?El fracaso de la revoluci¨®n digital?
?Se pueden considerar modelos de ¨¦xito aquellos que han contribuido a crear un clima pol¨ªtico y social tan disfuncional y peligroso como el actual? Y, sobre todo, ?de qu¨¦ sirve la innovaci¨®n o el crecimiento si no se traduce en prosperidad y bienestar para la mayor¨ªa?
Timeo danaos et dona ferentes.?Virgilio
Cuando hablamos de innovaci¨®n miramos con admiraci¨®n provinciana a Silicon Valley, laboratorio y motor de la revoluci¨®n digital que durante los ¨²ltimos 30 a?os ha dado forma a nuestro presente. Cuando buscamos referencias de ¨¦xito econ¨®mico nos fijamos tambi¨¦n con cierta admiraci¨®n acomplejada en los grandes centros financieros globales, especialmente en la City londinense, el faro de la revoluci¨®n neoliberal que desde hace algo m¨¢s de 30 a?os ha ido definiendo el espacio de lo posible.
Este matrimonio tecno-financiero establece el inevitable marco ideol¨®gico occidental. Un gas invisible que permea y ocupa todos los espacios de la realidad, que dicta lo que hacemos, lo que somos y lo que deseamos.
Desde las fronteras del imperio nos esforzamos en replicar sus modelos de ¨¦xito. En las escuelas de negocio, las consultor¨ªas y los centros de innovaci¨®n absorbemos sus perspectivas, ponemos en pr¨¢ctica sus procesos para intentar llegar as¨ª a sus mismas conclusiones y alcanzar sus mismos logros.
El trabajo de muchos de nosotros consiste principalmente en entender estas claves de funcionamiento y aplicarlas a nuestro contexto, evangelizando con pasi¨®n sobre nuevas formas de vivir, de aprender, de trabajar y sobre todo de pensar, aceptando sin atisbo cr¨ªtico todo aquello que refuerce el mito prometeico y triunfal de este tecnocapitalismo tard¨ªo.
Pero lo real, como la Carta Robada de Edgar Allan Poe, est¨¢ descarnadamente a la vista, manifest¨¢ndose en la obscena sensaci¨®n de fallo sist¨¦mico que se respira en Occidente, en la hip¨®tesis de que el sue?o de la raz¨®n liberadora que han representado de manera monopol¨ªstica Silicon Valley y la City nos arrastra irremediablemente hacia su reflejo dist¨®pico, hacia una derrota en forma de sus correspondientes Trumps y Brexits.?
Por supuesto que los ambiciosos geeks de San Francisco, o los urbanitas cosmopolitas de Londres no son, al menos por ahora, votantes nacionalistas de ultraderecha, pero ello no debe impedir la reflexi¨®n sobre c¨®mo sus modelos de innovaci¨®n tecnol¨®gica y de negocio, a pesar del peso tan relevante que tienen sobre la nueva econom¨ªa, no han contribuido a la articulaci¨®n de una idea integral e integradora de un progreso econ¨®mico, social o cultural que alcance a todos los ciudadanos.
Ni la magia de la tecnolog¨ªa desarrollada en las ¨²ltimas d¨¦cadas ni el enorme poder financiero acumulado por fondos y corporaciones han tenido la capacidad - ni el objetivo - de llegar, elevar y acompa?ar al conjunto de la sociedad en su desarrollo. Muy al contrario, lo que se ha producido es una profundizaci¨®n de la desigualdad econ¨®mica, de la precarizaci¨®n laboral, del alienamiento de grandes sectores demogr¨¢ficos, de la utilizaci¨®n perversa de la comunicaci¨®n, de la ansiedad, del miedo y del resentimiento, llegando a su conclusiva respuesta en forma de victoria de una pol¨ªtica reaccionaria y cargada de testosterona, que seduce con la promesa de protecci¨®n y venganza contra esta complejidad elitista e impostada del ideal contempor¨¢neo.
La pregunta que me hago es la siguiente:
?Se pueden considerar modelos de ¨¦xito aquellos que en tan solo unos a?os han contribuido a crear un clima pol¨ªtico y social tan disfuncional y peligroso como el actual?
Si es as¨ª, ?por qu¨¦ seguimos teni¨¦ndolos como referencia?
Y, sobre todo, ?de qu¨¦ sirve la innovaci¨®n o el crecimiento si no se traduce en prosperidad y bienestar para la mayor¨ªa?
Aunque la correlaci¨®n entre los fen¨®menos no sea del todo aparente, quiz¨¢s debemos preguntarnos hasta qu¨¦ punto la aparici¨®n de un Trump o la agresiva irrupci¨®n del Brexit est¨¢n ya contenidos en los principios aparentemente neutrales e inocuos de innovaci¨®n y gesti¨®n financiera que provienen de estos centros de poder y que tomamos como gu¨ªa de acci¨®n de modo acr¨ªtico. Impl¨ªcitos en los libros y los art¨ªculos que leemos, en las opiniones de los expertos que seguimos por las redes, en los procesos y metodolog¨ªas que aplicamos, en los invisibles principios que dictan nuestras decisiones, en los valores que damos por universales.
Una prueba de esta extra?a din¨¢mica entre las ¨¦lites tecnocapitalistas y la realidad es que en un contexto pol¨ªtico y social tan preocupante como el que se est¨¢ desplegando en Estados Unidos la ¨²nica soluci¨®n creativa que proponen grandes iconos de la innovaci¨®n como Elon Musk o Jeff Bezos es la de huir al espacio.
Tratar a la tecnolog¨ªa como una herramienta neutral es parad¨®jicamente una idea cargada de ideolog¨ªa, como lo es poner el foco en los resultados sin considerar el impacto en el entorno sobre el que se act¨²a.
En el contexto actual la indiferencia ante la realidad humana, social y ecol¨®gica es una grave forma de psicopat¨ªa.
Para frenar este descenso hacia la distop¨ªa, para negar la irremediabilidad de la derrota, necesitamos definir un nuevo territorio de lo posible que nos ayude a imaginar nuevos futuros, futuros de los que no sea necesario huir. Y para poder hacerlo primero tendremos que esforzarnos en desvelar los mitos invisibles que construyen esta narrativa ¨²nica, opcional y ajena que define el marco del presente.?
Alberto Barreiro es?dise?ador, artista y profesor, su trabajo consiste en desarrollar estrategias capaces de transformar empresas en agentes de cambio positivo.
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