, no se puede establecer cu¨¢nto aporta cada una de nuestras interacciones en cada una de las plataformas online que las registra. La soluci¨®n, en el caso de la cadena de producci¨®n, es un salario. Y en el caso de internet, puede ser igual: un acuerdo econ¨®mico que permita al usuario (el trabajador) una compensaci¨®n por lo que aporta al crecimiento de la empresa.
Pero los californianos no deben esperar un cheque en el correo ma?ana mismo. ¡°El mercado laboral tard¨® a?os en establecer unos derechos, hizo falta la creaci¨®n de unos sindicatos. Ahora estamos empezando a hacerlo en el mundo digital. Espero que no tardemos tanto¡±, apunta Weyl, quien advierte de que la legislaci¨®n que se esta redactando va a ser m¨¢s bien ¡°un paso en la direcci¨®n adecuada¡±, pero, ni mucho menos, el definitivo.
Silicon Valley: se acab¨® el idilio
Las grandes compa?¨ªas con sede en Silicon Valley no han dicho de momento esta boca es m¨ªa. Pero es de suponer que no les har¨¢ mucha ilusi¨®n la idea y que se defender¨¢n con u?as y dientes. ¡°Hay compa?¨ªas dominantes que controlan ya la mayor¨ªa de (si no todos) los datos de los consumidores, y no tienen ning¨²n incentivo para soltar ese control y devolv¨¦rselo al usuario¡±, argumenta Acquisti. ¡°Creo que el principal obst¨¢culo, una vez redactada la ley, van a ser los intereses econ¨®micos de compa?¨ªas gigantes que ya tienen el control de esos datos¡±. ¡°Las grandes tecnol¨®gicas no van a poder seguir arrastrando los pies. La gente quiere respuestas. Quiere m¨¢s transparencia. Y leyes como esta favorecen la transparencia, favorecen que se establezca una medici¨®n m¨¢s honesta de cu¨¢nto aportamos cada uno y cu¨¢nto merecemos recibir cada uno a cambio¡±, asegura Weyl.
De momento, la ley tiene a¨²n que redactarse. Pero ya apunta a un fin del idilio entre Sacramento y Silicon Valley. Las encuestas recientes confirman que Newsom ha dado en el clavo en lo que se refiere a la opini¨®n p¨²blica: un 45% de los votantes (tanto republicanos como dem¨®cratas) apoyar¨ªan una ley que obligara a las empresas a repartir una parte de sus beneficios. Pero para bien o para mal, lo que pase en California tendr¨¢ consecuencias en todo el pa¨ªs, e incluso en el resto del mundo si tenemos en cuenta el tama?o de su econom¨ªa y el hecho de que la mayor¨ªa de las firmas tecnol¨®gicas afectadas por la futura ley han sido fundadas y siguen operando desde aqu¨ª.
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