La cuarta revoluci¨®n industrial es un invento
Nunca se ha visto una ruptura absoluta entre la Segunda Revoluci¨®n Industrial y nuestro sistema econ¨®mico
A todas nos suena aquello de que la Historia la escriben los vencedores. La Historia, desde el sentido com¨²n no es m¨¢s que eso: el pasado tejido como un relato coherente. Har¨¢ una d¨¦cada, solo exist¨ªan, de manera aceptada, e incluso consensuada en las academias de Historia, dos revoluciones industriales. En esta d¨¦cada, han aparecido dos nuevas en el imaginario popular. La ¨²ltima, situada en un espacio discontinuo temporal entre el presente y un futuro cercano. Es decir, no m¨¢s que una hip¨®tesis a la espera de ser confirmada por el tiempo. Perd¨®n. M¨¢s bien, hablamos de la cuarta como si fuera un hecho concebido por completo, aunque no est¨¦ confirmada. ?Pero, de d¨®nde han salido estas dos revoluciones?
- El supuesto momento en el que viv¨ªamos
Hasta har¨¢ menos de diez a?os acept¨¢bamos la convenci¨®n de que viv¨ªamos en una era posmoderna, posindustrial. Al menos desde las ciencias sociales de finales de los a?os 60 (Bell, Illich, Lyotard¡). Es cierto que no exist¨ªa una ¨²nica convenci¨®n espec¨ªfica para nombrar el tiempo en el que aun viv¨ªamos.
Aunque s¨ª estaba aceptado que nuestras sociedades, y econom¨ªas, se caracterizaban por darle importancia a la acumulaci¨®n, gesti¨®n y capitalizaci¨®n del conocimiento, desde los a?os 50 en adelante. Llam¨¦moslo patentes, carreras universitarias, desarrollo tecnol¨®gico, o nuevos modelos sistematizados y estandarizados de producci¨®n.
Un cambio que hab¨ªa comenzado sobre todo a principios del siglo XX, con Taylor y Ford. No fue hasta la implantaci¨®n de la inform¨¢tica industrial y comercial, all¨¢ los a?os 60 y 70, que permitiera una aceleraci¨®n a esta l¨®gica central de la gesti¨®n del conocimiento para el capitalismo de entonces (y ahora).
Marc¨® un momento hist¨®rico distinto. Distinto respecto a lo que se entend¨ªa como industrial: el sector de los servicios o terciario, como opuesto a la dureza de la m¨¢quina, pasaba de ser minoritario a ser cada vez m¨¢s importante a muy diversas escalas.
La idea de lo posindustrial se amparaba con la idea de un ¡°final de la Historia"
Entonces, se entend¨ªa que lo industrial representaba la manufacturaci¨®n sistematizada como motor de un sistema moderno (capitalista, comunista o socialista, para esas ¨¦pocas hasta las Guerras Mundiales). Entonces, el post de lo posindustrial simbolizaba la superaci¨®n, la transmutaci¨®n del peso del conocimiento y lo creativo, de los servicios y los procesos llamados en muchas ocasiones ¡°blandos¡± o ¡°de soporte¡±.
Adem¨¢s, lo interesante a nivel de narrativa sociol¨®gica, es que la idea de lo posindustrial se amparaba con la idea de un ¡°final de la Historia¡±: el culmen de la civilizaci¨®n occidental en su punto m¨¢s maduro. Idea que promovi¨® con fuerza en las ¨²ltimas d¨¦cadas el investigador Fukuyama, entre otros.
A pesar de toda esta reflexi¨®n intelectual, reci¨¦n han aparecido en el cronograma de nuestra Historia oficial dos revoluciones hasta entonces no consideradas.
- La disputa de la Tercera Revoluci¨®n, y una Cuarta que no existe por completo
Entre 2011 y 2012 se publicaron dos libros, que fueron best-sellers. Especulaban sobre una tercera revoluci¨®n industrial inminente. De corte silicon-valleyniano, ten¨ªamos una obra del economista Jeremy Rifkin (La Tercera Revoluci¨®n Industrial: c¨®mo el poder lateral est¨¢ transformando la energ¨ªa, la econom¨ªa y el mundo, 2011), y otra del gur¨² tecnol¨®gico Chris Anderson (Makers: la nueva Revoluci¨®n Industrial, 2012).
En ambas obras pretend¨ªan apuntar, bas¨¢ndose en algunos avances t¨¦cnicos, algunas transformaciones del trabajo o en las necesidades de recolecci¨®n energ¨¦tica ante una inminente crisis clim¨¢tica, hacia posibles revoluciones econ¨®micas a punto de estallar.
Es decir, en ambos casos tomaban como referencias lo que en Estudios de Futuros se conoce como tendencias emergentes y ¡°se?ales de cambio¡± como evidencias de un futuro inequ¨ªvoco, inminente y transformador.
Paralelamente, en la otra orilla del Atl¨¢ntico, el economista y, no olvidemos, fundador del World Economic Forum, Klaus Schwabb daba forma a la tesis con la que ya estamos familiarizadas de esta instituci¨®n: la Cuarta Revoluci¨®n Industrial.
De nuevo, con el mismo giro narrativo que propusieran Rifkin y Anderson con sus respectivas propuestas de presentes y futuros en construcci¨®n, Schwabb recopilaba aun m¨¢s datos, muchos m¨¢s datos, de tendencias tecnol¨®gicas emergentes, y se?ales de cambio en el mundo del trabajo y la producci¨®n, para, de nuevo, especular su propia versi¨®n de futuro probable. Todo ello condensado en sus libros, como La Cuarta Revoluci¨®n Industrial (2016), y en los eventos anuales.
Nunca se ha visto una ruptura absoluta entre la Segunda Revoluci¨®n Industrial y nuestro sistema econ¨®mico
En su proceso te¨®rico, introdujo una revoluci¨®n industrial en el pasado. De la cual -obvio- no nos hab¨ªan explicado nada ni siquiera a las generaciones m¨¢s j¨®venes. ?l y su instituci¨®n (WEF), comprend¨ªan que la ola de la electr¨®nica (chips, placas, c¨®digos, tarjetas perforadas¡) y de la informatizaci¨®n de las empresas de los a?os 70, ser¨ªa esa Tercera Revoluci¨®n Industrial. Tambi¨¦n entrar¨ªa el Toyotismo, el giro de tuerca que combinaba una nueva l¨®gica de automatizaci¨®n y una primera robotizaci¨®n con nuevos modelos y procesos de producci¨®n.
No. No era una idea nueva ni original entender esta fase hist¨®rica como una revoluci¨®n industrial. La propia teor¨ªa de la Era Posindustrial tiene cr¨ªticas, pues en cierto modo nunca se ha visto una ruptura absoluta entre la Segunda Revoluci¨®n Industrial y nuestro sistema econ¨®mico. Desde un punto de vista tecnodeterminista y econ¨®mico.
- La tragedia del futuro inexistente
?Por qu¨¦ se especula sobre un hecho hist¨®rico que a¨²n no est¨¢ finalizado? Dejando de lado posibles teor¨ªas complejas que suenan conspiranoico, sobre la gesti¨®n de las narrativas, lo cierto es que unas d¨¦cadas atr¨¢s, un modelo viejo de proyecci¨®n de escenarios ha pervivido con nosotros. Se trata de la teor¨ªa de los ciclos tecnol¨®gicos y econ¨®micos.
Bajo esta teor¨ªa de la innovaci¨®n, se entiende que toda la Historia de la Humanidad se puede diseccionar en fases o ¡°ciclos¡± tecnol¨®gicos que han generado importantes transformaciones en otros espacios humanos. En la forma de organizarse las sociedades, en la prosperidad de la vida cotidiana, en sus culturas¡ Y que, adem¨¢s, se dice, ocurren cada vez con m¨¢s proximidad entre s¨ª, viendo una completa aceleraci¨®n de estos ciclos.
Nada hay m¨¢s peligroso que concebir que el futuro pre-existe y solo es uno
La idea del tiempo lineal, inexorable y c¨ªclico tuvo su momento ¨¢lgido a finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX. En econom¨ªa tuvo su punto m¨¢s c¨¦lebre con la teor¨ªa de las ondas en torno a finales del XIX y principios del XX (por si suenan, Kondratiev y Elliott vistieron bien dichas teor¨ªas), y luego Schumpeter le dio m¨¢s lustre e impulso con su c¨¦lebre teor¨ªa de la innovaci¨®n y el emprendedor. Aunque revisitada muchas veces, es la base que sostiene casi toda nuestra concepci¨®n de lo que es innovaci¨®n.
Son los entornos tecn¨®filos quienes le han dado una nueva vida a la idea de los ciclos ¨²ltimamente. Una historia larga. Da para muchos m¨¢s textos. En resumen, esta forma de ver la Historia, y por extensi¨®n el Futuro, como un ¨²nico, singular e inevitable escenario, son elementos culturales que han sumado en darle energ¨ªa y validez a la teor¨ªa de que est¨¢ cayendo una nueva revoluci¨®n industrial.
Porque seg¨²n el reloj de los ciclos, toca. Y porque parece que se puede apoyar en hechos e innovaciones tales como la emergencia de nuevas tecnolog¨ªas (5G, IAs, y ya sab¨¦is el resto del estribillo), de nuevas formas de trabajo (bueno, la gig economy tampoco es tan, tan nueva) y nuevas l¨®gicas de producci¨®n: el Agile, la holacracia...
En el campo de Historia cada vez est¨¢ muy discutida la teor¨ªa de los ciclos. Y en Estudios de Futuros provoca facepalms sonoros cuando solo se presenta un ¨²nico relato de futuro basado en la teor¨ªa de ciclos. Nada hay m¨¢s peligroso que concebir que el futuro pre-existe y solo es uno. Que solo lo ganar¨¢n qui¨¦nes lo ¡°adivinen¡±. Como dijo el c¨¦lebre (para el gremio) prospectivista Jim Dator, el futuro no puede ser predicho, ni adivinado, porque no existe.
Hacia donde vamos, nadie lo sabe. Lo que s¨ª sabemos es que se abre un abanico de posibilidades y probabilides. Si vivimos una nueva revoluci¨®n industrial, queda por ver. Lo que est¨¢ claro es que existen ahora mismo renovaciones de la l¨®gica industrial, mientras en paralelo se advierten otras l¨®gicas muy diferentes de lo industrial, aunque m¨¢s minoritarias.
La Cuarta Revoluci¨®n Industrial podr¨¢ acabar cumpli¨¦ndose, como podr¨ªan darse otros escenarios econ¨®micos muy distintos. Por hacer un par de preguntas radicales: ?Qu¨¦ puede decir las l¨®gicas P2P y los fab labs? ?Qu¨¦ implicar¨¢ la emergencia clim¨¢tica? Hay muchos m¨¢s escenarios de lo que parece.?
Elisabet Rosell¨® es consultora en innovaci¨®n y fundadora de Postfuturear
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.