Yolanda D¨ªaz: ¡°El avance tecnol¨®gico no puede suponer un retroceso en las condiciones laborales al siglo XIX¡±
La ministra de Trabajo y Econom¨ªa Social, en solo siete meses, ha subido el salario m¨ªnimo a 950 euros y ha creado una estructura de ERTE que ha salvado millones de hogares. Ahora la vida y el trabajo se han llenado de jefes que son algoritmos e inteligencia artificial.
Dicen que es dura. Dicen que es amable. Dicen que sonr¨ªe poco. Dice que sonr¨ªe casi siempre. Yolanda D¨ªaz (A Coru?a, 1971), ministra de Trabajo y Econom¨ªa Social, viene del comunismo. Es hija de sindicalistas de Ferrol. En solo siete meses, la ministra ha subido el salario m¨ªnimo a 950 euros y ha creado una estructura de ERTE que ha salvado millones de hogares. Ahora la vida y el trabajo se han llenado de jefes que son algoritmos e inteligencia artificial. Un barco que gira hacia el horizonte, dejando recuerdos y nuevas preocupaciones en su estela. Responde por escrito, por problemas de agenda, pero no falla a la sesi¨®n de fotos.
- P. ?La inteligencia artificial (IA), los algoritmos y las redes neuronales necesitan ser regulados en su relaci¨®n con el trabajo?
- R. Estamos inmersas en la transformaci¨®n de los modelos productivos y en ese proceso la IA y los algoritmos tienen que estar al servicio de las personas trabajadoras, no al rev¨¦s. Debemos observar, paralelamente, una responsabilidad de las Administraciones en esa regulaci¨®n.
- P. Los algoritmos, mal regulados o sin ning¨²n control, pueden generar enormes problemas. Imaginemos, por ejemplo, un algoritmo que env¨ªa un mensaje a los compa?eros cuando alguien llega cinco minutos tarde.
- R. Los algoritmos no son entes abstractos, hay procesos tras ellos que deben ser analizados y valorados, monitorizados. El control de la actividad laboral por parte del empresario, por ejemplo, es un derecho, pero no es ilimitado. Y la protecci¨®n de los derechos fundamentales, la protecci¨®n de los datos y la garant¨ªa de los derechos digitales deben primar siempre. Recuerdo un episodio de The Good Fight en el que un algoritmo penalizaba al mejor profesor del colegio, conden¨¢ndole al despido. Dos ense?anzas b¨¢sicas tenemos que extraer: no son sistemas infalibles y su funcionamiento debe ser fiscalizado.
- P. ?Qu¨¦ caracter¨ªsticas b¨¢sicas deber¨ªa tener esta regulaci¨®n en Espa?a?
- R. Debe cumplir los derechos fundamentales, particularmente el derecho a la intimidad, y debe respetar la normativa sobre protecci¨®n de datos, pero tambi¨¦n introducir elementos ¨¦ticos y de reflexi¨®n. Adem¨¢s, debemos desterrar la opacidad y nunca perder de vista el factor humano.
- P. La tecnolog¨ªa permite tener un jefe 24/7. ?C¨®mo se evitan estas situaciones?
- R. La tecnolog¨ªa es una herramienta en manos de las personas, no el pasaporte a otra dimensi¨®n en la que los derechos y la protecci¨®n de los trabajadores no se cumplen o desaparecen. Nuestros derechos deben caminar de la mano de los nuevos desarrollos tecnol¨®gicos. Antes se dec¨ªa que los derechos de los trabajadores no se deten¨ªan en la puerta de las f¨¢bricas, ahora tampoco han de pararse en el teclado del ordenador.
- P. ¡°Con un jefe digital que te controla cada pocos segundos, no hay lugar para el ser humano¡±, cuenta Gabrielle Rejouis, reconocida profesora del Centro de Tecnolog¨ªa y Privacidad de la Universidad de Derecho de Georgetown. ?Qu¨¦ reflexi¨®n le plantea?
- R. Con los derechos laborales como norte, tenemos que aprovechar las potencialidades de lo digital. No podemos permitir la desigualdad, ni en los algoritmos ni en los espacios de trabajo. Y la transformaci¨®n digital, que es inevitable, debe ser un est¨ªmulo para mejorar. M¨¢s innovaci¨®n, m¨¢s calidad en el empleo y m¨¢s valor a?adido, desterrando la temporalidad y la precariedad de nuestro mercado laboral. No hay nada m¨¢s viejo que los bajos salarios, la explotaci¨®n o la precariedad. Hace unos meses le¨ªa un art¨ªculo de Daniel Innerarity en el que se preguntaba: ¡°?Qu¨¦ podr¨ªamos hacer para humanizar este nuevo entorno laboral y que no suponga un retroceso y una degradaci¨®n del mundo del trabajo?¡±. Esa es la gran pregunta. La clave es que las conquistas laborales y sociales avancen de la mano con las nuevas herramientas y tecnolog¨ªas. Un avance y un cambio en el modelo laboral hacia el siglo XXI no pueden suponer un retroceso en las condiciones laborales al siglo XIX.
¡°Se dec¨ªa que los derechos de los trabajadores no se deten¨ªan en la puerta de las f¨¢bricas, ahora tampoco han de pararse en el teclado del ordenador¡±.
- P. La IA supone la desaparici¨®n de puestos de trabajo. ?C¨®mo protegemos a los trabajadores con bajos conocimientos tecnol¨®gicos o con la imposibilidad de readaptarse por edad o formaci¨®n?
- R. La relaci¨®n entre incremento de la tecnolog¨ªa y disminuci¨®n del empleo no es tan autom¨¢tica como se se?ala. A¨²n asistimos a este proceso. Los poderes p¨²blicos, en cualquier caso, est¨¢n para asegurar el derecho al trabajo de las personas, el acceso a la formaci¨®n y habilitar los dispositivos legales para hacerlo efectivo.
- P. ?Coincide en que el gran desaf¨ªo es que nadie se quede atr¨¢s y que todos los trabajadores tengan unas condiciones dignas de trabajo?
¡°Es necesario abrirle un espacio al pensamiento, al sosiego, y ah¨ª, el algoritmo y la filosof¨ªa pueden ir de la mano¡±.
- R. Con m¨¢quinas o sin ellas, las relaciones laborales son un ¨¢mbito en el que la parte d¨¦bil es la persona trabajadora. Ah¨ª deben estar el Estado y las leyes. Si la recuperaci¨®n econ¨®mica y social que afronta este pa¨ªs no puede dejar a nadie atr¨¢s, la transici¨®n digital tampoco. Si los cuidados y el trabajo estable y con derechos deben estar en el centro del cambio, la inclusi¨®n digital debe actuar efectivamente en la superaci¨®n de la desigualdad. Porque all¨ª donde hay desigualdad hay precariedad, brecha salarial e injusta valoraci¨®n de los puestos de trabajo.
- P. Porque la tecnolog¨ªa lo haga posible, en este caso dentro del espacio laboral, ?debemos aceptarlo?
- R. No. Las posibilidades de control de la actividad laboral han existido siempre, y siempre han existido l¨ªmites.
- P. ?El teletrabajo es un ejemplo de c¨®mo la tecnolog¨ªa puede llevar al exceso la jornada laboral y la explotaci¨®n del trabajador?
- R. El teletrabajo ya era una prioridad para nuestro ministerio antes de la pandemia y la crisis sanitaria ha revelado su importancia decisiva. Por eso el anteproyecto de ley en el que trabaja el ministerio, arm¨®nico con la normativa europea y en el marco del di¨¢logo social, permitir¨¢ que esta modalidad de trabajo se desarrolle con garant¨ªas, habilitando mecanismos que aseguren la desconexi¨®n, la protecci¨®n frente a los riesgos laborales, el cumplimiento de los horarios de trabajo y descanso, la justa retribuci¨®n por el tiempo efectivamente trabajado y el derecho a la salud laboral.
- P. ?Va a aumentar la inequidad? Por ejemplo, entre quien tenga un jefe robot (asociado a trabajos de plataformas, riders...) frente a quienes tengan uno f¨ªsico, en principio unido a lo creativo.
- R. No hay varios jefes sino uno solo. Detr¨¢s de una m¨¢quina hay una persona, y cuando esa persona es el empresario debe respetar los derechos fundamentales y laborales de las personas trabajadoras. No nos dejemos embelesar por la magia de las palabras: ?Hay alguien que vea en un rider un emprendedor? ?Llamar desconexi¨®n al despido le resta gravedad? ?Valorar el rendimiento con emoticonos nos hace mejores?
- P. Cree que vamos hacia un nuevo taylorismo del siglo XXI. ?Le da miedo?
- R. Hemos tenido sucesivos y continuos taylorismos a lo largo de la historia. El tipo de trabajo y de sociedad no dependen de las m¨¢quinas sino de las personas, as¨ª como de los gobernantes.
- P. Una de las grandes v¨ªctimas de este jefe digital es la privacidad. ?C¨®mo se va a proteger al trabajador de este problema?
- R. El derecho a la intimidad es, en Espa?a, un derecho constitucional. Pero, adem¨¢s, es un derecho que est¨¢ desarrollado en el ¨¢mbito de la privacidad inform¨¢tica, tanto en el ¨¢mbito de la Uni¨®n Europea como en el derecho interno espa?ol. En una sociedad cada vez m¨¢s expuesta debemos estar muy atentas para garantizar esa protecci¨®n.
- P. Es evidente que hay una deshumanizaci¨®n del empleo. ?Qu¨¦ reflexiones ¨¦ticas se plantea?
- R. La relaci¨®n entre ciencia y ¨¦tica ha dado lugar a innumerables debates a lo largo de la historia. La privacidad, el derecho al trabajo, la salud psicosocial son derechos de las personas a los que las m¨¢quinas deber¨¢n acomodarse, y no viceversa. Es muy tentador jugar con las distop¨ªas pero debemos dejar un espacio de privilegio para la reflexi¨®n. Yo soy m¨¢s partidaria de hacer realidad utop¨ªas. Las cosas van muy r¨¢pido en esta sociedad en red pero cada vez veo m¨¢s necesario abrirle un espacio al pensamiento, al sosiego. En ese lugar, el algoritmo y la filosof¨ªa pueden ir de la mano. Y aprendamos del desgarro que la pandemia ha supuesto: el trabajo ha vuelto a recobrar su rostro, en los ojos c¨®mplices de las m¨¦dicas o las enfermeras o en las manos de las cajeras de supermercado, que nos han socorrido y ayudado. Trabajo de humanos salvando a otros seres humanos.
- P. Los algoritmos, como las m¨¢quinas, deber¨ªan librar al ser humano del trabajo rutinario y con poco valor a?adido. ?Se est¨¢ cumpliendo esta m¨¢xima?
- R. Las tecnolog¨ªas incorporan nuevas formas de vivir y de trabajar, que requieren nuevas habilidades y destrezas. Por eso son importantes tambi¨¦n la formaci¨®n y la capacitaci¨®n en lo digital. Lo digital ofrece posibilidades infinitas, pero esas posibilidades tambi¨¦n nos exigen competencias, saber, dedicaci¨®n, trabajo, si me lo permite, especialmente para las que no somos nativas digitales. Mi hija s¨ª lo es y ella no habla de nuevas tecnolog¨ªas. Es su d¨ªa a d¨ªa, el magma en el que se desenvuelve su vida y su percepci¨®n de la realidad. Adem¨¢s, ?por qu¨¦ no pensar en clave liberadora? La que seg¨²n los cl¨¢sicos permitir¨ªa a la persona actuar seg¨²n sus propios deseos. Este espacio contemplativo tambi¨¦n puede ser el resultado de la tecnolog¨ªa.
- P. ?Estos jefes robots son un recordatorio de que debemos renunciar al pleno empleo?
- R. El problema no son las m¨¢quinas y las tecnolog¨ªas sino el papel de las leyes para cumplir su funci¨®n de garantes de los derechos laborales de las personas. Y en este contexto deber¨ªa plantearse la cuesti¨®n del reparto del trabajo, mediante una nueva concepci¨®n del tiempo de trabajo respetuosa con la vida personal y familiar, que asegurara tambi¨¦n el derecho a la limitaci¨®n de la jornada por medio del derecho a la desconexi¨®n.
- P. Si los empresarios tienen la tentaci¨®n de llevar las redes neuronales, los algoritmos, al borde de lo ¨¦tico, de los derechos humanos, ?qu¨¦ cree que ocurrir¨¢?
- R. Las series de televisi¨®n sobre distop¨ªas cercanas, como Black Mirror o Years and Years, nos presentan, cada d¨ªa, vaticinios de lo posible. Nos pueden atemorizar en algunas ocasiones, o alertar sobre ciertas tendencias o futuros. Son relatos, en cualquier caso. No me atrever¨ªa a hacer predicciones de futuro, soy cauta. Pero tenemos leyes, convenios internacionales, tratados y tribunales que velan por los derechos fundamentales, que no se pueden vulnerar, desde dentro o desde fuera de la tecnolog¨ªa. Ser¨ªa injusto que pens¨¢semos solo en el rev¨¦s tenebroso de los algoritmos y la inteligencia artificial y no en lo que hay de humano en todo ello.
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