Mi vida como un robot
No solo se automatiza la informaci¨®n. Y no solo se predicen comportamientos. El fin ¨²ltimo de esta individualizaci¨®n es el de automatizarnos a nosotros mismos. Con nuestro permiso.
All through¡¯ the day
I, me, mine¡±
The Beatles
La vida en com¨²n es mejor. Lo dicen las canciones, Meg Ryan en las pelis y los curas en las bodas¡ La vida en com¨²n, sin embargo, resulta cada vez algo m¨¢s anacr¨®nica. Con la Revoluci¨®n liberal en el siglo XVIII lleg¨® la individualidad de la persona.
Con el cambio de siglo, la tecnolog¨ªa nos empez¨® a proporcionar servicios y herramientas que finalmente nos aportaron esa agradable sensaci¨®n de sentirnos ¨²nicos. Su llegada ha ido acompa?ada de un agotamiento del Estado del Bienestar y un auge del liberalismo que ha potenciado tanto la figura del emprendedor como las sospechas hacia los funcionarios.
Y no se ha producido de forma gratuita, como explica Shoshana Zuboff en The Age of Surveillance Capitalism. Esta ultrasegmentaci¨®n, alimentada por algoritmos, redes sociales y dispositivos conectados, nos provee de comodidades y servicios que consideramos imprescindibles. Pero tambi¨¦n convierte nuestras experiencias en materia prima para unos mercados del comportamiento en los que no solo se automatiza la informaci¨®n, sino que permiten predecir nuestros pasos, los cuales son, seg¨²n Zuboff, la moneda de cambio con la que se lucran Facebook o Google.
No solo se automatiza la informaci¨®n. Y no solo se predicen comportamientos. El fin ¨²ltimo de esta individualizaci¨®n es el de automatizarnos a nosotros mismos. Con nuestro permiso.?
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