La lucha contra las ¡®fake news¡¯ busca un hueco dentro de las aulas
Institutos y colegios recurren a cursos externos, ante la falta de legislaci¨®n educativa, para formar a los alumnos en la identificaci¨®n de bulos, una tendencia en auge por la universalizaci¨®n de las redes sociales
Suena el timbre. Los alumnos de quinto de primaria corren hacia clase. El tema de hoy no aparece por ninguna parte en los libros de texto: fake news. La mayor¨ªa cuenta con un tel¨¦fono m¨®vil, con usuarios esparcidos por diferentes redes sociales. A sus 10 y 11 a?os intercambian likes en Instagram, mensajes por WhatsApp y memes de Twitter. Su principal puerta de contacto con el exterior tiene forma de pantalla y conexi¨®n a internet ¨Clos espa?oles pasan m¨¢s de cinco horas al d¨ªa navegando seg¨²n un estudio de Hootsuite y We Are Social¨C. La tecnolog¨ªa los ha expuesto a todos los contenidos publicados en la Red, incluidos los bulos, pero sin las herramientas necesarias para aceptar unos y desechar otros.
Alba Galve, profesora de Lengua y Literatura catalana en el colegio La Salle Premi¨¤, intenta que sus alumnos detecten y combatan informaciones inventadas. A lo largo del a?o, como parte del proyecto Junior Report, elaboran una revista digital en la que se incluye una secci¨®n de fake news. Las crean cuando saben discernir entre fuentes y tienen el conocimiento cr¨ªtico necesario. ¡°Los chavales consumen todo indiscriminadamente. Necesitan cuestionarse el porqu¨¦ de las cosas. Cada vez tenemos m¨¢s necesidad de introducir estos temas en las aulas. La materia human¨ªstica forma parte de la era digital¡±, argumenta mientras a?ade que los menores se implican por completo en este tipo de iniciativas.
No vale quedarse con lo primero que recibes porque as¨ª es como te manipulan
Lali Bueno y Arianna Ranesi forman parte del equipo de Junior Report. Llevan estos proyectos y talleres por diferentes institutos y colegios de Espa?a, con especial ¨¦xito en Catalu?a seg¨²n sus palabras. Con acuerdos con empresas como Maldito Bulo, cogen noticias virales con el fin de desmontarlas. ¡°Damos las herramientas a los alumnos para que gestionen las fake news y sepan qu¨¦ es falso o veraz. Aparte, a los centros les acercamos las claves para que detecten estos contenidos¡±, comenta Bueno. Para fomentar la participaci¨®n, los contenidos que eligen suelen versar sobre igualdad, cambio clim¨¢tico y refugiados. ¡°Insistimos en que han de ser cr¨ªticos. Mucha informaci¨®n la reciben por redes. No vale quedarse con lo primero que recibes porque as¨ª es como te manipulan¡±, sostiene Ranesi.
Unir tecnolog¨ªa con formaci¨®n obligatoria ha derivado en clases de rob¨®tica o programaci¨®n. La legislaci¨®n educativa ha pasado por alto fen¨®menos como la propagaci¨®n casi instant¨¢nea de contenidos inventados. Las leyendas urbanas y los montajes siempre han existido, pero no la velocidad de difusi¨®n alcanzada hoy en d¨ªa. Andoni Alonso, fil¨®sofo cr¨ªtico con la tecnolog¨ªa, aboga precisamente por ralentizar el ritmo. Por devolver a los profesores su capacidad de ense?ar en un largo plazo, no con la inmediatez y objetivos asfixiantes que se les impone. ¡°La verdad de las noticias se sustituye por el gusto. Es m¨¢s f¨¢cil aceptar lo que nos complace que lo que no. Por tanto, las fake news satisfacen el gusto y no el inter¨¦s por la verdad¡±, zanja.
Presos de su propio aprendizaje
Con tanto fake correteando por las clases, los menores a veces revisten de real una mentira. Recuerda Bueno una alumna que se crey¨® por completo un bulo. ¡°Es parte del aprendizaje, pero nuestra labor es corregirlo¡±, explica. Iniciativas como Junior Report o (In)f¨®rmate, en la que colaboran la FAD, Google y el Gobierno de Espa?a, pretenden educar ante los contenidos digitales ¨C¡°saber discriminar, sopesar y valorar lo que recibimos de nuestro alrededor¡±, resume Alonso¨C. Y este viaje conviene no retrasarlo en exceso. La victoria de Donald Trump y el ¨¦xito del Brexit sirven de ejemplos del poder de la desinformaci¨®n. ¡°Formamos a personas que ser¨¢n el futuro de la sociedad. Queremos que tengan un esp¨ªritu cr¨ªtico frente a la realidad¡±, precisa Galve.
En el fondo del combate acad¨¦mico contra los bulos subyace una tendencia que para algunos soci¨®logos resulta alarmante. El investigador Aviv Ovadya, fundador del proyecto Thoughtful Technology, la denomina apat¨ªa por la realidad. ¡°La exposici¨®n constante de los menores a la desinformaci¨®n puede llevarles a cuestionarse la propia realidad. Pueden percibir que toda la informaci¨®n es mentira¡± expone. Pese a la llamada de atenci¨®n, Ranesi mantiene que plantear el d¨ªa a d¨ªa de los alumnos en estos t¨¦rminos es exagerado. Pone de ejemplo que, al comenzar los talleres, no terminan de creerse el material fake que les prov¨¦n. ¡°Les ayuda a despertar. A que pierdan la sensaci¨®n de que todo es falso¡±, concluye.
Si la tecnolog¨ªa llega cada vez antes a las manos de los estudiantes, antes tambi¨¦n ha de llegar la formaci¨®n contra las noticias falsas. ¡°Ojal¨¢ cuando estudiaba hubiera tenido oportunidades as¨ª¡±, exclama Bueno. Las aulas que han introducido estos contenidos todav¨ªa son minoritarias. Por el momento depende de la voluntad de los docentes y los centros educativos. Como no todo se aprende entre las cuatro paredes de un instituto, aparte de la labor de los padres y el sentido com¨²n, Alonso deja su consejo particular para combatir intoxicaciones interesadas: ¡°Tal vez sea buena idea desconectar de determinados canales porque, simple y llanamente, no tenemos capacidad humana de discriminar tal masa de informaci¨®n¡±.
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