C¨®mo construir una casa en Marte (y de paso innovar en la Tierra)
Muchos arquitectos so?ar¨ªan con poder empezar desde cero. Dise?ar con nuevos materiales, en espacios v¨ªrgenes y sin restricciones urban¨ªsticas ni constructores que apuren con los plazos. Los arquitectos espaciales pueden cumplir ese sue?o
Muchos arquitectos so?ar¨ªan con poder empezar desde cero, como ni?os que construyen en la orilla de la playa. Dise?ar edificios e instalaciones con nuevos materiales, en espacios v¨ªrgenes e inhabitados, sin restricciones urban¨ªsticas ni constructores que apuren con los plazos.
Los arquitectos espaciales pueden cumplir ese sue?o, o al menos esa es la sensaci¨®n que deja una conversaci¨®n con Jeffrey Montes, uno de los primeros miembros de este selecto cuerpo de profesionales que ya est¨¢ planeando c¨®mo podr¨ªamos vivir en otros planetas, mucho m¨¢s inh¨®spitos que la Tierra. Todo empezar¨ªa de cero, y ser¨ªa tan dif¨ªcil como emocionante.
Con 32 a?os, Montes, nacido en Puerto Rico, mantiene cierto aire ani?ado, adem¨¢s de un castellano muy fluido. Est¨¢ en Madrid un d¨ªa de oto?o para participar en el congreso Open House, donde le han invitado a explicar con qu¨¦ tipo de viviendas podr¨ªamos los humanos habitar Marte. No tiene que recurrir a ninguna presentaci¨®n vistosa en PowerPoint. AI SpaceFactory, el estudio neoyorquino de arquitectura para el que trabaja, construy¨® un prototipo de inmueble marciano. Le llam¨® Marsha, y con ¨¦l gan¨® un concurso de la NASA dotado con medio mill¨®n de d¨®lares. Marsha tiene una forma cil¨ªndrica y cuatro plantas unidas por una escalera de caracol.
El aprovechamiento de cada metro cuadrado es b¨¢sico, explica Montes, ya que el entorno exterior es hostil y cualquier misi¨®n a Marte tendr¨ªa que compartir muchas horas en la instalaci¨®n, dise?ada con 13,7 metros de altura. Pero buscar espacios de cierta intimidad para los tripulantes fue solo una preocupaci¨®n secundaria en el proyecto.
La primera dificultad de construir a 59 millones de kil¨®metros de la Tierra (en el mejor de los casos, porque la ¨®rbita de Marte es muy el¨ªptica y puede alejarse de nosotros hasta 102 millones de kil¨®metros) es de materiales y m¨¢quinas. As¨ª que Marsha solo pod¨ªa ser construido con un robot impresora 3D, que utiliz¨® materias primas semejantes (aunque no exactas) a las que la humanidad ya sabe que existen en Marte.
El reto era recrear todo lo posible una construcci¨®n real all¨ª, as¨ª que durante 30 horas, sin pr¨¢cticamente intervenci¨®n humana, un brazo mec¨¢nico fue levantando un cilindro con una masa arcillosa, formada en un 60% por pl¨¢stico creado a partir de bacterias y en un 40% por piedra volc¨¢nica.
Adem¨¢s, la hostilidad del ambiente no solo provoca que el arquitecto se olvide de un cuidado parterre con instalaci¨®n para barbacoas. La temperatura diaria en Marte puede variar en m¨¢s de 100 grados cent¨ªgrados, lo que implica mucha fatiga mec¨¢nica, y es mucho m¨¢s fr¨ªa que en la Tierra; en el mejor de los casos, en el ecuador del planeta, de d¨ªa y en verano, se alcanzan unos 20 grados cent¨ªgrados. Una ventana en Marte es todo un desaf¨ªo t¨¦cnico.
Por eso Marsha solo tiene cinco y de tama?o reducido, adem¨¢s de una claraboya en su c¨²spide. Montes, que ha colaborado en m¨¢s proyectos con la NASA, trabaja ahora en otra instalaci¨®n espacial, en este caso para la Luna. Las grandes potencias, asegura, ya no miran al sat¨¦lite como lo hac¨ªan en 1969, con la mentalidad de la Guerra Fr¨ªa. ¡°Ya no se trata de poner una bandera e irse, de ganar una competici¨®n geopol¨ªtica. Ahora el objetivo es crear algo sostenible all¨ª¡±, explica. ¡°As¨ª que en AI SpaceFactory estamos trabajando en una ciudad industrial en la Luna, que funcionar¨ªa b¨¢sicamente con robots y un poco de participaci¨®n humana¡±.
Urbanizar la luna
?Una ciudad industrial? ¡°Sabemos que la econom¨ªa lunar va a depender del agua, aunque hay muy poca, y del combustible. As¨ª que el objetivo es que en esa ciudad industrial se pueda producir combustible para cohetes, de tal forma que una nave espacial pudiese aterrizar con el tanque vac¨ªo e irse con el tanque lleno¡±. Aunque ande d¨¢ndole vueltas a c¨®mo crear una especie de gasolinera en la Luna ¡ª¡°s¨ª, se puede decir as¨ª, aunque no suene muy sexi¡±, concede sonriendo¡ª, Montes defiende que su labor como arquitecto espacial no es desarrollar tecnolog¨ªas para otros planetas.
¡°Para m¨ª, la innovaci¨®n en arquitectura tiene mucho que ver con la arquitectura espacial. Siempre se dice que para innovar hay que pensar fuera de la caja (thinking out of the box), y eso es lo que hacemos los arquitectos espaciales¡±. Esa innovaci¨®n, defiende, tiene mucho que ver con la sostenibilidad de la construcci¨®n en la Tierra, por mucho que se plasme en proyectos para desarrollar en la Luna o en Marte.
En busca de un plan b
Los arquitectos espaciales, defiende, investigan, dando un provechoso rodeo, otras formas de construir m¨¢s sostenibles para nuestro propio planeta. ¡°Por mucho que miremos al espacio, nuestros nietos no podr¨ªan estar en ning¨²n sitio m¨¢s a gusto que aqu¨ª, as¨ª que no tenemos que perder la perspectiva.
Si alg¨²n d¨ªa logramos lo imposible, como tener a un mill¨®n de seres humanos viviendo en la Luna o en Marte, ser¨¢ porque entonces en la Tierra vivir¨¢n 10.000 millones de personas. Ese es el escenario en el que tenemos que pensar. Aunque haya otros planetas, no hay un planeta B¡±, asegura. Ninguna soluci¨®n m¨¢gica vendr¨¢ del espacio: es m¨¢s f¨¢cil lograr agua del hormig¨®n que de las piedras de la Luna.
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