Las cintas de casete pasan de la gasolinera a la Biblioteca Nacional
Los Chichos, Los Chunguitos o Peret ya tienen su hueco en el templo de la cultura. Es el resultado de un proceso de digitalizaci¨®n de cintas de casete con el que la instituci¨®n trata de evitar que miles de grabaciones se pierdan debido a su degradaci¨®n
La Biblioteca Nacional es ese lugar en el que se conservan algunos de los tesoros de nuestra historia cultural, desde el c¨®dice del Cantar de mio Cid al de las Cantigas de Santa Mar¨ªa de Alfonso X. Pero sus archivos tambi¨¦n albergan otro tipo de obras, mucho m¨¢s recientes y en formatos que nada tienen que ver con el pergamino. Dentro del proyecto de digitalizaci¨®n masiva de archivos audiovisuales que se ha llevado a cabo recientemente en la instituci¨®n, su colecci¨®n incluye ahora el contenido de unas 4.800 cintas de casete, editadas desde la d¨¦cada de los setenta hasta el a?o 2000, entre las que encontramos discos de Los Chichos o Manolo Escobar, o incluso grabaciones de humoristas como Eugenio o Tip y Coll. La cinta de gasolinera, por tanto, ha entrado en el templo de la alta cultura.
¡°Cuando las bibliotecas empezamos nuestros procesos de digitalizaci¨®n, a comienzos de los 2000, lo primero que se afront¨® fueron los soportes en papel¡±, explica Isabel Bordes, jefa del ¨¢rea de biblioteca digital de la instituci¨®n que ha comandado este proyecto. ¡°Sin embargo, los soportes magn¨¦ticos y ¨®pticos no tienen una duraci¨®n tan extensa y es mucho m¨¢s urgente preservarlos. De hecho, organizaciones como IASA, la Asociaci¨®n Internacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales, nos advierte de que tenemos apenas 10 a?os para digitalizar todos nuestros soportes anal¨®gicos¡±. Entre ellos se incluyen casetes, cartuchos de ocho pistas y formatos audiovisuales como el VHS o el Beta. Testigos de otro tiempo que est¨¢n, literalmente, camino de ser borrados de la memoria.
Esta paradoja, que un formato de apenas 50 a?os de edad pueda desaparecer antes que uno de m¨¢s de un milenio, es la que ha impulsado a la Biblioteca Nacional a acometer un proceso mucho m¨¢s arduo de lo que pudiera parecer. ¡°Nos hemos encontrado con que los soportes magn¨¦ticos tienen un peligro de destrucci¨®n mucho mayor que, por ejemplo, un disco de pizarra o un cilindro de cera¡±, relata Mar¨ªa Jes¨²s L¨®pez Lorenzo, del departamento de m¨²sica y audiovisuales. ¡°Dadas sus caracter¨ªsticas y el material del que est¨¢n hechas estas cintas, las pel¨ªculas se apelmazan y no se pueden escuchar, con lo cual una parte de nuestra cultura que estaba grabada en ese tipo de soportes se iba a perder¡±, abunda. ¡°La primera urgencia es independizarlos de unos soportes que f¨ªsicamente se est¨¢n degradando¡±, expande Bordes. ¡°Todas las semanas ten¨ªamos casetes o cartuchos que se nos romp¨ªan. Intent¨¢bamos repararlos, cambiarle las almohadillas a las cintas pero, a la segunda rotura, los ten¨ªamos que desechar¡±.
Dadas sus caracter¨ªsticas y el material del que est¨¢n hechas estas cintas, las pel¨ªculas se apelmazan y no se pueden escuchar.
Isabel Bordes, jefa del ¨¢rea digital de la Biblioteca Nacional
Esas grabaciones en peligro de extinci¨®n incluyen a artistas tremendamente populares en la Espa?a de los setenta y ochenta, testigos de un momento cultural y social que, en cuanto a la preservaci¨®n, se ha pasado por alto. ¡°Lo que se refleja es el gusto de la sociedad de la ¨¦poca. Hay mucho flamenco, m¨²sica ligera como Manolo Escobar o Lola Flores, y tambi¨¦n grupos de rumba que comienzan a surgir, como Los Chichos, Los Chunguitos, Peret...¡±, prosigue L¨®pez Lorenzo. ¡°Se hizo una selecci¨®n por antig¨¹edad y teniendo en cuenta que fuese material realizado en Espa?a y por autores espa?oles, ya que se entiende que la producci¨®n de otros pa¨ªses est¨¢ recogida por sus bibliotecas nacionales¡±.
Ahora, todas esas grabaciones est¨¢n conservadas en formato digital gracias a una legislaci¨®n adelantada a su tiempo. ¡°Todo el mundo asocia la Biblioteca Nacional con archivos en soporte de papel, pero tenemos una ley de 1958, muy moderna para la ¨¦poca, que nos ha permitido conservar estos archivos¡±, aclara Alicia Garc¨ªa Medina, jefa de servicio del ¨¢rea de audiovisuales. ¡°En ella se a?ad¨ªa una coletilla importante: que la Biblioteca ten¨ªa la obligaci¨®n de conservar todo tipo de documento, independientemente del soporte. Eso nos ha permitido ser muy ricos incluso con respecto a otras bibliotecas nacionales del entorno europeo¡±, explica. ¡°Mucha gente nos pregunta si se van a subir estos documentos a la web¡±, apunta Bordes. ¡°No es posible porque todo est¨¢ sujeto a derechos de autor, tanto el compositor como el letrista, incluso el int¨¦rprete. El objetivo es m¨¢s de preservaci¨®n que difusi¨®n en este momento, pero s¨ª se pueden solicitar reproducciones por motivo de investigaci¨®n¡±.
El proyecto de digitalizaci¨®n, no obstante, se encuentra todav¨ªa en la punta de un iceberg de material audiovisual que tambi¨¦n incluye otros formatos como el VHS o el Beta, mientras que el tiempo juega en contra de toda esta producci¨®n cultural. ¡°Apenas nos hemos quedado en torno al 4% de la colecci¨®n en casetes y un 10% en VHS¡±, advierte Bordas. ¡°Tampoco hemos podido hacer todav¨ªa restauraci¨®n digital, mejorar la se?al de audio, pero la prioridad era abarcar primero el m¨¢ximo posible. Es un proyecto que es muy urgente y que hay que continuar¡±.
Preservar esa parte de la historia antes de que el pl¨¢stico y la cinta se degraden por completo es, por tanto, la primera prioridad. ¡°Muchas veces, cuando somos coet¨¢neos a una producci¨®n intelectual, no somos conscientes de esa informaci¨®n a?adida de contexto social, hist¨®rico y cultural¡±, explica Bordes. ¡°Ese valor nos lo va a dar el tiempo, pero si no lo recogemos ahora va a quedar un vac¨ªo¡±. Incluso una vez recuperados de su prisi¨®n f¨ªsica, la tarea de preservaci¨®n contin¨²a en el entorno digital. ¡°Ese es otro reto¡±, contin¨²a Bordes, ¡°asegurarse de que estos archivos resultantes de la digitalizaci¨®n van a seguir siendo vigentes dentro de 20, 30 o 50 a?os, porque lo digital no ha demostrado ser permanente¡±. Por eso los archivos tienen dos copias de seguridad que est¨¢n almacenadas en un sistema de preservaci¨®n. ¡°Cada cierto tiempo se hacen chequeos para comprobar que siguen en las mismas condiciones. Pasa igual con la web: si no archivamos lo que se difunde en internet, como estamos haciendo ahora, en el futuro parecer¨¢ que no estamos produciendo nada¡±, concluye.
Yo prefiero una casete antes que un CD. Adem¨¢s, te lleva a una ¨¦poca concreta, de m¨²sica de gasolinera y rollo quinqui, y por eso las he utilizado
El Coleta, rapero
Solo as¨ª es posible asegurarse de que parte de nuestra historia cultural no se pierda, presa de los vaivenes de formatos que, pese a sus promesas de inmortalidad, han resultado ser m¨¢s caducos que los m¨¢s primitivos. Para decirlo de otra forma, la tarea para que la rumba catalana o la m¨²sica ligera permanezcan preservados para los siglos futuros no ha hecho m¨¢s que comenzar.
- El formato del pueblo
¡°Las casetes tienen una historia de mercadotecnia y de industria interesante¡±, explica el cr¨ªtico musical Diego A. Manrique. ¡°Ese soporte barato ayud¨® much¨ªsimo a difundir desde la rumba a los chistes de Emilio el Moro, por ejemplo. Por su accesibilidad y su baratura tuvieron una importancia tremenda¡±, asegura. F¨¢ciles de producir, a menudo con materiales tan econ¨®micos como fr¨¢giles, y de tama?o m¨ªnimo para su ¨¦poca, la casete se convirti¨® en el formato perfecto para difundir obras de artistas en los m¨¢rgenes de la industria musical. ¡°Hab¨ªa una producci¨®n que se saltaba el proceso del LP o el CD¡±, prosigue Manrique. ¡°Tambi¨¦n se hac¨ªan recopilaciones que no exist¨ªan en otro formato. Era pintoresco, utilizaban un marketing muy simplificado: destacaban un nombre y una canci¨®n y el resto pod¨ªa ser relleno¡±.
Rams¨¦s Gallego, m¨¢s conocido como El Coleta, es un rapero madrile?o que ha revindicado en muchas ocasiones este formato, editando varios de sus trabajos en casete e, incluso, haciendo sesiones de DJ con antiguas cintas de rumba. ¡°Es un formato muy bonito. Yo prefiero una casete antes que un CD. Adem¨¢s, te lleva a una ¨¦poca concreta, de m¨²sica de gasolinera y rollo quinqui, y por eso yo las he utilizado¡±, explica. Tras muchos a?os siendo ninguneados, algunos de los g¨¦neros que se difundieron en casete han sido recientemente reivindicados. ¡°Esto sucede por un tema retro o posmoderno¡±, asegura El Coleta. ¡°Lo que se escuchaba en casete eran las m¨²sicas de los barrios, y sufr¨ªan un racismo musical, igual que ahora sucede con el reggaeton¡±, asegura. Por esa misma raz¨®n, valora positivamente que ahora parte de esa producci¨®n se conserve en la Biblioteca Nacional: ¡°Es m¨²sica y es cultura, y seguro que ah¨ª hay algunas joyas¡±.
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