Conciertos en otros mundos: la m¨²sica en directo tambi¨¦n toca la realidad virtual
Telef¨®nica lanza un piloto, con la colaboraci¨®n de la banda Miss Caffeina y la ¡®startup¡¯ YBVR, para estudiar las posibilidades de las experiencias inmersivas musicales y la tecnolog¨ªa ¡®edge computing¡¯
Para que nadie se lleve a enga?os, desde el minuto uno queda claro que lo que vamos a experimentar ni es un concierto en directo ni nada parecido. La realidad virtual nos ayudar¨¢ a sumergirnos en las notas, los acordes, la melod¨ªa, el ritmo¡ a sentir la m¨²sica de Miss Caffeina; pero como un piloto de la actuaci¨®n en directo que grabaron para el programa Sesiones, de Movistar+. El propio David del Val, director de innovaci¨®n interna de Telef¨®nica, asegura que se trata de una experiencia musical diferente de la que no sabe hasta d¨®nde puede llegar en un futuro. ¡°Estamos en un momento de ver todas las posibilidades, de buscar nuevos formatos para la producci¨®n musical y el consumo de estos productos¡±, explica.
Bien es cierto que la realidad virtual responde a dos palabras muy de moda. Casi podr¨ªa completarse la una con la otra nada m¨¢s mencionarlas. Al rescate, por aquello de no ser repetitivos, ¨²ltimamente aparece inmersivo. Eso s¨ª, ya sean sustantivos o adjetivos, todos nos dirigen hacia la misma tecnolog¨ªa. Para este concierto en 360 grados, en cambio, no basta con la f¨®rmula m¨¢gica. El edge computing tambi¨¦n se suma a lo que vamos a probar. Para los menos avezados, esta herramienta acerca la nube o el centro de datos al lugar donde se emiten los datos. Al recorrer menos distancia, permite un mayor volumen de informaci¨®n sin cortes inesperados. Algo bastante ¨²til cuando 15 personas consumen un concierto grabado en 8K al un¨ªsono.
Con las presentaciones m¨¢s que hechas, toca adentrarse en el backstage. Menos glamuroso de lo que pudiera aparentar, un pasillo nos dirige a una sala en la que todas las gafas est¨¢n dispuestas para recibir al p¨²blico. Nada de esperar a oscuras para que salga la banda ni el t¨ªpico murmullo de los asistentes aguardando a que el grupo rompa las conversaciones con el primer acorde. Sentados en una silla, llegan las indicaciones preceptivas. C¨®mo controlar el volumen, avisarnos de lo que deber¨ªamos ver y c¨®mo navegar por las opciones que nos permite el concierto. Llama la atenci¨®n que las gafas no tienen ni un cable. Tampoco nos a¨ªslan con cascos. El sonido llega directamente desde las gafas.
Momento para coger el mando con el que recorrer la sesi¨®n a nuestro antojo. Ah¨ª delante elegiremos entre las seis canciones que Miss Caffeina grab¨® para Movistar+. Como hace poco que sacaron nuevo disco, atacamos uno de sus singles, Merl¨ª. Por defecto, aparecemos en mitad del escenario; aunque justo debajo contamos con una rueda en la que pinchar en las diferentes posiciones de los componentes de la banda ¨Ctodos los ¨¢ngulos desde los que se grab¨® para emitir esta experiencia en 360 grados¨C. Parafraseando la letra, I qu¨¨ fem? / Merl¨ª, qu¨¨ fem? Nos movemos entre el bajista, el bater¨ªa, los teclados y la propia visi¨®n de Alberto Jim¨¦nez, vocalista del grupo. El sonido permanece intacto. Vemos desde primera fila cada movimiento, cada punteo. Incluso si estiramos el cuello hacia arriba, los focos nos deslumbran.
- Un reto tecnol¨®gico
Miguel ?ngel Mart¨ªnez, de la startup YBVR, comenta que han exprimido al m¨¢ximo las posibilidades t¨¦cnicas. ¡°Desde grabar en 8K hasta c¨®mo distribuir la informaci¨®n de los servidores a las gafas gracias al edge computing¡±, a?ade. Del Val secunda el comentario al asegurar que esta experiencia les sirve como una prueba de toda la tecnolog¨ªa que han desplegado. Como buenos conejillos de indias, transcurridos 15 minutos, toca poner la sesi¨®n en mute, dejar las gafas a un lado y rellenar un formulario con algunas preguntas. Al ser an¨®nimo, mantendremos en secreto lo que dejamos por escrito. Con todo lo que obtengan de aqu¨ª, m¨¢s el an¨¢lisis en el consumo del v¨ªdeo de cada uno de los asistentes, seguro que otra dupla de palabras de moda, big data, lleva a todos los implicados a mejorar el concierto.
Cuesta hablar de concierto. Sobre todo si nos fijamos en las connotaciones que implica. Obviamente, ante nosotros tenemos sonido ¡°en directo¡± y una banda tocando, pero ni existe comuni¨®n con el p¨²blico ni momentos de ¨¦xtasis compartido ante estribillos convertidos en himnos. La calidad de la imagen tampoco ayuda a la inmersi¨®n tan anhelada por la realidad virtual. La raz¨®n principal de esta falta de nitidez se encuentra en las propias gafas. Tal y como sostiene Mart¨ªnez, solo llegan a la mitad del rendimiento gr¨¢fico de lo que ser¨ªa la alta definici¨®n. Si le sumamos que cada vez que termina cada canci¨®n volvemos al men¨² principal, demasiados cortes para sumergirnos en una experiencia musical ¨Cno olvidaremos que solo es un piloto¨C.
Del Val advierte que esta oferta no deja de ser algo diferente. En su opini¨®n, qui¨¦n sabe si el tiempo le dar¨¢ la raz¨®n, algo para bares. ¡°Tienes capacidad de elecci¨®n y en un entorno colectivo y social. Creo que existe capacidad para comercializar este contenido sin necesidad de crear producciones ad hoc¡±, zanja. La experimentaci¨®n ya est¨¢ ah¨ª. La m¨²sica tambi¨¦n ha querido tocar la realidad virtual. Lo que despierte a cada uno, la tan aclamada experiencia, seguir¨¢ siendo tan personal como los propios gustos musicales. Nos quedaremos con un par de versos que Miss Caffeina lanz¨® durante la sesi¨®n: Mira c¨®mo avanzo, valiente / Dej¨¢ndolo todo atr¨¢s.
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