A pedales y con chispa

Moverse por la calles y avenidas de nuestras urbes ¡ªhabitualmente abarrotadas, aunque vac¨ªas estas semanas por la crisis del coronavirus¡ª es uno de los grandes retos a los que se enfrentan las ciudades del siglo XXI. Si el siglo pasado el coche privado fue instaurado como icono absoluto de la movilidad y el progreso, ahora ha cedido el testigo a veh¨ªculos el¨¦ctricos como los de carsharing, los patinetes, las motos y, por supuesto, las bicicletas. Pero los veloc¨ªpedos ya no son solo un par de ruedas, una cadena, un cuadro, unos cambios y unos frenos, sino que se han smartizado. Una variante de esa evoluci¨®n incluye tambi¨¦n motores el¨¦ctricos (cada vez m¨¢s eficientes y ligeros); sistemas de luz inteligentes o depurados mandos. En el Peugeot Design Lab tomaron todos esos ele- mentos como base, le a?adieron dise?o y en 2016 crearon su primera bicicleta el¨¦ctrica plegable y minimalista. Un modelo que la marca acaba de actua- lizar con la Peugeot EF02 (que venden desde 1.499 euros).

La prueba se realiz¨® antes de que la pandemia obligara a los ciudadanos a permanecer en sus casas. Durante una semana laboral ¡ªy en sustituci¨®n de un modelo cl¨¢sico en todos los sentidos: cuadro antiguo, pi?¨®n fijo, luces de quita y pon¡ª, la EF02 ha estado entre mis piernas para recorrer en torno a 22 kil¨®metros diarios; la ida y la vuelta del recorrido de casa al trabajo. De los 15,8 millones de viajes diarios que se hac¨ªan antes del confinamiento en d¨ªas laborables en la Comunidad de Madrid, durante esa semana, al menos dos recorridos se hicieron en una peque?a bici el¨¦ctrica y plegable, con una autonom¨ªa de 60 kil¨®metros a pleno rendimiento y menos de 20 kilos de peso.

Si al pedalear el aire en la cara impregna el trayecto de cierta euforia y sensaci¨®n de libertad, esa misma experiencia se convierte, a los mandos de una el¨¦ctrica, en un viaje distinto. A m¨¢xima velocidad (casi unos 30 kil¨®metros por hora), la bici aguanta electrificada hasta 60 kil¨®metros. Ese motor que impulsa el pedaleo ¡ªpero que nunca lo sustituye, por lo que siempre hay que mover las piernas¡ª se revela de gran ayuda en momentos como el arranque en los sem¨¢foros. Tambi¨¦n en las cuestas. Se trata de un chute de energ¨ªa que queda reflejado en el ahorro de tiempo: en lugar de invertir unos 60 minutos en el trayecto, con la el¨¦ctrica se redujeron al entorno de los 40 (siem- pre ida y vuelta).

Como marcaban las especificaciones t¨¦cnicas, la tercera jornada, y a medio camino de casa, la bater¨ªa se acab¨®. De repente, y tras un par de avisos, el pedalear recuper¨® su ritmo pausado. Al perder esa chispa energ¨¦tica, asalta un ruego: ¡°Que vuelva a encenderse... No quiero pedalear a pelo con ruedas peque?as¡±. El apoyo en las pedaladas y la velocidad que genera enganchan. Aunque se puede circular sin asistencia, es algo que durante la prueba solo ocurri¨® cuando se acab¨® la bater¨ªa, que es extra¨ªble y que se recarga en unas 2,5 horas en un enchufe corriente.

Al encender el display de la maneta izquierda, que controla el sistema el¨¦ctrico, se conectan autom¨¢ticamente las luces LED delanteras y traseras. En la pantalla se muestran a simple vista las velocidades (del 0 al 4) o el nivel de bater¨ªa. En el lado derecho aparecen los cambios: ocho pi?ones que se adaptan bien al ritmo de la ciudad y que, junto con el refuerzo el¨¦ctrico, suplen el peque?o tama?o de las ruedas (es una plegable) que obliga a pedalear m¨¢s.

M¨¢s pr¨¢ctica que bella

¡°Se trata de la segunda generaci¨®n de un modelo ic¨®nico que evoluciona todas las caracter¨ªsticas de su antecesora¡±, explican desde Peugeot. Es cierto que la EF02 no tiene ese acabado artie que ten¨ªa la anterior. Ha cedido en est¨¦tica en favor de la practicidad: ¡°Su aspecto exterior es m¨¢s robusto, con un sill¨ªn m¨¢s c¨®modo, y se puede plegar en cinco segundos¡±, matizan desde la firma. A pesar de esa apuesta por la comodidad, sigue emanando cierta sofisticaci¨®n con su chasis de aluminio y unos acabados de fibra de carbono. Al recorrer la ciudad, lo evidenciaban las miradas de peatones, las preguntas de otros usuarios de bicicletas y la curiosidad de alg¨²n conductor. Hay ciclistas que a las el¨¦ctricas no quieren ni mirarlas. Tienen cierta raz¨®n en sus temores: una vez las pruebas, ya no quieres perder la chispa.