La invasi¨®n silenciosa del reconocimiento facial
Los sistemas de vigilancia con datos biom¨¦tricos se han extendido en las ¨²ltimas d¨¦cadas con el objetivo de mejorar nuestra seguridad, pero diferentes organismos han empezado a cuestionar e incluso prohibir su uso, ?cu¨¢l es la l¨ªnea que separa la seguridad del control al ciudadano?
Vaciar o tirar nuestras botellas de agua antes de pasar el control a¨¦reo puede parecernos ahora una medida habitual cada vez que viajamos en avi¨®n, -aunque este verano los aeropuertos hayan estado bastante vac¨ªos-. Pero hace 19 a?os comenzaron a ponerse en marcha unos sistemas de supervisi¨®n m¨¢s estrictos antes de embarcar propiciados por los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001. Esta fecha marc¨® un punto de inflexi¨®n en cuanto a pol¨ªtica, terrorismo y las guerras que acontecieron despu¨¦s, pero tambi¨¦n fue el inicio de una serie de medidas que fuimos aceptando en favor de nuestra seguridad.
A ra¨ªz de estos sucesos que horrorizaron al mundo, los viajes en avi¨®n y otras disposiciones m¨¢s sutiles fueron calando en nuestra sociedad. Tras el shock postraum¨¢tico del atentado, empezamos a convencernos poco a poco de la necesidad de ceder nuestra privacidad a los cuerpos de seguridad, organismos gubernamentales y empresas de diversa naturaleza que se ofrec¨ªan a protegernos, especialmente en EE UU, donde la psicosis era m¨¢s patente. Las bases de datos se fueron alimentando de identidades faciales pero a la ciudadan¨ªa no se nos ocurr¨ªa pedir nada a cambio, ni siquiera permiso. Todo sea por la seguridad.
Una d¨¦cada despu¨¦s, cuando la tecnolog¨ªa parec¨ªa estar suficientemente madura, empezaron a instalarse los primeros sistemas de reconocimiento facial en aeropuertos. El primero en estrenarlo fue el de Tocumen, en Panam¨¢, que ostentaba cierta fama de zona de paso de contrabandistas y crimen organizado. En 2011 el gobierno de este pa¨ªs se asoci¨® con el de los EE UU para probar un programa piloto de la compa?¨ªa FaceFirst con el fin de prevenir el tr¨¢fico de il¨ªcitos. Y fue tal el ¨¦xito que lo expandieron a otras terminales.
Actualmente, todos los aeropuertos internacionales canadienses utilizan un sistema de reconocimiento facial. Australia y Nueva Zelanda emplean uno fronterizo llamado SmartGate, que compara de forma autom¨¢tica el rostro del viajero con los datos de su pasaporte electr¨®nico. Y desde 2018, la Oficina de Aduanas y Protecci¨®n Fronteriza de EE UU lo implement¨® para los pasajeros que toman vuelos internacionales.
?Y en Espa?a? S¨ª, aqu¨ª tambi¨¦n lleg¨® el pasado a?o a los aeropuertos de Menorca y la terminal 4 de Madrid-Barajas con un programa piloto. Seg¨²n Aena, el objetivo que se persigue, adem¨¢s de incrementar la seguridad, es agilizar el proceso de acceso al avi¨®n para que pueda realizarse sin necesidad de mostrar la tarjeta de embarque ni la documentaci¨®n de identificaci¨®n.
Pero el pa¨ªs m¨¢s a la vanguardia y controvertido, que con diferencia ha cubierto gran parte de su territorio con equipos de reconocimiento facial, es China. No solo ha instalado esos dispositivos biom¨¦tricos en estaciones de tren y aeropuertos, tambi¨¦n en edificios de oficinas, atracciones tur¨ªsticas, centros comerciales o entradas a mezquitas. En algunas ciudades pueden encontrarse c¨¢maras de vigilancia instaladas cada cien metros, aproximadamente. Su polic¨ªa lleva estos sistemas incorporados en gafas y cascos, y se emplea en diversidad de situaciones, desde facturar una maleta, a realizar pagos. Una ley obliga a las empresas a registrar los par¨¢metros biom¨¦tricos faciales del usuario de cualquier tel¨¦fono m¨®vil nuevo y hasta se ha impulsado mediante subvenciones, el desarrollo de tecnolog¨ªa de identificaci¨®n facial con mascarillas.
Gobiernos y agencias de seguridad de todo el mundo utilizan ya estos m¨¦todos de reconocimiento para identificar criminales, cad¨¢veres en la medicina forense, buscar menores desaparecidos o prevenir del fraude documental. En Europa a¨²n estamos bastante lejos de las cifras de dispositivos de vigilancia del gigante asi¨¢tico, aunque Reino Unido se desmarca del continente en el n¨²mero de c¨¢maras instaladas. Se estima que hay m¨¢s de cuatro millones. Solo en Londres habr¨ªa unas 500.000, frente a las 25.000 de Par¨ªs, o las 219 de Madrid -dedicadas a la seguridad-.
Los m¨¦todos de reconocimiento facial dedicados a vigilancia masiva tuvieron que esperar hasta la segunda d¨¦cada del siglo XX, en parte porque los primeros intentos mostraron que los resultados estaban lejos de ser los deseados. La primera vez que se utiliz¨® en un acontecimiento de grandes proporciones fue en la Super Bowl de 2002, que result¨®, en general, un fracaso. Numerosos falsos positivos mostraron que la tecnolog¨ªa no estaba a¨²n preparada para las grandes multitudes. A partir del 2015, las fuerzas policiales del Reino Unido empezaron a probarla tambi¨¦n para eventos p¨²blicos en vivo, pero un informe realizado por Big Brother Watch encontr¨® que estos m¨¦todos segu¨ªan devolviendo resultados hasta un 98% imprecisos.
Una de las trabas para que funcione correctamente entre grandes multitudes puede ser dificultad de obtener una imagen de calidad. El Sistema de Reconocimiento Facial de la INTERPOL (IFRS) almacena im¨¢genes faciales enviadas por m¨¢s de 160 pa¨ªses, lo que la convierte en una base de datos ¨²nica en el ¨¢mbito policial. Este sistema, puesto en marcha a finales de 2016 ha logrado identificar a m¨¢s de 650 delincuentes, pr¨®fugos y desaparecidos. Pero su web ya advierte que la calidad de las im¨¢genes es un aspecto esencial y que aquellas que solo posean una resoluci¨®n media o baja pueden no conseguir o influir negativamente en la precisi¨®n de la b¨²squeda.
En dicha p¨¢gina se especifica que ¡°lo ideal ser¨ªa disponer de una fotograf¨ªa de pasaporte conforme a la norma OACI, ya que se trata de una imagen frontal completa de la persona con iluminaci¨®n homog¨¦nea en el rostro y un fondo neutro¡±.
Pero fuera del ¨¢mbito de la seguridad, ya vimos c¨®mo la inteligencia artificial aplicada a este ¨¢mbito asomaba en nuestras redes sociales como algo inocente y original all¨¢ por el 2010, cuando Facebook lo incorpor¨® para reconocer las caras de nuestros amigos en las fotograf¨ªas que sub¨ªamos y las etiquetas que le proporcion¨¢bamos. Su uso se extendi¨® r¨¢pidamente y hoy se encuentran en muchos de los smartphones y aplicaciones que utilizamos a diario.
Las pol¨¦micas sobre el uso de la biometr¨ªa se han alzado principalmente al descubrirse que algunas empresas y organismos utilizaban la informaci¨®n recopilada para otro prop¨®sito diferente del autorizado. Este asunto ha estado en el centro del debate sobre ¨¦tica y privacidad desde el 2001, propiciado a su vez por un vac¨ªo legal en la aplicaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n.
En los ¨²ltimos meses, las controversias sobre su uso han aumentado, impulsadas en parte por el movimiento Black Lives Matter, en respuesta al cual que diferentes organismos han empezado a recular acusando excesivo control y posible promoci¨®n del racismo y la injusticia social. Amazon o IBM daban un paso atr¨¢s. San Francisco ya se hab¨ªa convertido el pasado a?o en la primera gran ciudad de EE UU en prohibir a todas las agencias locales, entre ellas la polic¨ªa, el uso de t¨¦cnicas de reconocimiento facial. El desarrollo de la inteligencia artificial ha ido m¨¢s deprisa que su propia legislaci¨®n o el consenso de una ¨¦tica que aplicar, temas a¨²n pendientes que nos llevan al momento actual y al pr¨®ximo y ¨²ltimo cap¨ªtulo de esta serie.
Los m¨¦todos de reconocimiento: por cap¨ªtulos
En esta peque?a serie de 4 entregas, repasaremos a trav¨¦s de varios v¨ªdeos, la historia, evoluci¨®n y funcionamiento de los sistemas de reconocimiento facial. Tambi¨¦n analizaremos c¨®mo han ido avanzando desde la vigilancia al control, penetrando poco a poco en nuestras vidas.
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