Antonio Rodr¨ªguez de las Heras, una vida en digital
Columnista habitual de EL PA?S Retina, aport¨® una mirada serena y reflexiva sobre el fren¨¦tico mundo de las nuevas tecnolog¨ªas
Vivimos en una era en la que estamos obligados a llenar los d¨ªas de actividad, de pensamientos que se suceden unos a otros sin apenas descanso. Una era en la que aburrirse o pararse a pensar parece incluso contraproducente.
Detenerse al borde del camino a observar el tr¨¢fico, reflexionar y ser capaz de poner sobre el papel sus conclusiones fue el papel de Antonio Rodr¨ªguez de las Heras en su columna La vida en digital en EL PA?S Retina, un producto online hecho con la urgencia que impregna el siglo XXI y que ¨¦l lograba frenar con elegancia cada dos viernes.
Antonio, fallecido la pasada semana en Madrid, era una persona educada, dulce, amable, emp¨¢tica, humilde, cuidadosa y detallista. Y curiosa e inteligente. Vivi¨® la vida escuchando, escribiendo y hablando. Aprendiendo y ense?ando.
Esta curiosidad le permiti¨® seguir en la vanguardia del mundo de la comunicaci¨®n, el cual, como el propio universo, no deja de expandirse a una velocidad cada vez mayor. Su curiosidad le permiti¨® llevar a cabo sin esfuerzo aparente el tr¨¢nsito desde un mundo de papel y se?ales anal¨®gicas a otro en el que cada uno de nosotros nos hemos convertido en un malla, en ¡°nudos de la red: haciendo de repetidores de lo que nos llega y tambi¨¦n de transformadores de lo que recibimos antes de transmitirlo (recombinando, alterando)¡±.
La suya fue una mirada in¨¦dita sobre esta realidad de unos y ceros que entre todos construimos d¨ªa a d¨ªa. As¨ª las cosas, era una rara avis en el universo de los medios de comunicaci¨®n, un mundo de egos y firmas, de marcas personales y orgullo al mostrar la ausencia de dudas.
De las Heras era distinto: personificaba la humildad desde la seguridad del que conoc¨ªa buena parte de las respuestas. Recibir el encargo de subir sus art¨ªculos (es decir, trasladar sus textos al editor del peri¨®dico para que los lectores pudiesen leerle) era el trabajo perfecto: nunca hubo que tocarle una coma, nunca hubo que llamarle para pedir aclaraciones por una frase mal construida o apresurada. Y, por si no fuera poco, aceptaba de buen agrado, como el m¨¢s joven de los becarios, cualquier propuesta de enfoque o de titular, los cuales recib¨ªa y asimilaba para incorporarla a su privilegiado discurso.
Periodistas, profesores, alumnos, amigos... Somos muchos los que echaremos de menos a Antonio Rodr¨ªguez de las Heras. Los que hacemos EL PA?S Tecnolog¨ªa Retina luciremos con orgullo los cerca de 60 textos que nos entreg¨® de forma germ¨¢nicamente puntual. Igual de puntual en aquel ¨²ltimo mail en el que ped¨ªa sinceras disculpas por faltar a su cita. ¡°El virus me ha encontrado y me ha golpeado duro¡±, nos dec¨ªa con la sana intenci¨®n de recuperarla en breve. No ser¨¢ posible.
Su ausencia nos deja sin conocer sus valiosas reflexiones sobre lo que ser¨¢ una vida en digital postcovid. Pero nos priva, sobre todo, de una persona excepcional a la que se echar¨¢ en falta en todos los lugares en los que despleg¨® su inagotable energ¨ªa.
Consulta todos los art¨ªculos de Antonio Rodr¨ªguez de las Heras en Retina
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