T¨², t¨² mismo y tu avatar: ?y si el robot que habitas se l¨ªa y mata a alguien?
?Y si sufre una agresi¨®n mientras t¨² lo controlas? La posibilidad de convertir a los robots en extensiones de nuestro propio cuerpo es cada vez m¨¢s real, pero sus implicaciones a¨²n est¨¢n por explorar (y regular)
Digamos que te sientas y pones tu mano izquierda sobre una mesa, pero fuera de tu campo de visi¨®n, tapada por una pantalla. Y que ante ti, sobre la misma superficie y ahora visible, descansa una mano izquierda de goma. Eres uno de los sujetos de la investigaci¨®n que Matthew Botvinick y Jonathan Cohen publicaron en 1998 en la revista Nature.
Ahora ver¨¢s c¨®mo rozan con un pincel la mano de goma y notar¨¢s que simult¨¢neamente hacen lo mismo con la tuya. Este sencillo procedimiento, conocido como the rubber hand illusion te llevar¨¢ a tomar la extremidad artificial por la tuya propia, como t¨² mismo sintieras el discurrir del pincel sobre la goma. "Me encontr¨¦ a m¨ª mismo mirando a la mano falsa y pensando que era en realidad la m¨ªa", asegur¨® entonces uno de los participantes en el experimento. Y aquello tan siniestro era s¨®lo el principio: con los robots nos pasa lo mismo.
"Cuando nos ponen en un cuerpo de un robot avatar que tiene apariencia no humana sino altamente rob¨®tica, igualmente podemos sentir este cuerpo como si fuera el nuestro", explica Laura Aymerich, investigadora Ram¨®n y Cajal en la Universidad Pompeu Fabra. Aymerich, que lleva desde 2014 estudiando esta relaci¨®n, empez¨® en Jap¨®n, con una beca Marie Curie y desarroll¨® su ¨²ltimo estudio en el EventLab de la Universidad de Barcelona. Ese avatar que describe debe cumplir ciertos requisitos para que sintamos su cuerpo rob¨®tico como propio, pero no muchos ni muy complejos. "Es como extender el experimento de rubber hand illusion al cuerpo entero", precisa.
Lo primero es un casco de realidad virtual que simule el cuerpo del robot en perspectiva de primera persona, que deja de ver su entorno f¨ªsico inmediato y pasa a mirar a trav¨¦s de los ojos del androide, que lo mismo puede estar la sala de al lado que? en otro pa¨ªs. Adem¨¢s, es preciso que el humano pueda controlar los movimientos del robot. "Eso lo hacemos con tecnolog¨ªas de body tracking -monitorizaci¨®n del cuerpo-, de tal manera que si la persona levanta un brazo, el robot tambi¨¦n lo haga". Y ya est¨¢. Te crees robot.
?C¨®mo lo sabemos? Porque Aymerich y su equipo lo han comprobado. Basta combinar estas dos argucias para que creamos sentir en nuestras carnes el roce de una cortina en la mano del robot. El fen¨®meno se conoce como mediated embodiment y no es f¨¢cil de traducir al castellano, pero la mejor aproximaci¨®n ser¨ªa "corporalidad mediada".
- Los peligros de habitar un robot
Si la tecnolog¨ªa sigue al ritmo que va, este tipo de interfaces podr¨ªan generalizarse m¨¢s pronto que tarde. "Son tecnolog¨ªas muy interesantes que pueden tener usos en temas de personas con movilidad reducida, para actividades de rescate, entretenimiento, relaciones interpersonales", precisa Aymerich. El problema es que a¨²n no entendemos las implicaciones que puede tener el uso de estos avatares si las cosas se van de madre.
La investigadora cita un supuesto imaginado por el fil¨®sofo Thomas Metzinger. En un futuro no muy lejano, un robot controlado por un humano a trav¨¦s de un interfaz cerebro-m¨¢quina se encuentra en una habitaci¨®n a la que accede inesperadamente otra persona que en el pasado agravi¨® profundamente a la que est¨¢ al mando de las acciones del androide. ?Qu¨¦ pasa si el robot interpreta la oleada de ira y odio que despierta el visitante en su humano como un impulso asesino? En resumen, ?qu¨¦ pasa si el robot se l¨ªa y mata a alguien?
El mel¨®n que se abrir¨ªa con un crimen as¨ª jam¨¢s lo hemos visto al descubierto. ?De qui¨¦n es la culpa? Un pensamiento hostil lo tiene cualquiera y no va a la c¨¢rcel por ello, pero el robot act¨²a en ese momento en representaci¨®n de su controlador. Tambi¨¦n podr¨ªa haber problemas de jurisdicci¨®n. ?Qu¨¦ pasa si el humano est¨¢ en un pa¨ªs y la m¨¢quina en otro? "Es muy importante que haya una conciencia entre desarrolladores, investigadores y responsables pol¨ªticos de que las implicaciones de esto son mayores de las que parece a priori", advierte la investigadora.?
El primer paso para desenmara?ar las circunstancias antes de que ocurran es comprender mejor nuestra propia relaci¨®n con este tipo de avatares rob¨®ticos. De entrada, de acuerdo con el m¨¢s reciente estudio de Aymerich y sus compa?eros, no s¨®lo somos capaces de sentir el cuerpo del robot, tambi¨¦n nos hacemos cargo de sus errores. Si ellos meten la pata, sentimos la culpa como nuestra y pedimos perd¨®n en su nombre.
Para probar esta peculiar transferencia de la responsabilidad del avatar a nosotros mismos, los investigadores buscaron una situaci¨®n menos dram¨¢tica que un asesinato. Se cre¨® una situaci¨®n en la que los participantes del estudio manten¨ªan una conversaci¨®n con otra persona que se encontraba en otra habitaci¨®n a trav¨¦s de un avatar. Este intermediario rob¨®tico cumpl¨ªa los requisitos necesarios para reproducir el fen¨®meno de corporalidad mediada, pero se reservaba una sorpresa. En cierto punto del di¨¢logo dejaba de reproducir textualmente las palabras de su 'amo' para intercalar otras que pod¨ªan interpretarse como agresiones verbales. "Los resultados fueron muy chocantes", adelanta Aymerich.
Los participantes se disculpaban con su interlocutor por las acciones que el robot hab¨ªa emprendido de forma aut¨®noma. "Siete de diecis¨¦is lo hac¨ªan directamente, dec¨ªan oye, perdona y trece mostraban lo que llamamos verbal repair -reparaci¨®n verbal-, de alguna forma trataban de decir oye, mira, no has sido insultado", explica la investigadora. Para ella y sus compa?eros, esta tendencia subraya la importancia de examinar los aspectos legales y morales asociados a las tecnolog¨ªas de corporalidad mediada.
- Doble problema
"Esto no s¨®lo se restringe a los avatares rob¨®ticos, tambi¨¦n afecta a los digitales -que empleamos, por ejemplo, en entornos de realidad virtual-; cuando t¨² est¨¢s dentro de un avatar, tu sentido del yo se extiende a ese avatar. Si este avatar sufre alg¨²n da?o en ese momento en que hay la ilusi¨®n de embodiment, puede haber unas consecuencias psicol¨®gicas muy graves para la persona que resulta agredida", explica. En pocas palabras, el problema tiene dos filos: qu¨¦ pasa si tu avatar ataca a alguien sin que t¨² lo puedas atacar, y qu¨¦ pasa si es atacado. "Esto es lo que estamos intentando responder. C¨®mo hay que tenerlo en cuenta cuando estas tecnolog¨ªas se lleven al mercado".
El objetivo final es conseguir que nos pongamos las pilas con este tema. Seg¨²n Aymerich, ahora mismo ho hay conciencia del problema "porque el tipo de avatares que encontramos en el mercado a¨²n no est¨¢n suficientemente desarrollados como para que nos demos cuenta de la magnitud que puede tener esto en los pr¨®ximos dos o tres a?os", pero no podemos dormirnos en los laureles. "Es muy importate hacer toda la parte del desarrollo ¨¦tico ahora. Si esperamos tres a?os habr¨¢ llegado al mercado y no se habr¨¢n hecho las regulaciones pertinentes".
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